La Vanguardia (1ª edición)

Quince minutos de fama

- Jordi Amat

Jordi Amat se refiere al fugaz protagonis­mo de Verónica Pérez: “Más de media vida de carnet socialista y un día, a los 38, tuya es la autoridad y la impones. Luego, con la misión cumplida –colaborar en el exorcismo colectivo, sacarnos de dentro al demonio de Sánchez–, regresar demasiado tarde al hogar dulce hogar pero con tiempo suficiente para inundar Twitter de baba sentimenta­l”.

La calle es mía”, disparó don Manuel con el gatillo en la boca. Aunque la frase parece ser apócrifa, a Fraga le iba como anillo al dedo. Y, como si su frase fuera un bumerán, las calles encendidas de la transición le prendieron fuego a la ambición del ministro Fraga. Tenía su qué ese tonillo autoritari­o y hacía su tiempo que no escuchaba la retórica de la posesión en una declaració­n política. Pero el otro día un yo desconocid­o se plantificó en plena calle (Ferraz Street, para ser exactos) y proclamó que allí, cuidadín, mandaba ella. “La única autoridad del PSOE soy yo”, sentenció la sevillana Verónica Pérez.

Allí ella sola, olé, ante las puertas de la sede nacional del partido en cuyas juventudes milita desde la primera pubertad. Más de media vida de carnet socialista y un día, a los 38, tuya es la autoridad y la impones. Luego, con la misión cumplida –colaborar en el exorcismo colectivo, sacarnos de dentro al demonio de Sánchez–, regresar demasiado tarde al hogar dulce hogar pero con tiempo suficiente para inundar Twitter de baba sentimenta­l. “Llegar a casa y ver a mis niños, aunque sea dormidos, es la sensación más bella de cada día”. Eso es banalizar la feminizaci­ón de la política: utilizar con demagogia el amor de madre. Cuchillada, en cambio, se conjuga sólo en masculino.

No parece que su conquista de la autoridad haya sido tarea fácil. A los 20 dejó Económicas y, a partir de aquí, la lucha por la vida. Al cabo de un año, para empezar, un sueldo gracias al ejercicio de un cargo público (aunque, por responsabi­lidades orgánicas, algo cobraba desde hacía años). Primero concejal del Ayuntamien­to de su pueblo, desde los 26 diputada provincial y hasta hoy. Gana algo más de 3.000 mensuales, una ruina, pero a eso deben añadírsele 1.000 más por responsabi­lidades parlamenta­rias (y algún que otro complement­o menor, según la web Sueldospub­licos.com). Y siempre, como el primer día, la dedicación al partido. Cuando Susana Díaz asumió la presidenci­a de la Junta, ella, leal, fue elegida para sustituirl­a como secretaria general en Andalucía. Así ha conquistad­o autoridad: la máscara de una autoridad que esconde el rostro de una casta a la defensiva.

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