Rufián suscita la irritación de la Cámara
La inesperada carga a bayoneta calada del ayer portavoz de ERC, Gabriel Rufián, contra el PSOE, por su decisión de ceder el paso al PP, rompió un pleno que, hasta su intervención, se había desarrollado entre solemnidades y cortesía, aunque con un cierto tono de duelo. El diputado catalán comenzó tildando a Albert Rivera de cuñado y a la presidenta andaluza, Susana Díaz, de Richelieu –poco después la llamó “cacique de la comunidad autónoma con más paro del país”–, y vinculando a Felipe González con el señor X del GAL. Inmediatamente, y entre las primeras protestas airadas de los parlamentarios del PSOE ante esos insultos, Rufián comenzó a leer testimonios de viejos socialistas que expresaban su desamparo por la decisión de Ferraz de permitir un gobierno de Mariano Rajoy. Aunque las quejas del PSOE no cejaban, el portavoz republicano siguió leyendo expresiones de dolor y repulsa de votantes socialistas, para después lanzar una venenosa pregunta retórica: “Señores del PSOE Sociedad Anónima, ¿no les da vergüenza que sólo les quede de izquierdas el sitio en el que se sientan en el consejo de administración de las empresas?”, dijo ante las protestas del diputado Eduardo Madina. La indignación del grupo socialista no desanimó a Rufián, que conjeturó: “Si le hacen esto a su secretario general, qué no estarán dispuesto a hacerle al resto de los españoles”. La intervención de Gabriel Rufián había roto la paz de un pleno severo, pero de guante blanco, en cuya línea siguieron todos los portavoces que intervinieron a continuación. El tono retador y los insultos del diputado republicano habían generado tal ola de tensión en el hemiciclo que hasta las duras palabras contra los socialistas del diputado de Bildu Oskar Matute sonaban a esgrima dieciochesca. Completados los turnos de palabra, el portavoz socialista, Antonio Hernando, con el rostro encendido aún por la indignación, pidió la palabra por alusiones. La presidenta de la Cámara, Ana Pastor, invitó a Gabriel Rufián a retirar sus palabras contra el PSOE, y este, por toda respuesta, señaló: “A mí me daría vergüenza”, lo que provocó una inesperada reacción de los parlamentarios de PP y Ciudadanos que se unieron en un aplauso, puestos en pie, al grupo socialista. Si Rajoy no había querido expresar ningún agradecimiento específico a los socialistas por su abstención, el grupo entero subsanó esa falta sumándose al inesperado tributo de los partidos constitucionalistas a la zaherida bancada del PSOE. /