El día de la impiedad
El día que Rajoy volvió a ser investido presidente había empezado con lágrimas socialistas, pero terminó con tuits antisocialistas. Las lágrimas de Sánchez adornaron su reconversión en Quijote. Descrito como un loco, poseído por un idealismo entrañable, inicia su cabalgata por los polvorientos caminos de la cruel historia de España. En sentido contrario, la antología de tuits disparados por el portavoz del principal partido del independentismo demostraron una vez más que algunos jóvenes políticos confunden la realidad social con las redes sociales. No pueden reprimir la necesidad de convertir sus intervenciones en una antología de picaduras de avispa.
Hundiendo venenosas agujas en la enfermiza carne de los socialistas, Rufián se ganó el aplauso de los más excitados de la red catalana y los que entienden la política como el arte de acercarse al máximo a la guerra. Pero no sé si ha favorecido la estrategia de Junqueras, que desde hace años trabaja para incorporar a los votantes del PSC. El día de la investidura de Rajoy, Rufián ha conseguido centrar la atención (a favor y en contra). Desde este punto de vista su éxito personal es indiscutible. Ahora bien: ¿qué rendimiento político obtendrá ERC de ello? Lejos del plató de Twitter, ¿qué impacto tendrá en el progreso del independentismo un monólogo que pretendía ser divertido y fue estrictamente sádico? ¿Ayudará a ampliar o a contraer las bases del independentismo? Ciertamente: son muchos los votantes socialistas irritados con el hecho de que el PSOE haya permitido la investidura de Rajoy; pero, como ocurre con los pleitos de familia, nada mejor que la injerencia insultante de un vecino para reunir de nuevo a los familiares divididos o disgustados.
Por otra parte, las intervenciones de Rufián, Baldoví y Matute (y las de Iglesias, que no se dejó tentar por el histrionismo) demostraron que el Congreso ya es una institución cercana a las calles. A las calles irritadas. Rodeando el Congreso se producían protestas, pero también se producían en el interior. Esta es la característica principal del presente político. La muralla de la política ha sido parcialmente asaltada y los partidos de orden han tenido que replegarse alrededor de Rajoy. ¿Cómo utilizarán su fuerza opositora los partidos de la indignación? ¿Malgastándola con bombardeo retórico?
Mientras tanto, Mariano Rajoy, el impasible, se comportaba como un señor feudal. Reclamó vasallaje. Se aprovecha cruelmente de la debilidad de los socialistas y de Ciudadanos. En cierto modo, la sesión de ayer fue una gran demostración de impiedad. Todo el mundo buscaba la manera obtener beneficio de los despojos socialistas. El vencedor se ensañaba con los vencidos; y los radicales también. Fue el día de los buitres, de los carroñeros. Disfrutaron obscenamente de los restos de un cadáver.