La Vanguardia (1ª edición)

SIRIA DOLOROSA

- FÉLIX FLORES

La gu rra ocava el p el tr ns orma rde sm es en la sociedad y como iadoras de la paz.

Barcelona / Madrid

Si la población civil es la gran víctima de la guerra siria, las mujeres –y las niñas– lo han sido y lo siguen siendo de forma desproporc­ionada, tanto dentro del país, en las zonas sitiadas, como si logran abandonarl­o en condición de refugiadas. No son sólo víctimas, sin embargo. Desde el 2011 han sido mediadoras, han promovido la coexistenc­ia, han combatido el reclutamie­nto de menores por grupos armados...

Las mujeres sirias pueden convertirs­e en verdaderos agentes de paz. Pero a medida que la guerra se, prolonga esa posibilida­d se va reduciendo porque toda visión de paz, a fuerza de sufrimient­o, acaba siendo vista como traición. Por lo que respecta a las mujeres refugiadas en los países vecinos, el correr del tiempo y la falta de apoyos suficiente­s minan las esperanzas de retorno o de una mejora de las condicione­s de vida, dejando ciertos valores tradiciona­les como lo único que les resta.

La posibilida­d de que las mujeres sirias sean agentes del cambio en la sociedad siria –como se pensaba en los primeros días de la revolución– está en peligro. Y la posibilida­d de que sean agentes de paz está comprometi­da asimismo. Incluso, según el criterio de activistas consultada­s por La Vanguardia, secuestrad­a por la comunidad internacio­nal.

En diciembre del 2014, la abogada Razzan Zeitunah desapareci­ó de Gouta, cerca de Damasco, con su marido y dos de sus colaborado­res. Implicada en la revolución domo defensora de presos políticos y sus familias, y galardonad­a con el premio Sajárov, estaba amenazada tanto por el régimen como por grupos rebeldes.

Fue el caso más notorio entre las activistas sirias, cuyo espacio se fue reduciendo a medida que las milicias extremista­s ocupaban el terreno del Ejército Libre Sirio. Pero los mayores victimario­s han sido las tropas de Bashar el Asad y sus milicias aliadas, según han documentad­o organizaci­ones como Human Rights Watch: violacione­s, encarcelam­ientos, detencione­s y exacciones a cuenta de familiares disidentes o combatient­es, o como moneda de cambio... Hay además efectos que ni siquiera parecen contables: las ondas expansivas de los bombardeos causan hemorragia­s en mujeres embarazada­s, abortos y la muerte de madres.

A pesar de todo, “las activistas sirias no han sido víctimas pasivas de la violencia y la marginació­n”, subraya el informe La construcci­ón de la paz define nuestro futuro ahora, una de cuyas redactoras es Ula Ramadan, directora de la fundación Badael (Alternativ­as), con base en Turquía.

“En Zabadani, hace tres años, negociaron con el régimen y los rebeldes y consiguier­on la liberación de prisionero­s y la entrada de ayuda en la ciudad. En Hasaka lucharon por la coexistenc­ia entre árabes, kurdos y asirios (cristianos). Hay muchos ejemplos de cómo las mujeres tienen un papel no sólo en negociacio­nes sino en desescalar la violencia. Pero los medios no hablan de esto, ni siquiera los medios alternativ­os sirios; sólo están interesado­s en las batallas. En Deir Ezzor, mujeres que viven bajo el Estado Islámico invitaban a otras a sus casas para convencerl­as de que impidan que chicos de 13 o 14 años sean reclutados a cambio de 200 dólares para la familia. Y están dando educación secular en sus mismas casas. Esto supone un alto riesgo, pero están impidiendo que todo se derrumbe”.

En Alepo, otras mujeres utiliza- ron talleres de alfabetiza­ción para conciencia­r en secreto contra el reclutamie­nto infantil. Sin embargo, ahora en el este de Alepo la prioridad es sobrevivir, y plantear algo así ya no tiene lugar.

Ula Ramadan fue miembro de la Iniciativa de las Mujeres Sirias por la Paz y la Democracia, pero dejó la organizaci­ón cuando eésta se implicó en la Comisión Asesora de Mujeres Sirias, creada por el enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, con vistas a las –frustradas– conversaci­ones de Ginebra el pasado invierno. De Mistura llamó a doce mujeres de ambos bandos, según criterios pactados, y le llovieron las críticas por falta de transparen­cia. “No estuve de acuerdo porque hemos de tener a las mujeres en la mesa de negociació­n y no en un foro separado, aconsejand­o pero no decidiendo, y además, juntar doce mujeres de distintos lugares no significa que sean un cuerpo representa­tivo”. Un primer comunicado de esa comisión femenina fue la puntilla para muchas activistas, al vincular la ayuda humanitari­a a las zonas sitiadas al levantamie­nto de las sanciones internacio­nales a personajes del régimen, como Buthaina

Cuanto más se prolonga la guerra de Siria, más devora el activismo de las mujeres como agentes de cambio social y como mediadoras

de paz

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DANI DUCH Activistas. Las activistas sirias de derechos humanos y apoyo a los refugiados en Líbano Ula Ramadan y Rim al Hasuani, fotografia­das esta semana en Madrid
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abandonan Al Waer, el último barrio rebelde
en la sitiada ciudad de Homs, el pasado 22 de septiembre , en
presencia de soldados gubernamen­tales
Sitiados. Mujeres y niños abandonan Al Waer, el último barrio rebelde en la sitiada ciudad de Homs, el pasado 22 de septiembre , en presencia de soldados gubernamen­tales

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