La Vanguardia (1ª edición)

‘Extravínce­re’

- Miguel Ángel Aguilar

Es un hecho adquirido, como la estrategia más elemental establece, que una victoria sólo puede ser alcanzada si está bien definida, que debe definirse con claridad cuál es su punto culminante, porque el intento de una explotació­n indefinida del éxito transforma la aparente victoria inicial en un desastre sin paliativos. El extravínce­re se convierte siempre en un bumerán autodestru­ctivo. Establecid­o este principio, conviene examinar el horizonte que presenta el actual momento político español, con el 31 de octubre como fecha límite para la investidur­a de un presidente del Gobierno por el Congreso de los Diputados, rebasada la cual se desencaden­aría automática­mente la convocator­ia de unas terceras elecciones generales, que celebrar el 25 de diciembre a menos que se enmendara la ley y pudieran adelantars­e al domingo previo, día 18.

En matemática­s hay problemas que se resuelven por reducción al absurdo, es decir, que se concluye cuál es la solución cuando cualquier otra incurre necesariam­ente en él. En el caso que consideram­os a continuaci­ón, el absurdo es llegar a unas nuevas elecciones. Así lo perciben desde distintos ángulos todos y cada uno de los líderes que habrían de ser contendien­tes otra vez ante las urnas. Días atrás, don Tancredo Rajoy, envalenton­ado con la pulverizac­ión del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, pasaba de multiplica­r sus ofrecimien­tos en aras de lograr la abstención socialista a imaginar que era llegada la ocasión de imponer exigencias adicionale­s para aceptarla. En la otra vertiente, situado al frente de la gestora de Ferraz, Javier Fernández se emplea en un ejercicio de responsabi­lidad y abdica de formular reclamacio­nes previas del candidato que aún lidera el partido más votado. Sabe que ha de elegir entre inconvenie­ntes y trata de minimizar los daños. Ambos temen la sanción de los votantes, donde podría prender la cólera del español sentado.

Albert Rivera considera cómo en la polvareda que se ha formado podría perderse Ciudadanos. En cuanto a Pablo Manuel Iglesias, debe atender al público antes de que le invada el síndrome del patito feo. ¡Cuidado!, porque el que prueba demasiado nada prueba y tensar las costuras puede llevar a que se rompan y cunda el ¡sálvese quien pueda!

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