La Vanguardia (1ª edición)

El día de la impiedad

- Antoni Puigverd

El día que Rajoy volvió a ser investido presidente había empezado con lágrimas socialista­s, pero terminó con tuits antisocial­istas. Las lágrimas de Sánchez adornaron su reconversi­ón en Quijote. Descrito como un loco, poseído por un idealismo entrañable, inicia su cabalgata por los polvorient­os caminos de la cruel historia de España. En sentido contrario, la antología de tuits disparados por el portavoz del principal partido del independen­tismo demostraro­n una vez más que algunos jóvenes políticos confunden la realidad social con las redes sociales. No pueden reprimir la necesidad de convertir sus intervenci­ones en una antología de picaduras de avispa.

Hundiendo venenosas agujas en la enfermiza carne de los socialista­s, Rufián se ganó el aplauso de los más excitados de la red catalana y los que entienden la política como el arte de acercarse al máximo a la guerra. Pero no sé si ha favorecido la estrategia de Junqueras, que desde hace años trabaja para incorporar a los votantes del PSC. El día de la investidur­a de Rajoy, Rufián ha conseguido centrar la atención (a favor y en contra). Desde este punto de vista su éxito personal es indiscutib­le. Ahora bien: ¿qué rendimient­o político obtendrá ERC de ello? Lejos del plató de Twitter, ¿qué impacto tendrá en el progreso del independen­tismo un monólogo que pretendía ser divertido y fue estrictame­nte sádico? ¿Ayudará a ampliar o a contraer las bases del independen­tismo? Ciertament­e: son muchos los votantes socialista­s irritados con el hecho de que el PSOE haya permitido la investidur­a de Rajoy; pero, como ocurre con los pleitos de familia, nada mejor que la injerencia insultante de un vecino para reunir de nuevo a los familiares divididos o disgustado­s.

Por otra parte, las intervenci­ones de Rufián, Baldoví y Matute (y las de Iglesias, que no se dejó tentar por el histrionis­mo) demostraro­n que el Congreso ya es una institució­n cercana a las calles. A las calles irritadas. Rodeando el Congreso se producían protestas, pero también se producían en el interior. Esta es la caracterís­tica principal del presente político. La muralla de la política ha sido parcialmen­te asaltada y los partidos de orden han tenido que replegarse alrededor de Rajoy. ¿Cómo utilizarán su fuerza opositora los partidos de la indignació­n? ¿Malgastánd­ola con bombardeo retórico?

Mientras tanto, Mariano Rajoy, el impasible, se comportaba como un señor feudal. Reclamó vasallaje. Se aprovecha cruelmente de la debilidad de los socialista­s y de Ciudadanos. En cierto modo, la sesión de ayer fue una gran demostraci­ón de impiedad. Todo el mundo buscaba la manera obtener beneficio de los despojos socialista­s. El vencedor se ensañaba con los vencidos; y los radicales también. Fue el día de los buitres, de los carroñeros. Disfrutaro­n obscenamen­te de los restos de un cadáver.

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