La Vanguardia (1ª edición)

Amigos redescubie­rtos

Una central nuclear y un gasoducto para llevar a Europa el gas ruso sellan la reconcilia­ción entre Ankara y Moscú

- RICARDO GINÉS Estambul. Correspons­al

Una reconcilia­ción con matices –serios en Siria– pero sin paliativos. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha sido recibido esta semana en Estambul –con motivo del 23.º Congreso Mundial de la Energía– por su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, como si Ankara no hubiera derribado un caza ruso el pasado noviembre.

Es la primera vez que el zar –como lo llama su séquito de empleados– es bienvenido en Turquía por el sultán Erdogan, aunque ambos ya habían coincidido en Rusia y China después de hacer las paces este verano. Es decir, tres veces en apenas dos meses, algo que bien refleja el acercamien­to mutuo.

Y qué mejor para sellar la reconcilia­ción que unirla a proyectos económicos de gran envergadur­a: por un lado, el gasoducto TurkStream, que enviará gas ruso –se habla de 63.000 millones de metros cúbicos– a través del mar Negro hacia Europa y cuyo coste se estima en unos 11.400 millones de euros.

Y por el otro, la central nuclear rusa en Akkuyu –provincia de Mersin, sur de Turquía–, cuya construcci­ón costará 18.000 millones de euros.

Después del derribo del bombardero ruso Su-24, llegó una guerra fría diplomátic­a que duró meses, hasta que Erdogan el pasado agosto pidió perdón.

En el intervalo, Moscú aplicó duras medidas económicas, entre las que destacaba la suspensión del TurkStream, un gasoducto con una extensión de unos 1.100 kilómetros, que ha de permitir a Rusia colocar su gas en Europa sin pasar por Ucrania.

Así, poco a poco, se liman las diferencia­s entre ambas potencias mientras las sanciones económicas que impuso Putin a Turquía se van levantando.

“Debido a la crisis, nuestro comercio, con un volumen de 35.000 millones de dólares en 2014 (31.000 millones de euros) descendió un 40% durante los primeros ocho meses del 2016. La energía es la clave para el proceso de normalizac­ión”, dejó claro Alexander Novak, el ministro ruso de Energía.

La reconcilia­ción urge a Ankara y los motivos han sido bien visibles en el céntrico recinto ICC, donde tiene lugar el congreso y abundan los prospectos y las fotos acerca del fallido golpe de Estado del pasado julio.

Ankara se ha visto decepciona­da por las reacciones tardías y tímidas tanto de países europeos como de EE.UU. a la hora de pronunciar­se a favor del régimen de Erdogan frente a la amenaza golpista. Ahora busca unos lazos fuertes con Putin, el primer mandatario que le llamó después de la intentona. Erdogan, al igual que Putin, es acusado regularmen­te de llevar la nación a una deriva autoritari­a para eternizars­e en el poder.

Eso sí, para una alianza sin fisuras, todavía queda el escollo de Siria, un país en guerra donde los intereses políticos de Ankara y Moscú son casi opuestos. Mientras Putin respalda al régimen de Bashar el Asad, Erdogan lo desea ver derrocado.

El gasoducto TurkStream permitirá enviar gas de Rusia a Europa sin pasar por Ucrania

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