Viva il buon Mozart
Don Giovanni
Intérpretes: Carlos Daza (Don Giovanni), Toni Marsol (Leporello), Núria Vilà (Donna Anna), Eugènia Montenegro (Donna Elvira), David Alegret (Don Ottavio), Sara Blanch (Zerlina), Juan Carlos Esteve (Masetto), Sinho Kim (Commendatore). Orquesta Sinfónica del Vallés. Coro de Amics de l’Òpera de Sabadell. Dir. Cor y Dir. Mus.: Daniel Gil de Tejada. Dir. esc.: Pau Monterde Lugar y fecha: Teatre La Faràndula de Sabadell (26/X/2016) Tienen mucho que celebrar esta temporada los Amigos de la Ópera de Sabadell, con su alma máter, Mirna Lacambra, al frente: 35 años de su fundación, 30 de la creación de la Orquesta Simfònica del Vallès y 20 de la Escuela de Ópera de Sabadell. Lo celebran con el inicio de temporada con el Don Giovanni de Mozart, uno de sus compositores más representados y un título que se ve por cuarta vez en su historia.
La apuesta por el libertino operístico por antonomasia tuvo un resultado feliz gracias a un equipo vocal homogéneo, compuesto, como suele ser en Sabadell, por cantantes catalanes de reconocido nivel. Aristocrático, de elegante fraseo, emisión redonda y timbre cálido, triunfó el protagonismo del barítono Carlos Daza como Don Giovanni hedonista y seductor, con una gran escena final que redondeó una interpretación sin mácula. En el reverso bufo, se llevó el público en el bolsillo, un robaescenas de libro como fue el Leporello de Toni Marsol, de intachable vocalidad y bis cómica desbordante. Bravo el debut de Don Ottavio del tenor David Alegret, quien cantó con buen gusto y musicalidad destacando con un Il mio tesoro técnicamente irreprochable. Solvente y teatral el Masetto de Juan Carlos Esteve así como el seguro Commendatore de Sinho Kim.
En el apartado protagónico femenino, brilló con luz propia la Zerlina de la soprano Sara Blanch, un debut radiante, lleno de una vitalidad vocal irresistible. La nobleza del instrumento de Núria Vilà como Donna Anna o el carácter y personalidad vocal de la Donna Elvira de Eugenia Montenegro redondearon un cast sin fisuras. Mención de honor para el trabajo desde el foso de Daniel Gil de Tejada, quien infundió nervio y vigor a una partitura compleja y larga, sin decaer en las casi tres horas de la ópera con una Simfònica del Vallès donde la sección de viento lució sobremanera. Una producción oscura y sencilla, firmada por Pau Monterde, brindó el éxito de la función al trabajo teatral de los cantantes, doble mérito para ellos.