Bajo la lupa

LA lupa la inventó el fraile inglés Roger Bacon a mediados del siglo XIII. Este personaje estaba igual de fascinado por la teología que por las ciencias naturales, lo que no debe extrañar porque creía que nada mejor que conocer el mundo para entender a Dios. Dio clases en la Universidad de Oxford y, en lugar de aceptar las verdades transmitidas por la teología de su tiempo, decidió dedicarse a la experimentación científica. Fue en París donde se interesó por la óptica y descubrió que una lente convergente permitía la visión aumentada de un objeto.

Ver las cosas bajo una lupa nos posibilita contemplarlas con una imagen virtual amplificada. Si fuéramos todo el día con lupas de gran tamaño, la realidad nos horrorizaría y acabaríamos por ser víctimas de alucinaciones. Al futbolista Gerard Piqué le llevan mirando con una lupa de descomunal aumento desde hace tiempo. Algunos no le perdonaron que se manifestara a favor del derecho a decidir; otros, que bromeara sobre la fiesta de cumpleaños de Cristiano Ronaldo, tras un clásico en que los blancos perdieron por 4-0, preludio del triplete azulgrana. Al poco, en un partido de la selección en León, Piqué tuvo que aguantar como un sector del público le silbaba. Desde entonces, en cada partido del central catalán con España jugando de local, ha tenido que oír broncas.

El domingo, las redes sociales, que son ese lugar por donde transita el rencor, le machacaron porque se había cortado las mangas de la camiseta, lo que se interpretó como que quería hacer desaparecer un ribete rojo y amarillo. Al linchamiento se sumó algún medio supuestamente serio y algún vocero de la televisión presuntamente lúcido. La propia Federación defendió a Piqué diciendo que la camiseta de manga larga no llevaba ribete en el puño y que las recortó por comodidad. El central mostró su hartazgo y dijo que deja la roja tras el Mundial. El problema de poner tanto la lupa sobre los demás es que se descubre el ojo de los tontos.