Los rojos de ‘la roja’
El gallego Pahiño, el vasco Arconada y el catalán Oleguer también sufrieron la intolerancia radical
El gallego Manuel Fernández Fernández, conocido futbolísticamente como Pahiño, fue uno de los cracks de su tiempo. Pichichi de la Liga en 1948, con el Celta, y en 1952, con el Real Madrid. Luego también jugó en el Deportivo y el Granada, hasta 1957. Pero no hizo carrera en la selección española. Sottovoce era conocido como el rojo.
Pahiño era un personaje atípico. Un futbolista que leía y que podía citar a Dostoyevski en una conversación. Cuentan que en su primer partido internacional, un amistoso contra Suiza en junio de 1948, en el vestuario español se produjo una escena habitual de la época, la arenga de un militar de peso antes del partido. Y no eran tiempos precisamente de “salid y disfrutad”, sino que el mensaje políticamente correcto fue “cojones y españolía”. Y a Pahiño se le escapó la risa. Quedó vetado. Aunque fue convocado un par de partidos más, ya no volvió a ser titular con España hasta noviembre de 1955, con casi 33 años. Y sólo una vez. Siete años largos de castigo en los que se lo perdió todo, incluido el Mundial de 1950, el del famoso gol de Zarra a la pérfida Albión. El historial con la selección del rojo Pahiño se resume en tres partidos (dos completos, uno a medias) en los que dejó su sello con tres goles.
Sin necesidad de viajar al franquismo profundo, al menos no cronológicamente, también es recordado el calvario de Luis Miguel Arconada. El portero de la Real Sociedad fue uno de los jugadores que un año después de la muerte de Franco, el 5 de diciembre de 1976, saltó al césped de Atocha portando una ikurriña antes de un partido de Liga entre la Real Sociedad y el Athletic Club. La bandera aún estaba prohibida y la imagen, con los capitanes Iríbar y Kortabarria al frente, dio un impulso decisivo a la batalla por la legalización de la ikurriña. La peripecia para introducirla hasta el terreno de juego sin que se percatara la policía fue digna de una película de espías.
Años más tarde, Arconada, instalado ya como portero titular indiscutible de la selección española, fue acusado de falta de patriotismo. Se disputaba el Mundial de 1982, en España, y los resultados de la selección local no eran los esperados. De repente el foco se situó sobre Arconada. ¿Motivo? Sus medias eran blancas, y no negras con la bandera española en la vuelta, como las del resto de jugadores. Una lluvia de acusaciones cayó sobre el portero de San Sebastián, y sin necesidad de redes sociales se le acusó de fallar intencionadamente e incluso circuló la posibilidad de que estuviera actuando bajo amenazas de ETA. El rumor, infundado, se intensificó cuando, en la final de la Eurocopa de 1984, en París ante Francia, un grave error suyo despejó el camino de la victoria del equipo de Michel Platini.
Un caso aún más cercano en el tiempo es el que afectó al blaugrana Oleguer Presas. En 2007, después de publicar un
SIN LA BANDERA A Arconada le criticaron que cambiaba de medias para no lucir los colores rojigualdos
artículo en el que criticaba la actitud española ante la huelga de hambre del militante de ETA Iñaki de Juana Chaos, el sabadellense Oleguer fue crucificado. Su patrocinador principal, la empresa alicantina Kelme, le rescindió el contrato y su situación en el fútbol español se hizo insoportable. En 2008 cambió de aires y se fue al Ajax. Oleguer, titular del Barça en la final de la Champions del 2006, también tuvo su polémica con la roja. Aunque llegó a ir convocado a algún entrenamiento, Oleguer le expresó al seleccionador, Luis Aragonés, su deseo de no defender los colores del equipo español. “Le expliqué que si no hay la suficiente implicación o sentimiento es mejor que seleccionen a otros”, recordó años más tarde en una entrevista con Jordi Basté.
UN ACTIVISTA Oleguer renunció a la selección y se significó políticamente, hasta que tuvo que emigrar