La Vanguardia (1ª edición)

El aire de los aviones

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En La Vanguardia se explica de forma excelente el riesgo que supone para los niños la exposición a sustancias químicas (“El cerebro infantil es especialme­nte vulnerable a los productos químicos”, Tendencias, 29/X/2016). Debe considerar­se otro ámbito de exposición que no se cita. El aire que respiramos durante los viajes en avión no está exento de sustancias químicas potencialm­ente dañinas.

Varias de estas sustancias no tienen todavía un dintel de seguridad ambiental bien establecid­o y, cuando este existe, debería tenerse en cuenta el ámbito peculiar de una cabina de avión. El aire de cabina proviene mayoritari­amente del aire drenado desde los motores del avión después del contacto con el engranaje de diversas piezas (turbinas y compresore­s), que requieren para su funcionami­ento el uso de aceites no naturales que, ineludible­mente, contienen diversos aditivos químicos con efecto lubrifican­te, antidesgas­te e ignífugo.

Las altas temperatur­as del motor producen compuestos mal identifica­dos (pirólisis) de degradació­n de estos aceites, actualment­e en estudio por su efecto potencialm­ente nocivo para la salud. Otras sustancias químicas similares potencialm­ente tóxicas se encuentran en los fluidos hidráulico­s y agentes anticongel­antes.

JORDI ROIG CUTILLAS

Médico especialis­ta en neumología

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