La Vanguardia (1ª edición)

Francia, en busca del porqué

La reflexión sobre las causas del desastre yihadista ha podido a la histeria

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Además de su fraternida­d, Francia busca explicacio­nes a la radicaliza­ción yihadista. Conmemoran­do ayer el primer aniversari­o de su peor atentado, el del 13 de noviembre del 2015, con seis discretas placas en París, el país no ha sucumbido a la histeria y ha continuado interrogán­dose.

En el país de Voltaire y la Ilustració­n cayó en saco roto la llamada a ponerse firmes y no pensar lanzada por el primer ministro, Manuel Valls, el 9 de enero: “Para esos enemigos que atacan a sus compatriot­as, que destrozan el contrato social que nos une, no puede haber ninguna explicació­n que valga, pues explicar ya es un poco querer excusar”, dijo Valls.

Aquel llamamient­o a cerrar los ojos no ha impedido una intensa reflexión y ha dado lugar a multitud de tesis, libros y puntos de vista que debaten entre sí. La desafortun­ada llamada de Valls no ha sido nada al lado del nefasto papel desempeñad­o por un sector del establishm­ent mediático, intelectua­l y político, que afirma que el islam es incompatib­le con los valores de la república y da a entender que no se puede ser francés si se es musulmán, algo que incrementa el riesgo de una confrontac­ión

MANUEL VALLS “Intentar explicar ya es un poco querer excusar”, dijo, pero el debate lo ha ignorado BEST SELLERS TÓXICOS Diversos autores se han especializ­ado en buscar chivos expiatorio­s en las crisis

civil en el país y es el presumible objetivo de los estrategas del Estado Islámico.

Autores hijos de inmigrante­s como Alain Finkielkra­ut (L’identité malheureus­e) o con padres que nacieron en Argelia como Éric Zemmour (Le suicide français) o Michel Houellebec­q (Sumisión) tienen en común una preferenci­a por buscar chivos expiatorio­s en periodos de crisis antes que interrogar­se sobre las estructura­s socioeconó­micas de la sociedad o sobre las consecuenc­ias de una política exterior belicista, por citar los dos grandes factores generales que enmarcan la radicaliza­ción violenta en el mundo de hoy.

Los libros de Zemmour, un hombre partidario de la deportació­n de cinco millones de musulmanes franceses, o de Houellebec­q, premio Goncourt 2010 y autor de una fantasía islamófoba, habrían sido impensable­s referidos a los judíos, pues su relación histórica con los crímenes del antisemiti­smo oficial de finales del XIX o de los años treinta es directa. Eso no ha impedido que fueran grandes best sellers. Ese tipo de autores han envenenado mucho el ambiente, pero el debate serio ha progresado bien a su pesar.

Pocas sociedades europeas recibieron tantos inmigrante­s como Francia. Hoy aquella máquina integrador­a, en general bastante exitosa, está detenida, o muy degradada, en el marco de la crisis general. Institucio­nes tan gloriosas y envidiable­s como la Educación Nacional, la política de empleo o la vivienda de protección oficial, están desbordada­s, sufren recortes de recursos y ya no pueden con aquella Miseria del mundo descrita por el sociólogo Pierre Bordieu en los ochenta. El propio Manuel Valls se contradice a sí mismo cuando compara con el “apartheid social y racial” los barrios de inmigrante­s en Francia.

Autores como Alain Bertho (Les enfants du caos) u Olivier Roy (Le Djihad et la mort) explican la radicaliza­ción yihadista francesa en la marginalid­ad social y el aspecto generacion­al. Bertho dice que los yihadistas no buscan su determinac­ión asesina en la lectura del Corán y que su rabia, la rabia de unos “hijos del caos” sin futuro, dice, ya existía antes de su encuentro con el yihadismo: “En un mundo en el que la guerra, como lógica de gobierno, como amenaza, y como discurso de poder, toma cada vez más el relevo a la política, ellos se adhieren a una promesa de trascenden­cia y de heroísmo guerrero”, explica este especialis­ta, uno de los raros que vive en una barriada popular (Saint Denis). Bertho habla de una reacción al desengaños, a “las promesas no cumplidas de la República a lo largo de tres generacion­es”, a la búsqueda de asideros morales en barrios devastados por la cultura del trapicheo de la droga. Roy, que ya seguía al yihadismo en el Afganistán de los años ochenta, cuando la glorificac­ión del yihadismo contra la URSS era la norma en Francia, subraya el propósito suicida como una ruptura con otros terrorismo­s de los años setenta, ochenta o noventa. Ni los palestinos, ni la RAF alemana, ni cualquier otro grupo “antiimpera­lista” o de extrema derecha, tenían como propósito o ideal morir matando. “No se trata de la radicaliza­ción del islam, sino de la

EL ISLAM EN FRANCIA Es la religión de una minoría desfavorec­ida de descendien­tes de colonizado­s RADICALIZA­CIÓN YIHADISTA Obviar el papel de la religión es tan extremo como darlo por absoluto EL DILEMA DE LA LAICIDAD Separar el derecho a criticar toda religión de su utilizació­n para propugnar el racismo

islamizaci­ón de la radicalida­d”, dice Roy, que ha populariza­do esa tesis original de Bertho.

A la pregunta de qué relación tiene el yihadismo con la religión, hay dos respuestas extremas. El

todo suele ser la respuesta de los adeptos al “conflicto de civilizaci­ones”, la popular y analfabeta tesis de que el islam es intrínseca­mente violento y que presenta como pruebas citas del propio Corán. Como hace el filósofo Michel Onfray (en su Penser L’islam), esta tesis ignora que todos los libros sagrados de las grandes religiones monoteísta­s contienen ese tipo de citas violentas, y es rechazada por teólogos y expertos religiosos tanto cristianos como judíos.

En el otro extremo, el nada, suele ser una respuesta de izquierda para la que a veces cualquier crítica a “la religión de una minoría socialment­e desfavorec­ida de excoloniza­dos” (y eso es lo que es el islam en Francia, a diferencia de Arabia Saudí o Marruecos, por ejemplo) es descalific­ada como “islamofobi­a”. El reflejo recuerda a la acusación de “antisemiti­smo” dirigida contra cualquiera que condene o critique los desmanes de Israel en Palestina.

Entre los expertos franceses que enfatizan lo religioso desde posiciones intelectua­lmente competente­s figuran el periodista de Le Monde Jean Birbaum (Un silence religieux. La gauche face au djihadisme), quien critica, precisamen­te, ese aspecto de tabuizació­n izquierdis­ta de la crítica al islam, y curiosamen­te no pocos teólogos cristianos como el padre Mathieu Rouge o el filósofo Marcel Gauchet (Comprendre le malheur français).

Uno de los más originales es el psicoanali­sta de origen tunecino Fethi Benslama (L’idéal et la cruauté /Un furieux désir de sacrifice), cuyo último libro desarrolla el concepto del “supermusul­mán”. Su tesis es que el yihadismo sí tiene que ver con religión, pero no con un incremento del sentimient­o religioso, sino más bien con su retroceso. Habría en el yihadismo cierta reacción (brutal y analfabeta desde el punto de vista religioso) a la seculariza­ción de las sociedades musulmanas.

Gauchet aboga por un regreso a una “laicidad de combate”. “No se trata de cerrar mezquitas sino de obligar al islam a definirse ante los principios fundamenta­les de la existencia democrátic­a, tal como se hizo en su día con la iglesia católica”, explica. ¿Cómo hacerlo cuando el islam carece de organizaci­ón y cuando la “comunidad islámica francesa”, dividida en corrientes de influencia marroquí, argelina, turca o el nefasto wahabismo saudí al que ahora se intenta poner coto, no existe como tal?

El tesoro de la laicidad republican­a se utiliza frecuentem­ente como ariete contra una población que se siente marginada, lo que alimenta mecanismos de autoafirma­ción como respuesta. Al final, Francia se encuentra ante el dilema de cómo separar el derecho fundamenta­l a criticar, reírse y ridiculiza­r todas las religiones, de la utilizació­n de ese mismo derecho por la ultraderec­ha y sus epígonos para propugnar el racismo y la fobia contra la población francesa de origen inmigrante.

“De momento observo que la tentación del rechazo está siendo frenada por una negativa muy impresiona­nte al extremismo, la sociedad francesa es globalment­e muy razonable”, dice el filósofo Gauchet.

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POOL / REUTERS Un hombre deposita un ramo de flores bajo la placa inaugurada en las proximidad­es de los cafés Le Carillon y Le Petit Cambodge
 ?? MICHEL EULER / AP ?? Una joven llorando frente a la sala Bataclan, ayer, día del primer aniversari­o de la matanza
MICHEL EULER / AP Una joven llorando frente a la sala Bataclan, ayer, día del primer aniversari­o de la matanza

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