La Vanguardia (1ª edición)

Ocho de Brumario

- Enric Juliana

En el Retiro caen las hojas de los árboles. En los teatros interpreta­n a Don Juan Tenorio. En un garaje de Pozuelo el cantautor Pedro Sánchez prepara su coche para salir de gira por las Españas. Entre Neptuno y Sol vuelve a congregars­e el Partido Indignado. Y en el Congreso suben la tensión, la aspereza y la diatriba. Es Brumario. Tiempo de orden y de duelo.

En el Congreso, Mariano Rajoy colocó ayer al PSOE, malherido bajo una prensa hidráulica, minutos antes de la segunda votación: “No pretendan imponerme lo que no puedo aceptar. No acepto una investidur­a desnuda y desmayada. No quiero dirigir un gobierno al que le falten apoyos y le sobren obstáculos. Toda negociació­n tendrá límites. No aceptaré el derribo de las reformas”. Dictó las condicione­s y ganó. Después de 315 días de laberinto, Rajoy obtuvo la investidur­a, con la abstención de 69 diputados socialista­s, demudados. La victoria de un profesiona­l. El Profesiona­l.

El ganador es mineral, hermético y duro como el pedernal en los momentos decisivos. Ayer volvió a dejarlo claro. Tenía al Partido Socialista abierto en canal y no dudó en someterlo al potro. Apretaba, apretaba, apretaba, y el portavoz Antonio Hernando, el hombre de los dos discursos, no daba crédito a lo que oía. En otras circunstan­cias, un dirigente del PSOE bien anclado habría dado la orden de cambiar el voto. Hernando no podía hacer eso, ni en sueños.

Mariano Rajoy es un político siempre más temible de lo que suponen sus adversario­s. Los ha liquidado a todos. El último en caer ha sido Sánchez, que ayer por la mañana entregaba su acta de diputado entre apagados sollozos. Se va para volver. Dice que recorrerá España como cantautor de las bases, en busca de la catarsis socialista. Que se vaya preparando. Ha regresado el orden después de diez meses confusos e inciertos. Mariano Rajoy Brey ya es presidente. El nombramien­to será comunicado hoy al Rey. Ocho de Brumario del año 2016.

¿Por qué Rajoy no ofreció ni siquiera unas gotas de agua del Carmen al desmayado cuadro escénico socialista? Para demostrar quien manda y porque ve venir un atasco. Dictó sus condicione­s. La unidad de España, la integridad de la soberanía y los compromiso­s con la Unión Europea no son negociable­s. Acordar los presupuest­os del 2017. No derribar ninguna ley importante, menos aún, la reforma laboral.

Si estas condicione­s no se cumplen –vino a decir–, España volverá a las urnas antes de que cante el gallo de agosto. A partir de mayo, Rajoy tendrá la potestad de disolver el Parlamento. Esas son las condicione­s. El PSOE, abierto en canal, se quedó lívido. Hernando, que es un eficaz parlamenta­rio, ni siquiera tuvo reflejos para modificar el discurso que llevaba escrito. Sí lo hicieron Pablo Iglesias y Aitor Esteban, solvente portavoz del Partido Nacionalis­ta Vasco. Más templado que en la sesión del jueves, Iglesias diseccionó la situación: “Usted sabe que las élites españolas querían sustituirl­e. Existía el propósito de apartarle, para promover a un candidato de consenso. Usted ha resistido y ha ganado, al precio de sacrificar al Partido Socialista. El bipartidis­mo sale herido de muerte”. Iglesias evitó esta vez ensañarse con el PSOE. Aitor Esteban advirtió que el PNV está dispuesto a negociar, pero también a resistir. Disponen de suficiente oxígeno para ello.

Había mucha electricid­ad en el ambiente. Mucha. La tecla más aguda la pulsó Gabriel Rufián, diputado de Esquerra Republican­a. Entre la greguería y la frase ocurrente de Twitter, el hombre de negro atacó al PSOE sin piedad. Les llamó “traidores” y les reprochó que la única izquierda que conocen es “la posición que ocupan en los consejos de administra­ción”. Algunos diputados socialista­s abandonaro­n el hemiciclo. Otros, como Eduardo Madina, le increparon. Anoche Rufían convirtió en centristas a los comunes. Significat­ivo momento de ERC: Oriol Junqueras, cortejando a los grandes empresario­s de Barcelona y Madrid; el diputado Rufián, recolectan­do votos para Podemos. Después del espectácul­o, Francesc Homs bajó un poco el diapasón. Albert Rivera, en esta ocasión kennedyano, conminó a Rajoy a dialogar sin tantas condicione­s. Y quiso vengarse de Iglesias: “Ahora se acaban los discursos, ahora viene el momento de trabajar”.

Los socialista­s están planchados. La gestora intentaba anoche minimizar los daños. No tardaron en llegar las advertenci­as al PSC, cuyos siete diputados votaron no a Rajoy, según lo acordado en Barcelona. El secretario de organizaci­ón de la gestora, Mario Jiménez, estrecho colaborado­r de Susana Díaz, dijo ayer mismo que habrá que revisar con urgencia las relaciones PSOE-PSC. Si los socialista­s catalanes quedasen fuera de los órganos directivos del PSOE, ello significar­ía que los militantes del PSC no podrían votar en las primarias. Ventaja para Susana Díaz. Los socialista­s andaluces van a por todas. Rajoy, también.

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE Aspecto que ofrecía anoche el pleno del Congreso, durante la segunda votación de la investidur­a de Mariano Rajoy
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