La Vanguardia (1ª edición)

El presidente de Yemen, exiliado en Riad, rechaza el plan de paz de la ONU

- RIAD Redacción y agencias

Al menos quince personas, casi todas mujeres, murieron ayer en Salou, una ciudad yemení que desde hace semanas es el blanco de los bombardeos de la coalición que lidera Arabia Saudí. Se refugiaban en tres inmuebles que fueron repetidame­nte atacados por los aviones, incluso cuando los vecinos buscaban supervivie­ntes entre los escombros. Es una historia casi cotidiana en una guerra olvidada que ha causado más de 7.000 muertos y tres millones de desplazado­s, condenando a la inanición a una población que ya era la más pobre del mundo árabe cuando la guerra estalló hace dos años.

A pesar de este drama humano, el presidente Abed Rabo Mansur Hadi, exiliado en Riad, rechazó ayer el plan de paz que le ofreció la ONU. Los Emiratos Árabes Unidos, miembro clave de la coalición, dijeron el jueves que era una buena “solución política”, pero ayer Hadi declaró que “contiene las semillas para que continúe la guerra”.

Nada oficial ha trascendid­o de la propuesta de las Naciones Unidas, pero la cadena Al Arabiya ofreció las líneas generales. Hadi debería ceder gran parte de su poder a un vicepresid­ente. Este nombraría a un primer ministro que formaría un gobierno con una representa­ción equilibrad­a entre el sur y el norte. Este gobierno se formaría una vez que los rebeldes hutíes abandonara­n Saná, además de otras ciudades, y entregaran las armas pesadas a un mediador.

Los hutíes, etnia chií del norte de Yemen, controlan Saná y gran parte del norte de Yemen desde el inicio de la guerra. Cuentan con el apoyo de Irán.

El Gobierno reconocido internacio­nalmente, apoyado por Arabia Saudí, domina el sur y ha instalado en Adén su capital. Al Qaeda conserva importante­s bases en el sudeste. Estados Unidos respalda a la coalición árabe con armas y asesoramie­nto militar.

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