El hombre que acusó a Rato.
Francisco Verdú, consejero delegado, le dijo que “esto va a traer consecuencias”
El ex número dos de Bankia Francisco Verdú (izquierda) declaró ayer que había avisado a Rato de la ilegalidad de las tarjetas black.
El colmillo del fiscal Alejandro Luzón lanzó ayer un intenso destello, que llenó la sala de la Audiencia Nacional en la que se celebra el juicio por el caso de las tarjetas black. Se estaba escuchando el testimonio del exconsejero delegado de Bankia Francisco Verdú, cuya declaración resultó ser una bomba. Verdú dijo que advirtió a Rato de la improcedencia de emitir y utilizar las tarjetas opacas, muy en especial si lo que iban a hacer era cargar en ellas gastos personales. “Acabaréis saliendo en los papeles”, les dijo. Y sus palabras resultaron premonitorias, porque así ocurrió.
El testimonio de Verdú es de los que cualquier fiscal o abogado de la acusación querría escuchar en un juicio. Lo tiene todo. Denuncia y credibilidad. La denuncia, es obvio, parte de la declaración literal. Verdú dijo a Rato y al exdirector general de medios de Caja Madrid Ildefonso Sánchez Barcoj que con las tarjetas black se estaban metiendo en la boca del lobo y que les iban a pillar. Pero no sólo eso. Lo que otorga mayor credibilidad a su versión es que él, a su vez, rechazara en su día utilizar ese instrumento de pago. Es cierto que lo recibió. Pero ni siquiera abrió el sobre en el que estaba su black. Lo guardó todo en un cajón y así lo devolvió más tarde.
En otro punto, la declaración de Verdú es aún más relevante porque aumenta la lista de posibles delitos cometidos en el caso de las tarjetas opacas. La sospecha del ex consejero delegado de Bankia es que falsificaron la firma en la solicitud de su black. El documento existe, pero Verdú nunca ha reconocido que lo suscribiera. Su tesis es que “presuntamente” la pudo haber falsificado Sánchez Barcoj.
La declaración de Verdú era esperada por lo que ya dijo durante la investigación. Y, desde luego, no defraudó. El testigo logró algunos de esos silencios en los que no se oye ni la respiración. Dijo, por ejemplo: “Le advertí a Rato que la tarjeta no estaba en el contrato y no entendía que pudiera aportar gastos sin justificar, que no la iba a usar y que la rechazaba”. Y prosiguió su relato: “Él se enfadó bastante, se molestó, y yo le insinué que podía tener consecuencias importantes si la usaba para temas personales”.
Pero Verdú no se conformó sólo con dejar hecha la advertencia. Añadió que él rechazó la tarjeta –cuyo límite era de 75.000 euros anuales– porque no estaba en su contrato. Cuando llegó su turno, las defensas le inquirieron con cierta vehemencia, y la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, intervino para recordarles que se trataba de un testigo, no de un acusado. Verdú cogió aire y siguió dando detalles. Explicó, por ejemplo, que Rato le ofreció la tarjeta en febrero del 2012 para compensar la limitación salarial impuesta por el real decreto 2/2012 que establecía que el salario máximo de directivos de la banca con ayudas públicas era de 600.000 euros.
“Rato –dijo Verdú– estaba preocupado desde hace meses porque antes del real decreto ya se había hablado de que podía haber una limitación”. Este testimonio refuerza, en suma, las tesis de las acusaciones en el sentido de que las black sirvieron en algunos casos para sortear los límites de salario ordenados para los directivos de las entidades rescatadas. Verdú también manifestó que al llegar a la entidad se le dio una tarjeta para gastos de representación que entendió que era “necesaria” para el ejercicio de su función.
No obstante, rechazó usar la segunda tarjeta –con la que podía efectuar gastos personales sin necesidad de justificarlos– “porque no formaba parte del esquema retributivo”. “Que sea deducible no significa que sea legal”, añadió, para insistir en que avisó “de la mala praxis y las consecuencias que podría tener su uso”.
El segundo testimonio importante provino ayer del director corporativo de auditoría de Bankia, Iñaki Azaola, quien explicó que las tarjetas se emitieron al margen del procedimiento legal. Esta declaración refuerza la validez de las hojas de cálculo Excel que recogen los gastos efectuados con las black, cuestionada por las defensas. Los acusados creen que esos datos pudieron ser manipulados. Azaola, en cambio, considera que en la información proporcionada a la Audiencia nunca pudo haber trampa ni cartón. “No han sido datos tocados ni manipulados”, dijo.
Pero lo que convierte el testimonio de Azaola en el mejor epílogo de la sesión de ayer es la historia paralela de la secretaria abnegada. Y es que fue una empleada del departamento de tarjetas de la entidad la que guardó “diligentemente en una caja de cartón” todos los documentos relacionados con las tarjetas opacas de Caja Madrid que permitieron detectar la existencia de irregularidades. Un superior de la secretaria entregó a Iñaki Azaola aquella documentación, y a partir de ese momento empezaron a recopilar información, constatando que las black habían operado al margen del procedimiento ordinario.
El exvicepresidente usó las tarjetas para compensar los límites salariales oficiales “Él se enfadó bastante, se molestó cuando le dije que la tarjeta no entraba en el contrato” Verdú nunca ha reconocido solicitar la ‘black’; su firma pudo ser falsificada