Rajoy se toma tiempo y no dará a conocer su gobierno hasta el próximo jueves
El presidente advierte que no está dispuesto a “demoler” todo lo que ha hecho, aunque está abierto a mejorarlo
Ha estado 315 días en funciones, pero Mariano Rajoy no parece tener tiempo para que su Gobierno esté en plena capacidad de funcionamiento, porque se tomará tiempo y hasta el jueves por la tarde no dará a conocer su gabinete, que tomará posesión el viernes, antes de que toque la habitual reunión del Consejo de Ministros. Un tiempo, el que ha decidido darse a sí mismo Rajoy, que sorprendió incluso al propio Gobierno y al PP. Ayer había quien apuntaba a que ese retraso pueda deberse a la intención del flamante presidente de hacer un cambio en la estructura de su gobierno, lo que le llevaría más tiempo en la elaboración, a la hora de encajar las piezas, ya sea porque pueda haber más de una vicepresidencia o de que haya una nueva distribución de competencias entre ministerios.
En cualquier caso, Rajoy ya no tiene prisa. El plazo para poder ser presidente finalizaba hoy a las 12 de la noche y eso quedó resuelto ayer. Mariano Rajoy y el PP han cumplido su objetivo, han evitado las terceras elecciones y han conseguido el Gobierno. Un triunfo que ha costado tanto que tras estos 10 meses de sinsabores, los vicesecretarios, el jefe de gabinete de Rajoy, Jorge Moragas, y el portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, decidieron irse a celebrarlo con sus respectivas parejas. Mientras, Mariano Rajoy y su mujer, Elvira Fernández, cenaban en Madrid con sus amigos de Pontevedra, que se encontraban la capital.
Un alivio tras una jornada dura en el Congreso ayer, pese a la alegría de la investidura, por el tono del debate, que llevó a Rajoy, tras obtener la elección, a “serenar todos los ánimos” y poder así llegar a entendimientos.
Un entendimiento que ayer pareció más difícil que el miércoles y el jueves, porque Mariano Rajoy sorprendió con un discurso en que, en contra de lo que había ocurrido en las primeras jornadas, en vez de primar el diálogo y la mano tendida, habló de sus límites y de lo que los demás partidos, desde la oposición, deben hacer, que no es otra cosa que apoyarle, casi con la advertencia de que no será un títere en manos del Congreso.
“Hemos de negociar dentro de los límites de la realidad”, dijo. “A mí no me está permitido negociar la unidad de España, o la igualdad de los españoles. Tampoco incumplir nuestros compromisos con la Unión Europea; lo mismo que no me está permitido quebrar la estabilidad presupuestaria”. Pero además, dejó claro y advirtió, para que nadie se lleve a engaño, que “no estoy dispuesto a derribar lo construido. Se puede mejorar, sin duda, pero no puedo aceptar su demolición. Que nadie espere que yo contribuya a lesionar la recuperación económica y la creación de empleo. No haré daño a los españoles”.
Un mensaje casi contradictorio con su voluntad de llegar a acuerdos, que en fuentes próximas al presidente del Gobierno aseguraban que era un mensaje destinado más al exterior que al interior. Es decir, un mensaje a Europa y a los inversores, que están esperando certezas para volver a invertir, y que pueden temer que, como se ha dicho desde la oposición, se puedan revertir las reformas que les había llevado a pensar en España como lugar seguro. A ellos, de hecho, se refirió Rajoy, al decir que “son incontables las decisiones empresariales, inversiones de capital, iniciativas de emprendedores que llevan meses en suspenso, pendientes de que se despeje el panorama. Repito: pendientes de que se despeje el panorama, es decir, de que se ofrezca algo más que una investidura desnuda”.
Por eso Rajoy insistió en que “no tiene ningún sentido liquidar las reformas”. Lo que él propone es “mejoremos lo mejorable, pero no impidamos que España siga siendo el país que más crece en Europa y el que más empleo crea”, y añadió, para dar seguridad a los que la necesitan: “No se puede pretender que gobierne yo y traicione mi propio proyecto. No me pidan ni pretendan imponerme lo que no puedo aceptar”.
El presidente del Gobierno cree que el entendimiento, el acuerdo debe servir para construir, no para destruir. “No pido la luna, pido un gobierno previsible. No pido un cheque en blanco, pido madurez”. Lo que Mariano Rajoy quiere para el gobierno que encabezará a partir de mañana es “un gobierno previsible, en el que sus grandes líneas sean conocidas desde el principio, que anuncie de antemano lo que va a ocurrir, y especialmente lo que no va a ocurrir, para que todo el mundo sepa a qué atenerse”, porque si no es previsible, subrayó, “seguramente ni sería estable ni podría generar confianza”. Por eso quiere que los grupos que han permitido su investidura permita también gobernar en lo importante: “En primer lugar, los presupuestos generales del Estado”.