Las tasas de la Sagrada Família
La Junta Constructora asegura que el templo paga los tributos que le corresponden
La Sagrada Família paga todos los impuestos religiosamente. Este es el mensaje de la junta constructora del templo ante quienes en los últimos días han querido presentar la Sagrada Família como un negocio que no controla a nadie y que gana dinero a cuenta de las exenciones fiscales que prevén los acuerdos IglesiaEstado. Esta semana han detallado a CatalunyaReligió.cat todos los impuestos que pagan por su actividad económica.
La Sagrada Família es la única iglesia de Barcelona que no construye el arzobispado. La iniciaron un grupo de fieles en 1882 y al cabo de poco encargaron la obra a Antoni Gaudí. Una iniciativa privada que después se convirtió en una fundación canónica presidida por el arzobispo de Barcelona. Pero el arzobispado y la junta constructora son dos entidades diferentes y con economías separadas. Todo el dinero que recauda la Fundació de la Sagrada Família se tiene que destinar a la construcción del templo hasta que acaben las obras. No se pueden destinar a construir otra iglesia o a pagar el sueldo de los curas.
El hecho de que la fundación esté construyendo un templo le da derecho a algunas exenciones, como cualquier obra con finalidad religiosa. Pero los responsables del templo explican que la mayoría de beneficios fiscales se derivan del hecho de ser una fundación sin ánimo de lucro. Exenciones a las que tienen derecho todas las fundaciones que se pueden acoger a la ley estatal 49/2002, sean civiles o canónicas. Por ejemplo, aunque el Congreso de los Diputados derogara los acuerdos Iglesia-Estado, la Sagrada Família seguiría sin pagar el IBI en el Ayuntamiento. La ley de fundaciones exime de este impuesto a la mayoría de entidades sin ánimo de lucro, como tampoco pagan los edificios y monumentos históricos, las fundaciones de sindicatos o partidos, la Cruz Roja, la SGAE, o los yacimientos arqueológicos. Se trata de una exención que también se hareguladoparalascomunidades islámicas, protestantes y judías.
El otro tema polémico es la licencia municipal. La construcción de iglesias está exenta del ICIO, pero no de la tasa de la licencia. Como ya explicó La Vanguardia, el problema está en que la petición de licencia que la Sagrada Família presentó en 1885, el Ayuntamiento no la ha contestado nunca. Ni la ha reclamado, aunque la obra siempre ha sido bien visible. Tanto los responsables del templo como el gobierno municipal admiten que este silencio administrativo de 131 años sólo se puede solucionar con un pacto.
Excepto en el caso de la licencia de obras que se mueve en el limbo jurídico, la junta constructora insiste en que cualquier exención está documentada y aceptada por la administración. Por ejemplo, la exención del IBI es reconocida por el Ayuntamiento. Por otra parte, toda la actividad que no tiene que ver con la construcción del templo (servicios turísticos o tienda) paga el IVA que correspondería a cualquier empresa.
Hoy la construcción tiene un presupuesto de más de 25 millones de euros anuales y genera unos 800 puestos de trabajo directos por la obra y la atención a los visitantes. Una entidad de este volumen está constantemente controlada fiscalmente y las autoridades tributarias tienen toda la información financiera. A pesar de las inspecciones periódicas, no han tenido nunca ninguna sanción.
En definitiva, los responsables del templo remarcan que nadie se hace rico construyendo la Sagrada Família. Lo que pasa ahora es que debido al éxito del proyecto ya no tienen que salir a la calle pidiendo dinero para la obra como hacía Antoni Gaudí o los fieles que reanudaron la obra después de la Guerra Civil.
La ley de Fundaciones exime de pagar el IBI, como a muchas otras entidades, incluidos partidos y sindicatos