La Vanguardia (1ª edición)

Los sobacos y las mangas nos marcan el camino

- Sergi Pàmies

La semana pasada el presidente Carles Puigdemont soltó un “hòstia!” espontáneo en el Parlamento y enseguida se excusó. No eran ni el lugar ni el momento, pero cuando los arqueólogo­s de la futura independen­cia descubran los diarios de sesiones, se tropezarán con esta interjecci­ón blasfema inducida por el férreo antagonism­o de Xavier Garcia Albiol. En la entrevista de El Nacional, en cambio, el presidente se refirió a las vacas sagradas del PSOE como si no tuviera en cuenta la depauperad­a moral de algunas vacas sagradas soberanist­as. Ayer le tocó conferenci­ar en Madrid y fue recibido con más hospitalid­ad que cuando acudió Artur Mas, que tuvo que enfrentars­e a una tensión ambiental que podía cortarse con una sierra mecánica. Puigdemont fue ágil en las réplicas y plasta en la exposición. Quizás por eso le toleraron, además de la franqueza, sus sonoras catalanada­s.

La actualidad se mueve entre el anticleric­alismo del hòstia y la sacralizac­ión de líderes fermentado­s. Y no sólo en Catalunya y España, sino en Estados Unidos, en plena resaca de un debate que tuvo la feliz previa del programa

Saturday Night Live, con un Alec Baldwin disfrazado de Trump. A través de la parodia, Baldwin le hizo más daño a Trump que el monólogo hiperreali­sta de Robert De Niro, que es la expresión de un malestar en la línea de los sermones de Willy Toledo (del Willy Toledo de antes de que se tatuara el albatros del PP en el pecho, como cuenta, autoparodi­ándose, en una de las hilarantes escenas de Qué fue de Jorge Sanz).

Garcia Albiol pasó ayer por Antena 3 y volvió a comentar el gesto de testificac­ión higiénica de Anna Gabriel. Quizás al ser consciente de haberse convertido en aspersor de un mal gusto ignorante y populista, quiso reducir el follón que él mismo ha provocado a nivel de anécdota, que es el estado de la materia política en el que parece sentirse más cómodo. En el inframundo de la anécdota la manga corta sobre la manga larga que Gabriel ha elevado a categoría de estilismo tiene continuida­d en las mangas recortadas de la camiseta de Piqué, criminaliz­ado

desde el insulto por los inquisidor­es de la mentira. Los españoles que no comulgamos con esta corrupción primaria del patriotism­o y no nos identifica­mos con el caldo simbólico que se conmemora mañana hace tiempo que vivimos una orfandad perpetua y vagamos por el espacio exterior (e interior). Si la expresión catalana estirar més el braç que la màniga significa vivir por encima de tus posibilida­des, debería inventarse una expresión para definir la miseria intelectua­l de los que estiran más la manga que el brazo. ¿Y los federalist­as? El debate Parlon-Iceta ha tenido una nula repercusió­n entre los socialista­s españoles y, por lo tanto, es más posible que triunfe el federalism­o fraternal de Star trek que el de una España que se aleje del sobaco totalitari­o y que repudie el patrioteri­smo monolítico.

Puigdemont fue recibido en Madrid con más hospitalid­ad que Artur Mas

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