Roja a Tebas
El Camp Nou enseña sus garras contra el presidente de LaLiga
Si hay algo que une, que motiva, que excita al barcelonismo es cuando se siente atacado, cuando tiene un antagonista común. Históricamente, el campo del Barça siempre ha sido un clamor para hacer piña y defenderse. Entonces, no es que enseñe las uñas sino que saca las garras y afila las fauces. Desde 1925 cuando se pitó el himno en Les Corts –y Primo de Rivera cerró el club– hasta pasando por el retorno de Figo, la crisis del presidente Gaspart o los goles de Cristiano. Desde las senyeres de Basilea a las estelades de Berlín y la Champions. Ayer el enemigo público número uno fue Javier Tebas y el Camp Nou le enseñó tarjeta roja. Aunque acostumbrado y casi encantado de encontrarse (o meterse) en el centro del huracán, más que la pañolada, la reprobación y los cánticos quizás a Tebas, por sus filias, le dolió más el triunfo del Barça. Ahí sí que le dieron donde le escuece.
Dos veces la afición expresó su malestar por las declaraciones del presidente de LaLiga. En el minuto 12 de las dos partes. Ese el número con el que se identifica a la afición, nada que ver con el dorsal de Rafinha.
Llegado el momento, la grada se pobló de pañuelos blancos. No de rendición, sino como bandera de protesta. Pese a que el pañuelo de tela ha dejado de ser un complemento de moda, la gente vino preparada de casa. Mientras que en el espacio de animación del gol Norte–curiosamente creado por iniciativa de LaLiga– se le enseñaba la roja y se iniciaba el cántico “Tebas, vete ya”. No fue por imperativo, como en el PSOE. En el Estadi no fue necesario obligar y nadie se abstuvo. Todos cantaron.
Excepto los 82.914 espectadores que estuvieron en las gradas y participaron en la pañolada, pocos más se enteraron del descontento del Barcelona sobre la incontinencia verbal de Javier Tebas y el Comité de Competición. Porque la televisión no enseñó en directo la protesta. El locutor comentó la acción reivindicativa, sí, pero no hubo imágenes que la ilustraran. El realizador se centró en el juego y no abrió el plano para mostrar cómo los socios y seguidores del Barcelona hacían público su enfado con el presidente de LaLiga. El acto de omisión recordó a la primera pitada al himno en la final de Mestalla del 2009 entre el Barça y el Athletic. Entonces, el sonido ambiente se bajó a propósito, lo que le costó el cargo al director de deportes de RTVE.
Para acabar de adobar el terreno de protesta, el designado para arbitrar el partido fue Martínez Munuera, del colegio valenciano. Nacido en Benidorm, a este policía local en excedencia seguramente le habría llegado la campaña de los medios valencianistas por ensuciar la celebración del gol de los blaugrana en Mestalla. Así que quien quisiera ver fantasmas tenía sus motivos. Pero el partido, en cuanto a entradas feas, no tuvo nada que ver con el de la semana pasada. Sólo se engancharon y se encararon Neymar –señalado por Mestalla– y Vezo, que el año pasado jugaba en el Valencia.
También en el gol se comportaron los barcelonistas según los cánones que exigen desde los despachos de Madrid. Rafinha se deslizó por el césped de rodillas y abrió los brazos en forma de cruz. Nada que los interpretadores de la celebraciones pudiesen observar punitivo. Nada que ver con el gesto de cortar el cuello que hizo el jugador de los Chicago Bulls Wade después de encestar el triple decisivo contra los Boston Celtis. La NBA le ha multado con 25.000 euros por incitación a la violencia. Eso sí que es provocar de verdad. Para que se entienda la diferencia.
UNANIMIDAD La grada se pobló de pañuelos blancos; no fue por imperativo como en el PSOE ni nadie se abstuvo
EL JUGADOR NÚMERO 12 Rafinha celebró el gol según los cánones de rectitud, nada que ver con Wade en la NBA