Los sobacos y las mangas nos marcan el camino
La semana pasada el presidente Carles Puigdemont soltó un “hòstia!” espontáneo en el Parlamento y enseguida se excusó. No eran ni el lugar ni el momento, pero cuando los arqueólogos de la futura independencia descubran los diarios de sesiones, se tropezarán con esta interjección blasfema inducida por el férreo antagonismo de Xavier Garcia Albiol. En la entrevista de El Nacional, en cambio, el presidente se refirió a las vacas sagradas del PSOE como si no tuviera en cuenta la depauperada moral de algunas vacas sagradas soberanistas. Ayer le tocó conferenciar en Madrid y fue recibido con más hospitalidad que cuando acudió Artur Mas, que tuvo que enfrentarse a una tensión ambiental que podía cortarse con una sierra mecánica. Puigdemont fue ágil en las réplicas y plasta en la exposición. Quizás por eso le toleraron, además de la franqueza, sus sonoras catalanadas.
La actualidad se mueve entre el anticlericalismo del hòstia y la sacralización de líderes fermentados. Y no sólo en Catalunya y España, sino en Estados Unidos, en plena resaca de un debate que tuvo la feliz previa del programa
Saturday Night Live, con un Alec Baldwin disfrazado de Trump. A través de la parodia, Baldwin le hizo más daño a Trump que el monólogo hiperrealista de Robert De Niro, que es la expresión de un malestar en la línea de los sermones de Willy Toledo (del Willy Toledo de antes de que se tatuara el albatros del PP en el pecho, como cuenta, autoparodiándose, en una de las hilarantes escenas de Qué fue de Jorge Sanz).
Garcia Albiol pasó ayer por Antena 3 y volvió a comentar el gesto de testificación higiénica de Anna Gabriel. Quizás al ser consciente de haberse convertido en aspersor de un mal gusto ignorante y populista, quiso reducir el follón que él mismo ha provocado a nivel de anécdota, que es el estado de la materia política en el que parece sentirse más cómodo. En el inframundo de la anécdota la manga corta sobre la manga larga que Gabriel ha elevado a categoría de estilismo tiene continuidad en las mangas recortadas de la camiseta de Piqué, criminalizado
desde el insulto por los inquisidores de la mentira. Los españoles que no comulgamos con esta corrupción primaria del patriotismo y no nos identificamos con el caldo simbólico que se conmemora mañana hace tiempo que vivimos una orfandad perpetua y vagamos por el espacio exterior (e interior). Si la expresión catalana estirar més el braç que la màniga significa vivir por encima de tus posibilidades, debería inventarse una expresión para definir la miseria intelectual de los que estiran más la manga que el brazo. ¿Y los federalistas? El debate Parlon-Iceta ha tenido una nula repercusión entre los socialistas españoles y, por lo tanto, es más posible que triunfe el federalismo fraternal de Star trek que el de una España que se aleje del sobaco totalitario y que repudie el patrioterismo monolítico.
Puigdemont fue recibido en Madrid con más hospitalidad que Artur Mas