Tebas resucita la pañolada en el Camp Nou
Un fenomenal gol del brasileño decide un partido mediocre del Barça
La asamblea de socios respalda con holgura a Bartomeu y el FC Barcelona gana al Granada (1-0)
Una acción de futvoley para poder desatascar el embudo. Un lance acrobático para respirar. Un gol de tijera tan precioso como curioso para encontrar, más tarde de lo esperado, el camino de la red. Rafinha dibujó esa estampa de foto tras un tiro al palo de Neymar y una aceleración de Messi para hallar la senda de una victoria de mínimos que se ató en la segunda parte. Un triunfo obligado ante el colista para seguir a tiro de piedra del Madrid y para viajar a Manchester con los deberes hechos, al menos en lo matemático. Lo del centrocampista brasileño ya no es casualidad. Está siendo su temporada, tanto en juego como en goles porque suma un total de cinco. Su tanto alegró y decidió una velada sosa sobre el césped, una actuación barcelonista de biorritmos bajos. Un partido que, futbolísticamente, sólo será recordado por la diana de Rafinha.
En medio de una semana de ruido, de conflictos, de declaraciones y comunicados llegaba un partido. A priori debía tratarse de un duelo fácil contra el último clasificado, que aterrizaba en el Camp Nou sin haber conseguido ninguna victoria en el campeonato. Un Granada que jamás ha puntuado en territorio azulgrana y que se antojaba una víctima propiciatoria para una noche de festival, de toquecitos, de goles y de celebraciones. A la hora de la verdad al Barça le costó muchísimo generar fútbol. Quería pero no podía. Esperaba que la ocasión cayera por su propio peso pero así sólo iban generándose las oportunidades a cuentagotas y no como un torrente.
Con la enfermería llena Luis Enrique decidió ser prudente con Sergio Busquets, al que dio descanso y colocó como mediocentro a Rakitic, flanqueado por Denis Suárez y Rafinha. En defensa el equipo jugó con lo puesto pero la delantera estaba al completo. Con estos ingredientes el Barcelona salió a jugar con buenas intenciones, pero sin la sexta marcha puesta. Dominio territorial, casi total. Posesión de balón, mucha. Pero peligro, lo que se dice peligro, sólo de vez en cuando en una primera parte que terminó por resultar muy insulsa.
Eso sí, el panorama quedaba animado por la grada, que protestó contra el presidente de LaLiga, Javier Tebas, con pañolada incluida. Un público que acudió en gran número al estadio, dispuesto a pasárselo bien y pensando que no habría espacio para el sufrimiento. Aunque para cuando llegó el entreacto no es que hubiera todavía zozobra, pero sí un punto de intranquilidad. El sosiego en este tipo de encuentros se suele
El equipo blaugrana nunca encontró la chispa y sus tres delanteros se mostraron espesos
BIORRITMOS BAJOS Los defensas mantuvieron la concentración, con especial mención para un potente Sergi Roberto
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conseguir cuando se materializa el primer gol, pero no llegaba. Lo tuvo en sus pies Luis Suárez, que como él mismo dice, cuando está impreciso puede desesperarse y desesperar. El uruguayo, que ofreció la Bota de oro al respetable, no supo aprovechar un fantástico envío en profundidad de Mascherano porque se entretuvo en vez de rematar y acabó por perder el balón. Enfadado, sí que chutó poco después pero Ochoa desvió su lanzamiento en una de las dos únicas paradas que tuvo que realizar en la primera parte.
El Barça ofrecía el ímpetu de Sergi Roberto y Digne por las bandas y el buen trabajo en la medular de Rakitic pero a los atacantes les faltaba inspiración para desequilibrar porque, como había poco espacio, había que trenzar las jugadas con precisión y con rapidez. Messi no estaba especialmente fino en el desborde y el partido de Neymar también resultaba poco mágico, sobre todo a la hora de finalizar.
El Madrid y el Atlético habían resuelto sus compromisos y no estaba la situación para cometer otra estupidez como la de la noche del Alavés. Suerte para los blaugrana que el equipo regresó de la caseta con una pizca más de brío y Rafinha abrió el marcador con el referido remate acrobático. Podía arrancar otro tipo de partido y el Barça buscó la sentencia rápida con un par de incursiones de Neymar, que bordeó el segundo tras una internada descomunal de Sergi Roberto. Ochoa desbarató el disparo del brasileño y mantuvo al Granada dentro de un encuentro que no tardó en volver a marchitarse. Porque Suárez seguía fallón y perdonaba otro gol hecho con la cabeza. Tampoco Messi resolvía en un mano a mano y el conjunto nazarí amenazaba con dar un susto. El accidente no se produjo. Triunfo y gracias.