Recuperar la silla perdida en el BCE, el gran reto
La pérdida en enero del 2012 del puesto que España ocupaba en el consejo ejecutivo del Banco Central Europeo desde 1998 fue el golpe más duro que encajó a nivel internacional el anterior gobierno de Mariano Rajoy. La desatención de José Luis Rodríguez Zapatero, la debilidad económica de España o el perfil del candidato presentado, el jurista Antonio Sáinz de Vicuña, son algunas de las causas que se citan en Bruselas y el entorno del BCE para explicar la ruptura del ‘acuerdo entre caballeros’ por el que los cuatro países grandes del euro tendrían una silla permanente, en lugar de rotar como los pequeños y medianos (fue Luxemburgo quien ocupó el lugar dejado por España). El ministro de Economía, Luis de Guindos, aporta otra explicación en su libro España amenazada. Su colega Wolfgang Schäuble le transmitió que Alemania no apoyó al candidato español por el “disgusto” de Angela Merkel con la política económica de Zapatero, dice. “La decisión, me reiteró, estaba tomada. Creo que todavía no he llegado a encajarla, aunque dos años después, Schäuble me garantizó que la primera vacante del BCE sería para España”, asegura Guindos. La posibilidad llegará el 31 de mayo del 2018, la fecha en que cumple el mandato del portugués Vítor Constâncio, vicepresidente del emisor central. El prometido apoyo alemán a Guindos en su apuesta por la presidencia del Eurogrupo no bastó para lograrlo (Jeroen Dijsselbloem renovó sin problemas). Fuentes financieras temen que tampoco ahora el Gobierno esté haciendo el “trabajo de fondo” necesario para reunir el consenso necesario para el éxito de una operación diplomática de tal envergadura. Los repetidos incumplimientos de las metas de déficit y las trifulcas con la Comisión Europea “no son la mejor carta de presentación de España en estos momentos”, advierte el profesor Ángel Saz Carranza (Esade), pero las posibilidades aumentarían “si el año que viene demostramos rigor fiscal y si encontramos un candidato adecuado”.