Enigmático ‘Papa joven’
Sorrentino, Law y Cámara presentan ‘The Young Pope’, que HBO y Mediapro estrenarán pronto en España
La ambivalencia y el misterio que marcan los primeros pasos del Papa joven encarnado por Jude Law bajo la dirección Paolo Sorrentino aseguran, como poco, el morbo necesario para asegurar el éxito televisivo de esta serie de estreno ya inminente en la plataforma HBO. The young Pope –donde el riojano Javier Cámara hace de maestro de ceremonias y hombre de confianza del Pontífice con un papel “en crecimiento” a lo largo de los 10 capítulos del serial– se antoja un interesante rompecabezas plagado de trampas y falsas pistas para cualquier espectador que busque la simplificación y los estereotipos alrededor del siempre denso y complejo mundo vaticano.
Los dos episodios mostrados ayer en pase de prensa no dejan lugar a dudas sobre el interés de la serie, su cuidada elaboración en todos los aspectos –la banda sonora impactante– y el notable trabajo de los actores. Pero casi todo lo demás, en especial el rumbo que este Pío XIII dará a su papado, queda por despejar.
Desde el principio sobresale la ruptura de ciertas convenciones superficiales por parte del nuevo jefe de la Iglesia católica, que es el primero de nacionalidad estadounidense en toda la Historia y tiene 47 años.
Su Santidad, de nombre Lenny Belardo, fuma como un condenado y desayuna única y exclusivamente Coca-Cola Zero, sin admitir la “herética” versión simplemente light (o diet, en el Vaticano) de la bebida yanqui. Y en el spot oficial de la serie se anuncia “una revolución” en la Santa Sede bajo su mandato.
Determinadas actitudes en las primeras reuniones que concierta con quienes habrán de ser sus principales colaboradores muestran pronto,
El Papa que encarna Jude Law fuma como un condenado y desayuna sólo Coca-Cola Zero
sin embargo, a un Santo Padre estricto, formalista y con mano de hierro; tal vez más conservador de lo que puede pensarse de entrada (aunque tampoco está claro al principio), y que en todo caso no piensa ceder fácilmente a los planes del intrigante secretario de Estado, Voiello, y otros carcamales de la curia visiblemente alarmados con su llegada.
El propio protagonista se define a sí mismo como “intransigente, irritable y vengativo”. Pero lo hace poco antes y poco después de asustar a su confesor y a Voiello con llamativos anuncio y afirmaciones de las que enseguida dice que eran sólo una broma... Sin que el espectador sepa con certeza si lo último es verdad o bien el Papa está jugando con los interlocutores. Y, claro, con los propios televidentes. Así que tampoco su declaración de defectos resulta del todo creíble. Más fiable –pese al personaje– parece uno de los calificativos que el secretario de Estado dedica a su flamante e incómodo jefe ante otros miembros de la curia: “¡Es impredecible!”, lamenta.
Lo que Pío XIII no tarda demasiado en desvelar, para desconcierto de todos y malestar de no pocos, es su vocación de invisibilidad. El nuevo Papa no quiere fotos ni imágenes suyas en los souvenirs que tanto dinero dan a las arcas vaticanas. No se lo pondrá fácil a nadie que quiera ver su rostro y mucho menos capturarlo mediante aparato alguno. Persigue convertirse en enigma.
Fue en este aspecto en el que Sorrentino dio ayer la única pista más o menos clara sobre el perfil y las secretas intenciones de su joven y complejo Papa. Lo hizo durante la rueda de prensa que, junto a Law y Cámara, más un representante de la productora Mediapro, el cineasta dio ayer en la embajada de Italia en Madrid: en la mente de Pío XIII –indicó–, “negarse al mundo podría ser una forma de fascinar al mundo en relación a la Iglesia”. Sería comparable al juego de “una ecuación amorosa” entre hombre y mujer: un tira y afloja en el que el misterio ocupa un rol central, como gancho o atractivo.
Sobre el rodaje de esta “película de diez horas” que llegará a las pantallas españolas en noviembre, Sorrentino confesó –sin quejarse– que la colaboración de la Santa Sede fue nula. Pero muy vaticana, eso sí: “Ingenuamente esperamos esa cooperación”, dijo. Y es que la autoridad del pequeño y poderoso Estado expresó desde el principio hasta el final una “maravillosa disponibilidad... fingida” que nunca llegó a materializarse. Lejos de ello, la ausencia total de ayuda obligó al equipo a reconstruir “todos” los escenarios de la ciudad santa.
¿Y qué pensará el actual Pontífice de la película?, preguntó alguien al director, también, de La gran belleza o Il Divo: “El Papa tendrá cosas más serias que hacer que ver nuestra serie. Pero pienso que podrá apreciar un trabajo honesto y riguroso acerca de la vida del clero, con sus luces y sus sombras”, declaró.
El complejo personaje se define como un hombre “intransigente, irritable y vengativo”