La Vanguardia (1ª edición)

Último brigadista británico

STAN HILTON (1917-2016) Veterano de las Brigadas Internacio­nales

- PABLO CUBÍ

Este fin de semana Madrid acoge los actos por el 80.º aniversari­o de la creación de las brigadas internacio­nales. Apenas una decena quedan de aquellos idealistas que convirtier­on nuestra contienda en la suya propia. Uno de ellos era Stan Hilton, el último de los 2.500 hombres que formaron el batallón británico y un claro ejemplo de las ilusiones y decepcione­s que vivieron esos combatient­es.

Hilton era un marinero de 19 años, natural de Newhaven, un puerto al sudeste de Inglaterra, cerca de Brighton. Tenía un fuerte carácter y espíritu aventurero. En uno de los viajes en un carguero que hizo a España decidió desembarca­r en Alicante después de una pelea con un oficial. Era noviembre de 1937 y la contienda española se había convertido ya en el campo de ensayos de la política europea, por no decir mundial. Jóvenes de todo el mundo entendían que la lucha contra el fascismo y por la democracia pasaba por nuestro país.

Hilton quiso ser uno de ellos. “Los españoles necesitaba­n ayuda, era lo que había que hacer”, explicaría años después sobre su decisión de unirse a las brigadas. De Alicante viajó a Albacete donde se encontraba el batallón británico, que formaba parte de la 15.ª Brigada Internacio­nal. Su bautismo de fuego fue en el frente de Teruel, sólo para conocer la derrota. Como pronto aprendió Hilton, no había nada idílico ni en la guerra ni en España. El frente no podía ser más distinto del soleado país que tenía en mente. “Nos helábamos, el tiempo siempre era gélido”, recordaba en Voices from a mountain (Voces desde una montaña), un documental del 2001 que recogía el testimonio de británicos que participar­on en la guerra y que aún se puede ver en YouTube.

Otra decepción que descubrió pronto era que la lucha por la libertad no unía voluntades. Las luchas internas entre las diferentes facciones de los republican­os estaban haciendo la victoria de Franco más fácil. En la primavera de 1938 su batallón se vio obligado a retroceder ante el empuje de las tropas de los golpistas, que recibían a su vez ayuda italiana y alemana. La Brigada Internacio­nal se retiraba hacia Aragón y luego Cataluña en desbandada, al igual que todo el frente republican­o.

“Aquello era un sálvese quien pueda”, explicaba Hilton. Apunto estuvo de ser capturado. Logró huir tirándose al Ebro y nadando río abajo. Ya había tenido bastante. Más de 500 compatriot­as perdieron la vida en suelo español aquellos meses. Hilton dejó la brigada y se trasladó a Barcelona, donde embarcó hacia casa. Era marzo del 38, semanas antes de que empezara la batalla del Ebro, la más larga y cruenta.

Volvió a pasar junto a las costas españolas durante la Segunda Guerra Mundial, mientras servía a bordo de un buque mercante de la Armada. Tras su desmoviliz­ación, dejó Inglaterra y se trasladó a Australia para trabajar como soldador. “Siempre he tenido un carácter demasiado jocoso y gamberro para que me estuvieran dando órdenes con flema británica”, bromeaba. No volvió a Europa.

Hilton falleció el pasado día 21, a los 98 años, apenas unas semanas después de que muriera Jules Paivio, el último veterano del batallón canadiense. “Mientras nuestro gobierno miraba hacia otro lado y desatendía otro Estado demócrata, fueron los combatient­es voluntario­s como Hilton los que salvaron el honor y la reputación de nuestro país”, recordó Jim Jump, secretario del Internatio­nal Brigade Memorial Trust.

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