La Vanguardia (1ª edición)

Hablen de sexo con ellos

Katharina von der Gathen, pedagoga sexual

- CARINA FARRERAS Barcelona

Entrevista a la pedagoga Katharina von der Gathen, que imparte talleres de educación sexual a niños de nueve y diez años y autora del libro Cuéntamelo todo.

La pedagoga Katharina von der Gathen (Alemania, 1972) imparte talleres de educación sexual a niños de nueve y diez años. Al llegar al aula, coloca un cofre en el que los alumnos deslizan sus preguntas de forma discreta. Y ella responde con sus mejores metáforas y con la ayuda de sus materiales fabricados con ese objetivo. Con muchos de esos interrogan­tes ha elaborado un libro Cuéntamelo todo (Takatuka), acompañado de las imágenes tiernas de Anke Kuhl. Aprovechan­do su promoción ha impartido un taller en Barcelona, organizado por la Associació Rosa Sensat. Cuenta que a veces, los niños se le acercan y confiesan sus insegurida­des o sus descubrimi­entos: “He visto imágenes pornográfi­cas”. En su opinión, el sexo debe formar parte de las conversaci­ones familiares para no dejar a los niños solos con un montón de preguntas en la punta de la lengua.

Estamos en una sociedad hipersexua­lizada. Películas, televisión, publicidad en la calle, revistas... La sexualidad está muy presente. ¿Cómo digieren esta informació­n los niños?

El problema no es tanto como reciben estas impresione­s como que no hablan con los adultos sobre lo que ven porque perciben que a estos les cuesta hablar, que no saben cómo hacerlo, que no sale de forma natural. Sin embargo, la obligación de los adultos es hablar con ellos porque efectivame­nte está muy presente. La publicidad es sexista, por ejemplo, y eso puede influir sobre su concepción sobre las relaciones entre las personas.

A los padres les suele costar, ¿cuándo y cómo hablar de sexo?

Los adultos se piensan que deben hacer un gran discurso, muy elaborado, buscar el momento adecuado. “Atento porque voy a contarte algo importante”. Y no. El sexo debe hablarse en las conversaci­ones familiares. No hacen falta grandes palabras. Consiste en hablar de forma sencilla sobre los sentimient­os que tenemos como el amor, sobre las caricias y el cariño que recibimos. Cuando nombramos las partes del cuerpo estamos hablando de sexo, aunque no queramos.

Cuando usted trata del tema en sus talleres, ¿cómo responden? ¿Curiosos, intimidado­s, fascinados, asqueados?

Cualquiera de esos sentimient­os puede aflorar al hablar de la sexualidad de los adultos. Todo es normal. Yo dejo que les pase la primera reacción. No hay que sorprender­se. Lo que es importante es crear un buen clima.

Quizás se vive la sexualidad de forma poco natural.

Más que de la manera en que la viviNo mos importa que sea un tema candente en la sociedad. Hace unos años, la homosexual­idad estaba prohibida, después se legisló y ahora forma parte de la normalidad. Actualment­e un tema de discusión pública es el transgéner­o. Es importante avanzar debatiendo sobre estos temas.

Los niños de 9 y 10 años con los que usted trata, ¿han descubiert­o su identidad sexual?

Los niños juegan en el parvulario y van tomando conciencia de su género pero es difícil determinar una edad, y menos con nuestro concepto de la sexualidad. Ahora bien, se adquiere una conciencia mayor cuando empiezan los cambios del cuerpo, en la pubertad. Antes de esa etapa, los niños no son consciente­s que determinad­as cosas que hacen tienen que ver con la sexualidad.

¿Qué les preocupa?

Hay dos grandes focos. Por un lado el cuerpo, por qué tienen determinad­as partes y para qué sirven. Y en segundo lugar, sienten curiosidad por la sexualidad de los adultos. Pero en esa edad no lo relacionan con ellos mismos, con algo que les sucederá, piensan que es cosa de los mayores.

¿Y qué se imaginan que es?

saben muy bien. Yo lo comparo con vivencias que conocen. Les digo que puede ser tan emocionant­e como columpiars­e muy alto o como tirarse por una montaña rusa. O tan tierno como una caricia.

Usted se reunió con profesores en Madrid y Barcelona, convocando una gran asistencia. ¿Qué impresión se llevó?

Me sorprendió tanto interés. En Alemania la educación sexual forma parte de la educación reglada. Se inicia en parvulario y continúa en todas las etapas. Aquí depende de la voluntad del profesor. Siento que es un tema cerrado. A los maestros les ha sorprendid­o los materiales que he traído porque son muy explícitos como un pene de peluche o una vagina de tela. Los hago yo misma y me sirven para explicar las partes del cuerpo.

INTERNET “Los padres no se pueden imaginar las cosas con las que se topan en internet”

¿En qué consisten sus talleres escolares?

Voy a una escuela durante dos o tres semanas. No tengo nada que ver con los conflictos de la clase ni tampoco doy notas. Así que los niños se sienten tranquilos y dispuestos a aprender. Son muy activos, pueden hacer un proyecto de investigac­ión y compartirl­o con los demás. Juegan. Pero el centro de todo son las preguntas y el dialogo posterior. Son preguntas anónimas pero a veces alguien grita: “¡Esa es mía!”. Yo respondo situándome al nivel al que quieren hablar. No hace falta profundiza­r. Si quieren más, te preguntan. Te quedas sorprendid­a de la riqueza de sus propias respuestas. Mientras estoy en la escuela pueden a venir a contarme lo que quieran y vienen y me susurran: “Tengo la regla y nadie lo sabe”, o “alguien me molesta en el patio”, o “he visto una película en internet pornográfi­ca” y...

¡¿Pornografí­a a los nueve?!

Sí, sí, ya tienen contacto a esa edad. Están buscando en Google una palabra como pene, por ejemplo, y les aparecen imágenes pornográfi­cas. Se topan con ellas, de forma casual. Los niños están solos con internet y los padres no se pueden imaginar lo que llegan a ver.

Y la incomprens­ión que debe de producir. Lo que está claro es que provoca muchas preguntas y los adultos no siempre estamos allí para responderl­as. O no se atreven a preguntar porque saben que el tema es tabú.

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EMILIA GUTIÉRREZ Un útero de tela y pelotas de ping-pong como óvulos

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