La Vanguardia (1ª edición)

‘The winner’

- Pilar Rahola

And the winner is…”, y aparece Rajoy. ¿Es un chiste, un avión, Superman? Ciertament­e, algo de Superman debe tener un político sin carisma ni exceso de cultura y menos de ingenio que consigue retornar a la Moncloa, cual culo di ferro de la política española. Nadie pareció más ineficaz en el ejercicio del poder y, al tiempo, nadie es más eficaz en el arte de mantenerlo. Es cierto que el mérito de uno es el demérito de otros, atrapados los opositores en el bucle de sus miserias, pero hay que reconocer que lo de Rajoy es un milagro bíblico. O un castigo ídem. ¿Será por nuestros pecados? Será o no, lo cierto es que Rajoy vuelve a la Moncloa contra pronóstico, más reforzado que nunca y con un superpoder añadido: el talismán de las elecciones, feliz espantajo que pondrá en la carita del PSOE cada vez que los socialista­s se pongan estupendos. Es decir, no sólo ha conseguido el voto de sus principale­s opositores para gobernar, sino que los tiene cogidos por los cataplines, no en vano lo han hecho presidente por miedo a las urnas. Y cuando un partido político tiene miedo a las urnas, pasan dos cosas: una, que muestra su desnudez y pierde antes de presentars­e; y la otra, que el miedo lo secuestra y lo paraliza. Esa fue la patética posición del portavoz del PSOE en el debate de investidur­a, antaño amigo de Pedro Sánchez y hoy avezado chivo expiatorio de la maquiavéli­ca dirección socialista, que el pobre habló mucho pero habló amordazado. Es decir, puso letras pero no dijo palabras. Y visto el panorama, habrá más como él en los caminos del socialismo, porque la mordaza, para alegría del listo de Podemos, se la han puesto a todo el partido. O casi, que los díscolos aún pueden dar algunas alegrías.

De momento tenemos a don Mariano, con su Marca, su plasma y sus posaderas nuevamente en la Moncloa, y lo único bueno, para quienes lo consideram­os una plaga de Egipto, es que deberá esforzarse algo más en conseguir imponer su criterio. Pero no se confíen, que no habrá alegría en casa del catalán pecador, porque el sonsonete del No a Catalunya es la fanfarria que lo acompaña en su tránsito a la presidenci­a. No se espera que tamaña cerrazón se apreste a tener un discurso más abierto, y si encima los socialista­s están imbuidos de “salvación nacional”, y tienen las manos atadas, aún será más difícil establecer algún puente de diálogo. Rajoy no vuelve a la Moncloa para ser mejor, ni lo necesita, porque siendo el Rajoy que conocemos le va de perlas. Y no olvidemos que el No a Catalunya le llena el saco de votos españoles. En el flanco económico, también se anuncian sufrimient­os.

Veremos cómo van los cien días, pero en el día cero algo ya sabemos: llega a la Moncloa con menos votos y, sin embargo, más libre de ataduras porque ahora ya sabe que su única oposición será ruidosa. Y cuanto más ruido, más percibido como guardián del orden. Sufriremos.

Nadie fue tan ineficaz en el poder, pero nadie ha demostrado ser más eficaz en el arte de mantenerlo

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