La Vanguardia (1ª edición)

Zelda Fitzgerald, el personaje deseado por varias actrices de Hollywood

En Hollywood desarrolla­n tres proyectos centrados en la musa de F. Scott Fitzgerald

- PERE SOLÀ GIMFERRER Barcelona

Cuando anhelas la atención de los críticos nunca viene mal interpreta­r un personaje conocido. Suele reunir los requisitos imprescind­ibles para conseguir la aprobación del sector. El actor debe pronunciar un acento concreto, los compañeros de maquillaje y peluquería buscan la caracteriz­ación adecuada y nunca faltan momentos dramáticos para arrancar ese aplauso o ese apoyo entre los votantes de los Oscar, sobre todo algún monólogo donde sólo puedan brillar ellos. Que se lo digan a Meryl Streep o Daniel DayJennife­r Lewis, que recibieron sus terceras estatuilla­s por interpreta­r figuras históricas como Margaret Thatcher y Abraham Lincoln.

Así se entiende que se den casos tan peculiares como el actual donde las actrices de Hollywood se mueren por interpreta­r a Zelda Fitzgerald, Sayre de soltera, una de las mujeres más destacadas en la era del jazz de los años veinte. Scarlett Johansson y Jennifer Lawrence tienen películas paralelas en estado de preproducc­ión y Christina Ricci está lista para estrenar una serie. La musa de F. Scott Fitzgerald (El gran

Gatsby), que era mucho más que una esposa, tiene esos ingredient­es para que se luzcan con un toque de seducción, y algún arrebato de ira. Sólo hay que imaginarse a Scarlett o tirándose por las escaleras de mármol de una fiesta parisina porque su marido está flirteando con otra mujer.

Pero sobre todo tiene sentido que haya tantos proyectos paralelos en el contexto contemporá­neo. El feminismo está en auge en un Hollywood donde las actrices como Jennifer Lawrence hablan abiertamen­te de las injusticia­s sociales como la falta de igualdad salarial, donde en las alfombras rojas sólo les preguntan sobre su vestido y donde las estrellas mayores denuncian que los productore­s no están interesado­s en producirle­s películas si tienen arrugas. Y Zelda es una de las féminas más reivindica­das por el movimiento feminista desde la publicació­n de la biografía escrita por Nancy Milford en los setenta que la perfilaba como una mujer indomable.

La primera en apropiarse del nombre de Zelda está previsto que sea Christina Ricci (36), esa actriz infantil que nunca ha repetido su éxito de niña pero que sabe jugar sus cartas, consciente que su enorme mirada es magnética y puede canalizar tanto la rareza de Miércoles de La familia Addams como el atractivo de la novelista nacida en Alabama en 1900, esa que prefería vivir en el libertinaj­e que someterse al rol que deparaba la sociedad ultraconse­rvadora de la América profunda. Como era hija del juez del Tribunal Superior de Justicia de Alabama se podía permitir algún que otro escándalo.

En Z: The beginning of everything el plan es analizar uno de los matrimonio­s más controvert­idos de la historia del arte por su afición al alcohol, su necesidad de escribir sus vivencias y las constantes discusione­s que les acercarían a figuras como Ernest Hemingway. Woody Allen ya se adentraría en la toxicidad de la relación de forma anecdótica en la película en clave artística-nostálgica de Medianoche en París. “Mi talento reside en beber”, decía esa Zelda deslenguad­a en tono de humor. La obsesión de ambos por el alcohol les convertirí­a en una compañía muy incómoda de la llamada Generación Perdida, discutiend­o sus infidelida­des en público y más acostumbra­dos a perder la compostura que dejar entrever su genialidad. En el caso de Zelda, acabaría traicionad­a por su mente y por su propio marido, ingresándo­se en un hospital psiquiátri­co donde F. Scott la enterraría culturalme­nte. Mientras académicos la acusaron durante décadas de entorpecer la labor literaria de su marido como si ella no hubiera sido la Rosalind de A este lado del paraíso yla mítica Daisy Buchanan de El gran

Gatsby, los biógrafos sí consideran probado que F. Scott impidió activament­e que se hiciera un nombre por ella misma.

Es en esta etapa donde Scarlett Johansson (31) y Jennifer Lawrence (26) tienen su mejor material dramático para sus proyectos paralelos. Lawrence, ganadora de un Oscar por El lado bueno de

las cosas y nominada habitual, tiene como aliciente el interés del director Ron Howard, que ya se hizo con el Oscar con el biopic del matemático John Nash en Una mente maravillos­a pero Johansson cuenta con el apoyo de la fundación Fitzgerald, dispuesta a entregarle manuscrito­s inéditos para disecciona­r el matrimonio en The beautiful and the damned, que coge el título prestado

de una obra del escritor.

Es la estrategia perfecta para demostrar su valía y que los académicos se la tomen en serio, siendo ignorada constantem­ente para el Oscar incluso por sus mejores interpreta­ciones

(Lost in translatio­n,

Match Point y Her). Y, si tenemos en cuenta el historial de adicción, de abusos psicológic­os, de fragilidad mental y su trágico destino, muriendo encerrada en su habitación a los 47 años, esperando su terapia de electrosho­ck mientras su hospital de Carolina del Norte ardía en llamas, hay historia que contar y material que interpreta­r. La vida de Zelda era un drama.

La vida de la escritora podría dar a Scarlett Johansson el drama para ganar un Oscar que se le resiste

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Paralelos. Christina Ricci será la primera en interpreta­r a Zelda con una serie para la plataforma de contenidos Amazon. Después tocará ver si Scarlett Johansson y Jennifer Lawrence siguen adelante con sus películas como ya sucedió en el 2006 con...
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