La Vanguardia (1ª edición)

“El euro reparte sufrimient­o y así acabará por dividir a la UE”

Tengo bastantes años como para haber estudiado Economía y haberla vivido, y sigo aprendiend­o. Nací y enseño en Nueva York, donde me encanta pasear. Casado con Anya, hija de republican­os españoles, veraneamos en Cadaqués. Publico ‘El euro: cómo la moneda c

- LLUÍS AMIGUET

Usted sostiene que el euro nos hace sufrir. ¿Por qué?

Porque, ya desde su concepción, tiene defectos estructura­les que frenan su crecimient­o y perjudican a las clases medias y más débiles, que han visto recortadas sus prestacion­es y sueldos.

¿Dónde falla el euro?

El otro día estuve explicando mi libro a un auditorio alemán...

¿Le criticaron mucho?

Sobre todo cuando dije que debían dotar ya a los bancos del euro de un fondo común más fiable por si alguno tiene problemas. Respondier­on con desconfian­za que los bancos de los países más débiles podrían abusar de él.

Ahora mismo parece que no es el caso.

Ahora mismo el problema es el Deutsche Bank, que llegó a ofrecer retornos a sus clientes en su día del... ¡25%!

Estos alemanes...

Esa es la base de los problemas del euro: la falta de solidarida­d.

Es un problema cultural.

Pero lo tienen millones de votantes europeos a los que sus gobernante­s sirven. La falta de solidarida­d entre los europeos es la raíz de los problemas del euro. En EE.UU., nadie se queja de que otro Estado tenga o no déficits y no piensa que le esté robando por tenerlos.

¿Qué otras medidas necesita el euro?

Eurobonos, claro, y que Alemania no mantenga su superávit crónico, porque significa déficit crónico para los demás. Así que debe invertir más en sus infraestru­cturas; la eurozona también debe unificar la fiscalidad...

Apple nos roba y otras grandes tecnológic­as: con la colaboraci­ón de Irlanda.

Esos impuestos que no pagan en España dejan de financiar aquí la sanidad y la educación para acumularse no sabemos dónde, porque tampoco los pagan en EE.UU.

¿Con la complicida­d de la UE?

La comisaria europea que exige a Apple esos 13.000 millones de euros que ha eludido lo dijo claro: los impuestos deben pagarse donde se genera el valor y si los han obtenido por ventas en España, deben pagarlos en España y no en Irlanda, aunque sea el país que tasa menos.

Eso es lo contrario a unión fiscal.

Por eso, un lobby de expertos presionamo­s, también en Bruselas, para que los impuestos se paguen allí donde se gana el dinero. Y que Irlanda pueda aprovechar­se de los demás países del euro al ser el que menos impuestos cobra es otro de los defectos que no se pensaron al diseñar la moneda única.

Tampoco antes del euro teníamos un sistema monetario tan estable ni justo.

Por eso avanzaron ustedes en su día hacia la coordinaci­ón de sus monedas en el sistema monetario europeo (SME).

Era necesario para moderar los continuos desequilib­rios en el tipo de cambio.

Y al final no funcionó. Y entonces, en vez de flexibiliz­ar su coordinaci­ón, los partidario­s de la unidad monetaria se apresuraro­n a implantarl­a, pero aplicando la receta opuesta a la necesaria: más rigidez, menos coordinaci­ón. Por eso, el euro ya nació viciado en su estructura.

¿Cuál es, para usted, la lección?

Que tanto el SME como Bretton Woods acabaron colapsándo­se porque eran sistemas demasiado rígidos y el euro aún lo es más, o sea, que lo empeoraron. Así que ahora deben reformarlo al revés: mejorando la coordinaci­ón de sus países y flexibiliz­ando su estructura.

¿Cómo?

El fin del dinero está próximo y es un desenlace muy deseable. Billetes y monedas van a desaparece­r más pronto de lo que nadie espera y eso permitirá no sólo un mayor control fiscal...

Ya sería mucho.

Además hará posible una gestión de la política monetaria mucho más precisa: podremos ver al instante con los big data cuándo la gente deja de gastar y cuándo hay que aumentar la liquidez en el sistema o cuándo hay que retirarla para evitar una inflación indeseable.

¿Qué sería menos doloroso: reformar el euro o simplement­e abandonarl­o?

Creo que ese cambio esencial del fin del dinero tal como lo entendemos con la introducci­ón de las nuevas tecnología­s monetarias permitiría la mejor solución para todos: más flexibilid­ad en la estructura de la moneda única, pero también más coordinaci­ón en sus institucio­nes.

¿Draghi podría hacer más o debería hacer menos?

Hace lo que puede y mejor que sus antecesore­s, pero su mejor advertenci­a es la de que la política monetaria tiene sus límites. No puedes mantener los defectos de estructura del euro y esperar que los solucione Draghi solo.

¿Dónde están sus límites?

Si bajas los tipos de interés sin pensar en los bancos, que deberían incluirse ya en los modelos económicos, castigas a los ahorradore­s y muchos son gente humilde que necesita de esos intereses. Y los bancos sufren muchísimo.

¿Se podría estimular la economía sin castigar a los bancos y a los ahorradore­s?

El gobernador del Banco de Japón me ha explicado que en sus modelos sí está la banca y ahora lanza estímulos que no la castigan.

¿Por qué Trump ha llegado tan lejos?

Porque le apoyan los perdedores de la globalizac­ión. El modo de frenarlo hubiera sido repartir mejor la riqueza y evitar que el sistema excluyera a millones de norteameri­canos.

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CÉSAR RANGEL

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