Aniversario devaluado
La ausencia de casi la mitad de jefes de Estado o de Gobierno a la Cumbre Iberoamericana confirma su poca utilidad
Por qué no te callas?”. La famosa queja del rey Juan Carlos a Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile del 2007 marcó un antes y un después en las relaciones de España con los países bolivarianos, pero también fue el inicio del declive de estas reuniones.
La baja asistencia de jefes de Estado o de Gobierno –sólo 12 de los 22 países miembros– a la vigésima quinta cumbre, que anoche se cerró en Cartagena de Indias, confirma la poca trascendencia que los propios mandatarios conceden a estas citas devaluadas. Ni siquiera las bodas de plata han motivado a los presidentes continentales.
Las ausencias de los líderes de Brasil y Argentina, dos de los países con mayor peso, no se han producido por ninguna crisis concreta, sino que responden claramente a ese desinterés. En el caso de España, representada por Felipe VI, la inasistencia del presidente Rajoy está más que justificada por la investidura de ayer. El caso de Portugal es la excepción que confirma la regla, pues viajaron a Colombia su presidente y su primer ministro.
La historia de las cumbres se divide en tres fases desde la primera en Guadalajara en 1991. Nacieron impulsadas por España con el objetivo estratégico de utilizar la cercanía cultural y lingüística para aprovechar las oportunidades económicas que se abrían tras la democratización del continente y la ola neoliberalizadora de los años noventa.
Esa etapa fue funcional a las inversiones de las empresas españolas, que llegaron acompañadas de millonarias ayudas de cooperación al desarrollo pagadas por la Moncloa. Sin embargo, el fracaso del neoliberalismo –la crisis argentina del 2001 fue el ejemplo más claro– propició una segunda fase con los albores del siglo y la irrupción de gobiernos de izquierda cuyos exponentes más extremos –los países bolivarianos encabezados por Venezuela– comenzaron a cuestionar la influencia española, tachándola de neocolonial. En este contexto se dio el rifirrafe del rey con Chávez.
Las expropiaciones pusieron en guardia a los inversores y forzaron a Madrid a variar su estrategia. Además, la aparición de organismos exclusivamente continentales impulsados desde el chavismo y el Brasil de Lula –sin España, Portugal y Andorra–, como la Unasur o la Celac, permitió a los líderes americanos tener influencia propia y avanzar en la integración sin tutelas
La actual etapa se inició a fines de la década pasada con la crisis económica y la necesidad de España de volcarse en sus problemas internos, como reflejó la ausencia del presidente Zapatero en Mar del Plata en el 2010. Era la primera vez que faltaba un jefe de gobierno español. Pocos años después, en el último encuentro, en Veracruz el 2014, los propios países miembros, conscientes de la pérdida de utilidad de estas reuniones, acordaron pasar de la periodicidad anual a la bienal.
Ahora que el péndulo vuelve a oscilar y muchos países del continente giran a la derecha son ellos los que tienen situaciones económicas delicadas. Según la Cepal, Argentina acabará el año con una recesión del 1,8%, mientras que Brasil, afectado además por la crisis institucional, sufrirá una caída del PIB del 3,4%. El organismo regional de la ONU estima un decrecimiento del 0,9% para el 2016 en Latinomérica y el Caribe, aunque en el 2017 volvería a crecer en conjunto un 1,5%.
“Me iría satisfecha si efectivamente la gente dijera: ‘Vemos una renovación de las cumbres, una cumbre con resultados, una cumbre más cerca de la gente’”, decía a la agencia Efe, antes de iniciarse la cumbre, la secretaria general iberoamericana, Rebeca Grynspan. “Lo urgente opaca lo importante”, añadía, en una queja que habitualmente también reiteraba cita tras cita su antecesor, Enrique Iglesias.
Si bien los términos cooperación, desarrollo, educación, juventud o integración se han repetido año tras año en los lemas y programas oficiales, la realidad es que el atractivo de las cumbres se hallaba sobre todo en la agenda coyuntural y en las reuniones bilaterales. En esta edición el lema era “Juventud, emprendimiento y educación”, pero lo que más ha trascendido es la preocupación sobre la incierta paz en Colombia o la crisis venezolana.
La falta de resultados prácticos de las cumbres, que se estancan en declaraciones finales de intenciones que luego no son aplicadas por los estados, es uno de los motivos por los cuales los ciudadanos también se desinteresan. Si los gobiernos, en lugar de buscar temas en los que difícilmente estarán en desacuerdo, como mejorar la educación, eligieran debates no resueltos en muchos países que afectan directamente a los derechos de las personas, como el aborto, el matrimonio igualitario o la violencia de género, quizás las cumbres serían más anheladas por la ciudadanía.
En todo caso, las cumbres tampoco han resuelto los problemas estructurales, como quedó claro en el encuentro empresarial paralelo. “La situación actual de los jóvenes en Iberoamérica no es alentadora”, se recogía en la declaración empresarial. Y aclaraba: “Uno de cada cinco jóvenes latinoamericanos entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja”.
Los líderes de Brasil y Argentina no han faltado este año a causa de una crisis concreta Las cumbres pasaron del neoliberalismo al bolivarismo y ahora por la crisis económica