La Vanguardia (1ª edición)

El Salón del Manga no tiene edad

El certamen se llena hasta la bandera con niños, jóvenes y hasta octogenari­as, y los creadores del manga ‘Pokémon’ hablan de su obra

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El Salón del Manga ya es una gran fiesta. Una fiesta enorme repleta de decenas de miles de niños, jóvenes e incluso octogenari­as. Un divertido hervidero multicolor repleto de disfraces con pelucas imposibles, capas, minifaldas, espadones de plástico y de cartón pintado y cualquier adminículo que caracteric­e a las decenas de personajes que muchos otakus –los aficionado­s al manga– eligen para vestirse durante los días del salón. Un encuentro que se celebra en los palacios de Fira de Barcelona en plaza Espanya y que este año, debido al puente festivo del 1 de noviembre, ha comenzado en sábado en vez de en jueves. Esto es, ha arrancado por uno de los días grandes: todas las entradas para el fin de semana ya se habían vendido hace días por internet, pero aún quedan para mañana y el martes.

Y no sólo ha arrancado sin calentamie­nto previo sino que lo ha hecho incluso fuera del recinto: ayer por la mañana, antes de ir al salón, dos de las estrellas del certamen, Satoshi Yamamoto y Hidenori Kusaka, adaptadore­s del videojuego Pokémon al manga, hablaron con la prensa en Norma Cómics. El primer impacto lo dio su editor: en un año han vendido... 150.000 unidades de los cómics de Pokémon.

Los dos autores, que llevan 16 años trabajando juntos e iban con simpáticos sombreros –de uno asomaba un Pikachu–, explicaron que una de las mayores dificultad­es de su trabajo es que deben ser “fieles al videojuego, porque no nos podemos permitir que a sus fans no les guste su juego favorito, pero si todo es igual que el juego, sería muy aburrido, en el videojuego el jugador da carácter al personaje, en el manga hemos de crearlo”, dice el guionista, Kusaka, que explica que lo que más le gusta de Pokémon es el concepto de monstruos de bolsillo con el que está formado su nombre (Pokémon es una contracció­n de Poketto monsuta). Él es un amante de los monstruos, pero mejor pequeños, a diferencia de “esos monstruos gigantes llenos de pinchos por todas partes como Godzilla. Los Pokémon siguen siendo monstruos, pero son adorables. A Godzilla no te lo puedes meter en el bolsillo”, bromea.

El que no bromea es Yamamoto cuando explica lo difícil que fue para él hacer la transición de la primera dibujante de la serie, Mato, cuando ésta enfermó a los cuatro años de comenzarla. Cuenta que entró en internet y vio un alud de críticas negativas a su dibujo. “Había muchos contra el cambio, decían qué horror, lo pasé bastante mal por el rechazo”. Se dijo que tenía que trabajar al máximo y cumplir con los lectores y “al cabo de diez años los comentario­s positivos superaron a los negativos”. “Ahora –sonríe– me dicen que mi mejor época fue cuando tuve mayor rechazo y me piden que adopte aquel tipo de dibujo”.

En el salón de este año, donde fueron a firmar luego, no escasean los disfraces de Pikachu. Aunque disfraces no faltan de casi ningún manga. Dos chicas de 30 y 31 años que van vestidas de la princesa Mononoke y de la Bulma de Dragon Ball resumen el espíritu del encuentro: les gusta disfrazars­e de sus personajes favoritos junto a mucha otra gente porque aún conservan emocionalm­ente alguna esencia de cuando niñas y “aquí no eres un bicho raro”. En el Salón del Manga no hay bichos raros. Hay fiesta. Y se contagia. Dos señoras octogenari­as caminan frente al escenario de la

plaza Univers. Van lentas, una con bastón, y se giran a comentar cada disfraz. Pero la sorpresa real la tiene el periodista. No, no se han equivocado. Es el segundo año que vienen. Una tiene una nieta a la que le gusta mucho el género. “Incluso fue a Japón”, cuenta. “Venimos a ver los disfraces, la juventud, nos gustan”, comenta la otra contenta. Y sonríe, que si le hubiera pillado antes...

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Unas jóvenes en el Salón del Manga ayer por la tarde

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