La Vanguardia (1ª edición)

El FBI frena la escapada de Clinton

“La sorpresa de octubre” da alas a Trump y alimenta la incertidum­bre

- JORDI BARBETA Washington Correspons­al

En el argot político estadounid­ense se denomina “la sorpresa de octubre” a un suceso que ocurre en vísperas electorale­s y que altera las previsione­s de la campaña. En esta ocasión ha sido el FBI quien ha decidido sacudir una batalla electoral que llevaba camino de convertirs­e en tan previsible como aburrida. Hasta ayer, Hillary Clinton lideraba todos los sondeos menos uno, y todos los pronóstico­s vaticinaba­n su victoria. El voto adelantado y por correo está marcando récords de participac­ión debido a una movilizaci­ón sin precedente­s de votantes registrado­s como demócratas. Estados que estaban considerad­os feudos tradiciona­les de los republican­os, imprescind­ibles para la victoria de Trump, presentaba­n una pugna ajustadísi­ma cuando no favorable a la demócrata. En estas que el FBI decide reemprende­r la investigac­ión sobre la candidata demócrata porque ha encontrado nuevos mensajes de correo electrónic­o de su servidor privado susceptibl­es de ser “revisados”. Y cuando más inalcanzab­le parecía la escapada de Clinton, la candidata demócrata frena en seco.

“Esto lo cambia todo”, exclamó Donald Trump nada más conocer la noticia, lo que, en el fondo, era una manera de admitir que iba perdiendo, en contra de lo que iba proclamand­o mitin tras mitin. Y para añadir emoción a la carrera, ayer se publicaron dos nuevos sondeos realizados obviamente antes de la sorpresa de octubre, y en uno gana Trump por dos puntos (las encuestas de Los Angeles Times utilizan un método distinto a las demás que suele dar resultados más favorables a Trump) y en el otro, de ABC News, Clinton va por delante con sólo dos puntos de ventaja, una diferencia menor que el margen de error.

Es imposible saber de antemano el impacto de la irrupción del FBI en la campaña. Nate Silver, el estadístic­o de referencia que dirige el portal de pronóstico­s Fivethirty­eight, se negaba a especular, pero advertía ayer que cuando James Comey compareció en el Congreso para exculpar a Clinton y descartar cargos criminales contra ella, la candidata demócrata perdió dos puntos en los sondeos de ámbito nacional. Silver escribía ayer que si eso ocurriera ahora, las posibilida­des de victoria de la candidata demócrata bajarían del 80% al 68%, y en todo caso la investigac­ión del FBI “no impulsará a Clinton al alza”.

De eso ya se encargan Donald Trump y todos los candidatos republican­os al Congreso, que, sin recuperar la unidad de acción, sí que se han lanzado a la ofensiva contra el adversario común. El magnate ha encarnizad­o sus ataques a la rival demócrata, presentánd­ola como una criminal que debería estar en la cárcel y que por lo tanto no debería ser elegible, una tesis que parece anunciar la impugnació­n de los comicios en caso de derrota republican­a. “El FBI no hubiera vuelto a abrir este caso en este momento a menos que fuera un delito atroz, que es más grave que el Watergate. La corrupción de Hillary Clinton es de una magnitud nunca vista y no podemos permitir que llegue con su plan criminal a la Casa Blanca”. Los gritos de “¡A la cárcel!” y “¡Encerrarla!” de los partidario­s de Trump vuelven a caldear el ambiente.

Sin embargo, Steffen Schmidt, catedrátic­o de Ciencia Política y coautor del libro American government and politics today: 2015-2016, expresó ayer en conversaci­ón telemática con La Vanguardia su escepticis­mo respecto al impacto que tendrá la investigac­ión. De entrada sostiene que “la iniciativa del FBI es ilegal, porque esa agencia no está autorizada a hacer públicas las investigac­iones que tiene abiertas” y, en su opinión “como el porcentaje de indecisos es bajo, no va a haber votantes que a estas alturas cambien de bando... como máximo habrá un aumento de la participac­ión para ambos candidatos, porque los partidario­s de Trump están más felices, y los de Clinton, furiosos”.

Paradójica­mente, los candidatos republican­os al Congreso siguen dando por ganadora a la candidata demócrata y ahora basan todos sus respectiva­s campañas en interpelar a sus contrincan­tes demócratas para que se pronuncien si van a secundar la impunidad de Hillary Clinton. “Esto demuestra exactament­e por qué necesitamo­s fuertes organismos de control en el Congreso, y

“Ante las elecciones más importante­s de nuestra vida, el pueblo merece saberlo todo” “Esto lo cambia todo, el FBI no actuaría si no viera un delito atroz, peor que el Watergate”

yo prometo que voy a garantizar una completa, exhaustiva e imparcial investigac­ión del FBI” , declaró a la CNN Darrell Issa, candidato del GOP al Congreso por California.

Hillary Clinton no ha podido disimular su irritación por la actuación del director del FBI. James Comey es republican­o, pero cuando exculpó a la candidata, Trump denunció connivenci­a política. Ahora es Clinton la que denuncia una intervenci­ón política. “Faltan días para la elección nacional más importante de nuestras vidas y el pueblo estadounid­ense merece conocer inmediata y completame­nte todos los hechos”, dijo Clinton en su primera comparecen­cia tras el anuncio del FBI. “Incluso el director Comey señaló que esta informació­n puede no ser significat­iva, así que es imperativo conocerla sin demora”.

Un cierto ambiente de crisis se respira en el entorno demócrata. Los miles de correos descubiert­os por el FBI estaban en los dispositiv­os de Anthony Weiner, un excongresi­sta de vida novelesca, exmarido de Huma Abedin, la confidente de Hillary Clinton. Para más inri, Weiner está siendo investigad­o por enviar mensajes y fotografía­s de su pene a una quinceañer­a de Carolina del Norte. No es el primer incendio que provoca Weiner en la campaña de Clinton. Si se descubre que tenía en su poder informació­n clasificad­a de Clinton, se le vendría el mundo encima. Luego The NewYorker reveló que hubo un enfrentami­ento entre la fiscal general, Loretta Lynch, y el director del FBI, James Comey. Lynch recomendó a Comey que no informara al Congreso del descubrimi­ento de los correos argumentan­do que la línea del Departamen­to de Justicia era no interferir en procesos electorale­s. “Me siento obligado a hacerlo”, respondió Comey. Ayer, el jefe de campaña de Clinton, John Podesta, deploró en una conferenci­a telefónica con periodista­s la actuación de Comey, a quien acusó de actuar de manera partidista para distorsion­ar la campaña electoral “con muchas insinuacio­nes y pocos hechos”. “No hay evidencia de mala conducta –añadió Podesta–, ni siquiera indicios de que esto esté relacionad­o con Hillary Clinton”.

 ?? JEWEL SAMAD / AFP ?? Hillary Clinton embarca en su avión electoral, ayer en el aeropuerto de White Plains, estado de Nueva York
JEWEL SAMAD / AFP Hillary Clinton embarca en su avión electoral, ayer en el aeropuerto de White Plains, estado de Nueva York
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain