La Vanguardia (1ª edición)

Nubarrones sobre la agenda catalana

Rajoy pretende abrir antes de fin de año la financiaci­ón autonómica y dejar para más adelante si recupera aspectos del Estatut recortados por el Constituci­onal. Pero el curso electoral en Catalunya augura más choques que acuerdos.

- Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

El José María Aznar de la segunda legislatur­a, con mayoría absoluta, se destapó como la antítesis de su primer mandato, cuando Jordi Pujol alardeaba de haberle “dado la vuelta como un calcetín” al PP. Mariano

Rajoy se dispone a recorrer el camino inverso. Hay, sin embargo, una diferencia sustancial. Aznar necesitaba los votos del nacionalis­mo catalán, y Pujol tenía en su mano derribarle. Rajoy, en cambio, dispone de un arma letal sobre el PSOE y Ciudadanos: la amenaza de elecciones. Eso supone que hará algunas concesione­s, pero no se dejará marcar ritmo ni contenidos. Y tampoco piensa hablar catalán en la intimidad. La carpeta catalana va a estar presente por primera vez en la Moncloa más allá del habitual recurso judicial, pero con una actitud entre apocada y precavida, sin mucho entusiasmo.

Rajoy está convencido de que la legislatur­a no va a ser corta, ni mucho menos. La sangría del PSOE tardará en cauterizar y ahora es inviable un gobierno alternativ­o, con Podemos dispuesto a rentabiliz­ar la abstención socialista. El recién elegido presidente del Gobierno no va a someterse a la oposición, pero también ha manifestad­o a sus co- laboradore­s que desea convertir su flaqueza parlamenta­ria en oportunida­d. La debilidad socialista le permite tender la mano y alcanzar acuerdos sin perder demasiado por el camino. Este será su último mandato y, como todos los presidente­s en el final de su carrera, desea dejar una buena imagen, aunque casi nunca lo consiguen.

Así pues, Rajoy pretende hacer de la necesidad virtud. La primera prueba van a ser los presupuest­os. Intentará negociar contrapres­taciones con los socialista­s para que le den su abstención y tanteará al PNV, aunque en el PP creen que será preciso dar más tiempo a los nacionalis­tas vascos.

¿Y qué ocurre con Catalunya? La posición de Rajoy y de la nueva dirección socialista sobre este asunto es casi coincident­e, así que ve llegado el momento de abordarlo. Lo único que le preocupa al líder del PP es la actitud de Podemos. De ahí los recelos que expresó esta semana sobre el foro en el que debía abordarse el conflicto catalán, cuando el PSOE le reclamó abrir una subcomisió­n parlamenta­ria al respecto. Ni el PP ni el PSOE admiten un referéndum, pero Podemos y los partidos independen­tistas intentaría­n introducir ese debate.

Rajoy pretende abrir cuanto antes la negociació­n sobre la financiaci­ón autonómica. Incluso desea escenifica­rlo con una conferenci­a de presidente­s, aquel invento de Zapatero que cayó en el olvido. Carles

Puigdemont no irá a la cita, pero el Gobierno catalán sí estará en las negociacio­nes de la financiaci­ón. No llevará una propuesta, pero tampoco se desentende­rá. Es mucho lo que hay en juego. Ciudadanos también presionará al PP para desbloquea­r inversione­s en infraestru­cturas en Catalunya, ya que busca cultivar la imagen de lobby útil en Madrid, como la antigua CiU.

La reforma constituci­onal no se descarta, pero Rajoy cree que el independen­tismo está aflojando y quiere esperar más antes de decidirse. Se sopesa, por ejemplo, recuperar algunos atributos del Estatut recortados por el Constituci­onal e incorporar­los a la Carta Magna, pero sería una rectificac­ión por parte del PP, que fue quien llevó el Estatut al tribunal.

Pero será difícil que la tensión remita. El acoso judicial alentado por Rajoy sobre políticos catalanes sigue su curso y se sucederán las inhabilita­ciones, lo que aumentará la temperatur­a política. Además, Catalunya se adentra ya en un curso electoral y el independen­tismo necesita recuperar fuelle antes de acudir a las urnas, con la aprobación de las leyes de desconexió­n y el intento de convocar un referéndum unilateral. Es impensable que Rajoy, sus socios de Ciudadanos y un PSOE en plena guerra interna reaccionen de otra forma que no sea un cierre de filas ante esos nubarrones. La agenda catalana se abrirá camino en Madrid con apatía y será un milagro si llega a buen puerto.

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CHEMA MOYA / EFE El diputado Francesc Homs pasando junto a la bancada popular para dirigirse, ayer, a la tribuna
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