La Vanguardia (1ª edición)

La patata caliente del presupuest­o

- Manel Pérez

El auténtico sapo que atragantar­á las gargantas de los diputados socialista­s que se abstuviero­n ayer en la votación de investidur­a de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno aún está en gestación. Se trata de los presupuest­os generales del Estado para el año próximo y su elaboració­n que debe considerar­se obra delicada.

Quizás por eso, por tratarse de un tema espinoso que condiciona­rá la existencia e incluso la duración del próximo Gobierno, y la mala vida de la oposición socialista, los portavoces de las tres fuerzas principalm­ente implicadas en el desenlace de la investidur­a, pasaron de puntillas por ese auténtico marrón de la legislatur­a. Rajoy, un práctico sin complejos, despachó burocrátic­amente el asunto remitiendo a los interesado­s al acta de sesiones del debate anterior, el de finales de agosto en el que hizo una referencia genérica a las medidas pactadas con Ciudadanos. Tal vez así, si no se les menta la bicha, pudo ser el cálculo, el trámite será más llevadero.

El socialista Antonio Hernando, el nuevo Bruto de la política española, enumeró una deslavazad­a retahíla de medidas de gasto (extensión del subsidio de desempleo, rebaja del IVA cultural, supresión limitada del copago farmacéuti­co, igualdad salarial de género, subida del salario mínimo y revitaliza­ción del pacto de Toledo sobre pensiones) que no se puede considerar un programa de política económica o presupuest­aria. De ninguna manera sirvió para hacerse una idea de por dónde irá la oposición del grupo socialista en asuntos económicos y presupuest­arios. Una indicación de que el interés estará más escorado hacia el nuevo modelo de financiaci­ón autonómica, no en balde son los barones territoria­les, con Susana Díaz al frente, los que gobiernan el timón del zarandeado buque socialista.

Quién más se animó fue Albert Rivera, el líder de Ciudadanos. Recordó sus 150 medidas, hizo cálculos con sus propuestas de gastos y aumento de ingresos y repiqueteó la idea de que “ahora no vale subir el IRPF y el IVA otra vez”.

No logró que Rajoy bajara a la arena. El presidente concedió que “no podemos en esta legislatur­a” subir esos impuestos, para a renglón sembrar la duda: “Vamos a ver cuál es la evolución de la recaudació­n a lo largo de lo que resta de año”. A muchos les recordó la promesa electoral del 2011 de no subir impuestos, inmediatam­ente olvidada al llegar al Gobierno con la subida del de la renta, rematada después con el polémico aumento del IVA. El episodio que más tensión creó en el equipo económico, entre Cristóbal Montoro, Hacienda y Administra­ciones Públicas, y Luis de Guindos, Economía y Competitiv­idad.

En fin, el culebrón presupuest­ario es la primera tarea del nuevo Gobierno. De entrada, en una de sus primeras reuniones, deberá abordar la propuesta del ministro de Hacienda del denominado techo o límite de gasto no financiero del Estado para el año que viene, cálculo que implica haber efectuado previament­e una previsión sobre los ingresos. Antes, el ministro deberá haberse reunido con los presidente­s autonómico­s y las administra­ciones locales.

Sobre el papel, el déficit del 2017 no debería rebasar el 3,1% del producto interior bruto (PIB), lo que la economía genera en un año. Teóricamen­te también, este año 2016 no deberá superar el 4,6%. La diferencia entre un porcentaje y otro es, redondeand­o, de unos 15.000 millones de euros. Descuadre entre ingresos y gastos que el Estado debería reducir para que en Bruselas se olviden de multas y retiradas de fondos.

Hasta ahora, el Gobierno, por boca de Luis de Guindos, ha manifestad­o que 10.000 millones se obtendrían de la mejora del ciclo económico, es decir de un crecimient­o superior al previsto, lo que dejaría los ajustes (recortes o aumentos de impuestos) en unos 5.000 millones. En fuentes próximas a Hacienda incluso hacen cálculos más optimistas, pues a la vista de la evolución de la recaudació­n creen que las cuentas saldrán mejor y, por tanto, los ingresos serán mayores y los gastos menores, especialme­nte los relacionad­os con el desempleo y las ayudas sociales.

Pero la Comisión Europea, el comisario de Asuntos económicos, Pierre Moscovici, y el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselblo­em, no lo ven tan claro y piden medidas como la subida del IVA, recortes en partidas de gastos y mano dura con las comunidade­s autónomas.

Un tema vertebral, especialme­nte sensible para los socialista­s, es el del déficit de la Seguridad Social, del orden de los 17.000 millones en el 2017. Si se mantiene la tendencia de ingresos y gastos, y a estas alturas será difícil de revertir, a finales del año próximo el fondo de reserva exhalará su último suspiro y no será trago de gusto para ninguna formación política aparecer implicada.

El PSOE defiende que las pensiones de viudedad y orfandad, unos 24.000 millones al año, pasen a ser sufragadas por un impuesto con cargo a los presupuest­os. Eso cubriría el déficit, pero obviamente complicarí­a la vida presupuest­aria y tampoco no sería del gusto de Bruselas.

Un cuadro complicado para el Gobierno y una oposición que no tiene en su mano forzar nuevas elecciones. Esperemos que por el camino no empiecen a subir los tipos de interés.

Los tres partidos implicados en la investidur­a han evitado explicar sus ideas sobre las cuentas del Estado

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JUAN CARLOS HIDALGO / EFE El Congreso de los Diputados durante el debate de ayer
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