El arte de... discutir
Art
Autora: Yasmina Reza Lugar y fecha: T. Goya (19/X/2016) En 1994, la dramaturga Yasmina Reza estrenó Arte, una comedia que en los últimos veinte años no ha parado de traducirse y representarse por medio mundo. En Barcelona se puede ver por tercera vez. Enseguida se representó en castellano, primero en un montaje encabezado por Josep Maria Flotats y el segundo con Ricardo Darín. Ahora, el público aplaudirá tres nombres de primer nivel que aseguran la fortaleza y credibilidad del conflicto que se enciende nada más iniciada la función. Me refiero a Francesc Orella, Pere Arquillué y Lluís Villanueva.
Villanueva es Sergi, un hombre que se gana muy bien la vida, y que un día decide que una pintura de vanguardia tiene que honrar su domicilio. Dicho y hecho: un galerista amigo satisface su deseo y le endosa por 200.000 € una pintura que es absolutamente blanca, sin ningún relieve. Satisfecho por su compra, Sergi muestra el cuadro a su amigo Marco (Orella), el cual no se priva de despreciar la pintura y de censurar al comprador, con palabras cada vez más subidas de tono. Cuando Sergi y Marc parecen estar perfectamente enemistados, se presenta Ivan (Arquillué) que, de entrada, parece más conciliador, pero que después acaba involucrado en su disputa con una argumentación bien peculiar que suscita aplausos intempestivos de la audiencia.
La habilidad de Reza consistió en hacer que unos juicios críticos muy elementales sobre el arte moderno derivaran hacia unas reflexiones bastante interesantes sobre la amistad y las debilidades y egoísmos que esta encubre. La comercialidad de Art, incuestionable, satisface a un público mayoritario que, con todo el confort del mundo, ofrece su complicidad a una controversia que tiene vertientes morales inesperadas. Las risotadas son francas y generosas. Con una tripleta de actores impecable, hay diversión para rato. No sería extraño que los protagonistas se comieran los turrones.
Con respecto a la dirección, hay que celebrar el reencuentro de Miquel Gorriz, un gran profesional salido del laboratorio de la Beckett y que ha tenido aciertos tan destacables como aquel Primer amor del patrón de la sala, muy premiado. En Art, Gorriz hace un planteamiento desvergonzado del tiempo narrativo, eliminando las transiciones de una escena a la otra. El espectáculo es, así, un continuum, como si todas las vicisitudes se produjeran en una única y dilatada secuencia. Formidable. Sobresaliente la escenografía de Jon Berrondo. Evidentemente blanca, como todo el mobiliario.