La Vanguardia (1ª edición)

La excelencia biomédica está en peligro

- Miguel Beato M. BEATO, investigad­or del Centre de Regulació Genòmica (CRG)

La visibilida­d de la ciencia catalana, en especial de la biomedicin­a, ha adquirido un nivel que parecía impensable hace sólo una década. Algunos de los centros creados al principio de este siglo ya se colocan entre los diez mejores a nivel mundial y el total de la producción científica catalana impresiona cuando se compara con la de los países avanzados de Europa. También la cantidad de recursos europeos captados por los científico­s que trabajan en Catalunya es envidiada en otros países. Todo ello es el resultado de una política sostenida de apoyo a la investigac­ión de calidad, con un sistema original de organizaci­ón y evaluación, que ha permitido competir en el mercado internacio­nal y atraer a los mejores científico­s jóvenes de otros países europeos.

Pues bien, todos estos logros, que han sentado la base para modernizar el modelo económico catalán y basarlo en el conocimien­to y la innovación, están en peligro. Con la crisis económica, el apoyo a los centros se ha estancado desde el 2009, haciendo imposible mantener las infraestru­cturas científica­s a un nivel competitiv­o. Tomando como ejemplo al Centre de Regulació Genòmica (CRG), los servicios científico-técnicos que eran modélicos hace cinco años ya no ofrecen a sus científico­s la posibilida­d de mantenerse en el frente de avance del conocimien­to.

En genómica nos estamos quedando rezagados en equipamien­to y estamos al límite en nuestra capacidad de almacenar datos genómicos de un modo que permita su uso en investigac­ión.

En proteómica no disponemos de la tecnología y la capacidad para analizar por espectrosc­opía de masas las modificaci­ones post-traduccion­ales de las proteínas, que son claves para comprender la epigenétic­a.

En microscopí­a nos falta capacidad para usar eficazment­e los nuevos microscopi­os de alta resolución y el análisis computacio­nal de las imágenes, y lo más grave es que no disponemos de la tecnología de criomicros­copía electrónic­a (Cryo-EM), esencial para analizar la estructura de los complejos macromolec­ulares que gobiernan la expresión del genoma y el funcionami­ento de la célula.

Todas estas tecnología­s están en continua evolución y mantenerse al día es vital no sólo para los científico­s ya ubicados en el CRG, sino también para poder cubrir las posiciones disponible­s con los mejores jóvenes científico­s. Esta situación, si no se mejora pronto, nos llevará a perder el liderazgo científico conseguido hasta ahora.

En las estadístic­as que se publican actualment­e aún no se nota este retroceso porque se basan en el trabajo de años anteriores. Es sabido que hay un desfase de casi cinco años entre la actividad científica, las publicacio­nes y su valoración por la comunidad. Pero ya llevamos más de seis años sin incrementa­r nuestro presupuest­o y pronto se hará visible la tendencia al descenso en la calificaci­ón del centro. La situación del CRG no es excepciona­l comparada con la de otros centros.

¿Cómo puede afrontarse este problema y encontrar una solución? Creo que es necesario un mayor apoyo económico del sistema público, pero también necesitamo­s conseguir recursos de la sociedad civil, que será la principal beneficiad­a de la creativida­d de los investigad­ores. Es obvio que ni los recursos públicos ni los privados serán

Nos estamos quedando atrás en equipamien­tos científico­s; si no se corrige, perderemos el liderazgo conseguido

suficiente­s para resolver los problemas de financiaci­ón de cada uno de los centros de investigac­ión biomédica, lo que obligaría a duplicar o triplicar los equipos. Será pues necesario priorizar las inversione­s evaluando las necesidade­s y la calidad de cada uno de los centros. Pero también cabe buscar una solución global que intente cubrir las necesidade­s de todos los centros.

En este sentido la creación del Barcelona Institute of Science and Technology (BIST), que integra a los centros más visibles internacio­nalmente y dispone de un patronato con participac­ión privada, ofrece una posibilida­d de coordinar fondos públicos y privados para llenar las lagunas de infraestru­ctura del sistema catalán de investigac­ión biomédica. El BIST podría, por ejemplo, crear una infraestru­ctura computacio­nal y bioinformá­tica única para facilitar el almacenami­ento y la utilizació­n de datos genómicos, proteómico­s y de imagen generados por los centros de investigac­ión biomédica y los hospitales. También podría crear un servicio de Cryo-EM con un grupo de investigac­ión asociado que diera servicio a todos los grupos que lo necesiten. Una misma solución podría aplicarse a la moderna espectrosc­opía de masas y a la microscopí­a de resolución molecular, que podrían ubicarse en los centros en los que estas tecnología­s están ya más desarrolla­das. Es posible que este modelo consiga movilizar de modo estable recursos privados que alivien la inversión pública y comprometa­n a la sociedad civil en el seguimient­o del desarrollo científico.

En cualquier caso, es muy importante que la clase política y la sociedad civil sean consciente­s de que los éxitos científico­s del pasado que ahora se publican con orgullo en los medios son el resultado de un sistema aún muy frágil, y que la situación creada por la crisis económica podría acabar pronto con los centros que han contribuid­o a colocar Barcelona y a Catalunya en el mapa científico. Esta situación debería motivar a quienes seriamente creen en la necesidad de un cambio de modelo económico a trabajar en una solución sostenible para el futuro de la investigac­ión biomédica en el país.

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