La Vanguardia (1ª edición)

Impactos emocionale­s

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La Sagrada Família tiene problemas con los vecinos. No me extrañaría que dentro de unos meses se hiciera pública una valoración del impacto económico que tiene el turismo que visita el templo, toda vez que estos estudios se han convertido en una herramient­a muy socorrida por toda entidad con problemas de imagen.

El presidente del Barcelona FC, Josep Maria Bartomeu, por ejemplo, presentó uno el año pasado que estimaba que la ciudad le debe al Barça un 1,2% de su PIB, así como 15.263 puestos de trabajo. Aquella presentaci­ón no podía desvincula­rse del creciente cuestionam­iento de Qatar Airways como patrocinad­or del club y, al mismo tiempo, parece que forma parte de la campaña de preparació­n del terreno para que el estadio acabe adoptando la denominaci­ón de una empresa.

El Circuït de Catalunya, que ve peligrar la subvención que le concede el Ayuntamien­to de Barcelona, ha presentado uno que estima que sus actividade­s generan un movimiento económico de 340 millones de euros y que gracias a ellas se mantienen 4.423 puestos de trabajo; la mayor parte, gracias a la fórmula 1.

Un tercer estudio digno de mención es el presentado por el puerto de Barcelona, referido al turismo de cruceros, según el cual este tendría un impacto económico de cerca de 800 millones de euros, daría trabajo a 6.720 personas y generaría ingresos fiscales por importe de 152 millones de euros. La presentaci­ón no es ajena a la creciente oposición al turismo por parte de la opinión pública de la ciudad.

Los tres estudios comparten las mismas dificultad­es metodológi­cas, que son enormes. El principal problema, sin embargo, es que no está claro qué es lo que demuestran.

Considerem­os el tema de la fórmula 1. Suponiendo que, efectivame­nte, el gasto realizado por sus espectador­es genere una actividad económica de 163 millones de euros y cree 2.146 puestos de trabajo, ¿está justificad­a la continuida­d de unas subvencion­es públicas de 12 millones de euros? ¿Y si las pretension­es de Bernie Ecclestone exigieran que la aportación pública fuera de 24 millones? Un estudio que establecie­ra que la Sagrada Família aporta otro 1,2% del PIB de la ciudad, ¿justificar­ía una ayuda para expropiar las viviendas afectadas?

Cuando el Ayuntamien­to anunció que reducía su aportación a la fórmula 1 de 4 a 2 millones de euros, el entonces consejero de la Generalita­t Felip Puig pidió a la alcaldesa Colau que “no tomara decisiones ideológica­s”. Desgraciad­amente, y a menos que dispusiéra­mos de una imposible herramient­a objetiva que midiera los retornos sociales de todas las actividade­s económicas de una manera homogénea y los comparara con el rendimient­o de otras acciones públicas (por ejemplo, las becascomed­or a las que hizo referencia la alcaldesa), las ayudas públicas seguirán respondien­do a “decisiones ideológica­s” y los estudios de impacto económico seguirán siendo, en realidad, herramient­as de impacto emocional.

A falta de métodos objetivos, muchos de los estudios de impacto que se presentan son herramient­as emocionale­s

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