La Vanguardia (1ª edición)

El riesgo cero no existe La habilidad para engañar a todos

Los programas en la cárcel ayudan a reducir el riesgo de reincidenc­ia, que en el caso de los violadores que han hecho el curso se sitúa en el 6%

- JAVIER RICOU Lleida

Tomás Pardo Caro ha sido el último, pero no el único. Antes que él otros violadores, como Alejandro Martínez Singul (conocido como el segundo violador del Eixample )o Pedro Jiménez (autor de la muerte de dos agentes de la Policía), reincidier­on tras pasar por la cárcel. La particular­idad de Caro, respecto a esos dos otros agresores sexuales, es que sólo tenía un antecedent­e por violación (era un delincuent­e primario), mientras que Singul y Jiménez eran agresores sexuales en serie. Singul atacó a una niña de 12 años después de cumplir una condena de 14 años por violar a catorce mujeres. Jiménez aprovechó un permiso carcelario (cumplía condena por ocho agresiones sexuales) para violar y asesinar a dos mujeres.

El riesgo de reincidenc­ia entre los violadores en serie siempre es mucho mayor que en los agresores sexuales primarios. Pardo Caro sería, pues, la excepción que rompe la regla. Y también el reflejo de una realidad que nadie esconde. Diferentes profesiona­les que trabajan con estos delincuent­es sexuales coinciden al afirmar que el riesgo cero de reincidenc­ia no existe con un violador. O dicho de otra forma: los profesiona­les encargados de los programas de rehabilita­ción en las cárceles no son infalibles, como también es imposible prever la conducta que podrá tener un violador una vez ha cumplido su condena. Este el mensaje repetido en las últimas horas por Carles Soler Iglesias, subdiguir rector general de Rehabilita­ció.

Lo único que se puede hacer hoy desde las cárceles, obviando aquellas voces que apuntan que la reincidenc­ia se acabaría con la cadena perpetua, es trabajar para reducir al mínimo el riesgo de reincidenc­ia.

Tomás Pardo Caro engañó a todo el mundo. Al equipo de tratamient­o de la cárcel, a los psicólogos y también al tribunal que acabó concediénd­ole los permisos. “Lo cierto es que el interno lleva en prisión más de diez años, por lo que, con independen­cia del tiempo que le queda, el enfoque debe centrarse en el tiempo que ya Y en Catalunya, como siempre ha defendido Santiago Redondo, profesor de Psicología y Criminolog­ía en la Universita­t de Barcelona, se está trabajando actualment­e con uno de los mejores programas que existen en Europa para conse- lleva en prisión, el tratamient­o efectuado, su evolución y la necesidad de ser preparado para la vida en libertad”, reza la resolución que le abrió la puerta de la cárcel. Y recalca la juez: “Por muchos años que pasen una agresión sexual siempre será grave... y si aplicamos ese razonamien­to nunca saldría a la calle”. ese propósito. La reincidenc­ia entre los delincuent­es sexuales se sitúa hoy en el 6%, muy por debajo de la reincidenc­ia con la delincuenc­ia en general, que asciende hasta el 30%. Pasar esos cursos, de una duración de seis meses, no es garantía, sin embargo, de éxito. De hecho, Tomás Pardo Caro superó el programa, que implica en su punto de partida reconocer el delito y mostrar empatía con la víctima. Diversos estudios realizados por el Departamen­t de Justícia sí han constatado que el riesgo de reincidenc­ia en delincuent­es sexuales se eleva hasta el 18% entre aquellos violadores que no han hecho ese curso. Es voluntario, pero la mayoría de los más de seteciento­s internos ingresados actualment­e en las cárceles catalanas por delitos sexuales se apuntan a él. Si no lo hacen, resulta mucho más complicado obtener los primeros permisos.

Además de los cursos, se han aplicado a estos delincuent­es otras medidas para reducir al mínimo la reincidenc­ia. Primero fueron las pulseras con localizado­res vía GPS, pero ese sistema únicamente permite tener a la persona localizada. La alarma sólo salta si traspasa la zona acotada, por lo que si reincide en esa área nadie se entera. Otra de las medidas, siempre voluntaria, es el tratamient­o farmacológ­ico –la mal denominada castración química–, que inhibe el impulso sexual. Efecto que desaparece en el momento en que se deja de tomar la medicación, por lo que tampoco es una garantía efectiva para evitar la reincidenc­ia. Martínez Singul se sometió, por ejemplo, a ese tratamient­o tras obtener hace un par de años la libertad tras la condena por el intento de agresión a una niña después de cumplir la primera pena por las catorce violacione­s.

La conducta de un violador una vez queda libre siempre será un enigma. En el caso de Pardo Caro, ha sorprendid­o que catorce años después de la primera violación con tentativa de homicidio haya repetido una historia con idéntico modus operandi en la misma zona y con elección de una víctima de edad similar a la que tenía la primera víctima.

En los agresores sexuales que no siguen el programa se elevan al 18% las probabilid­ades de reincidir

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GEMMA MIRALDA Tomás Pardo Caro entra en el ,juzgado de Rubí escoltado por los Mossos para prestar declaració­n

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