A la buena gente de Unió
Unió Democràtica vive una situación difícil. Quisiera alentar a su buena gente a transformarla en un renacimiento. Por ello harían bien en profundizar en sus textos fundacionales bajo una pregunta: ¿qué me dicen a día de hoy? Y eso significa incorporar liderazgos filosóficos más recientes. Si Dom Sturzo lo fue en la fase inicial, y Maritain a lo largo de muchos años, hoy es hora de explorar a fondo MacIntyre, y también, Taylor, Sandel, Etzioni, Hauerwas, Milbank. Un trabajo que, construido bajo la exigencia de levantar una nueva alternativa política, reuniría personas de valía. Y esto es más decisivo a la larga que moverse en juegos tácticos, como si nada hubiera cambiado.
Pero y mientras, a corto plazo, ¿qué hacer? Tres ideas: una, la construcción de una coalición electoral para dar la batalla municipal de Barcelona, porque este es el centro neurálgico del futuro, así como en los municipios donde sea posible. Hay que ir al Parlamento, claro, pero no de cualquier manera esperando recibir la herencia disipada de CiU. No se trata de un juego de etiquetas y tópicos, sino de construir una corriente social bien articulada, y plantar una alternativa a la élite progre que controla el país.
El otro objetivo es promover la complicidad con los ámbitos cristianos. Seguramente la elaboración de un proyecto cultural es la metodología adecuada. Un proyecto de sociedad para Catalunya, una alternativa de país a partir de unos acuerdos fundamentales. Pero quedará corta si no se busca el grupo mayoritario y olvidado, seguramente por su identidad débil: los católicos no practicantes, los bautizados, un conjunto alejado de la Iglesia. Como en los trabajadores antes del marxismo, hay en ellos una escasa conciencia de clase que hay que activar.
El tercer objetivo es la defensa y promoción de aquellos que lo pagan todo, porque ni escapatoria tienen, y no reciben nada porque nada está pensado para ellos: la clase media, necesidad muy ligada a la realización de una política familiar integral. La primera causa del daño es la globalización, como bien describe la conocida gráfica de la curva de cuello de elefante, pero además, desde la Generalitat han realizado pésimas políticas que lo empeoran todo.
Católicos, bautizados, clase media, familias, alternativa a las políticas gender y laicistas. Sobre esta base, Unió puede levantar su futuro. Si quiere, claro.