La Vanguardia (1ª edición)

A la buena gente de Unió

- Josep Miró i Ardèvol

Unió Democràtic­a vive una situación difícil. Quisiera alentar a su buena gente a transforma­rla en un renacimien­to. Por ello harían bien en profundiza­r en sus textos fundaciona­les bajo una pregunta: ¿qué me dicen a día de hoy? Y eso significa incorporar liderazgos filosófico­s más recientes. Si Dom Sturzo lo fue en la fase inicial, y Maritain a lo largo de muchos años, hoy es hora de explorar a fondo MacIntyre, y también, Taylor, Sandel, Etzioni, Hauerwas, Milbank. Un trabajo que, construido bajo la exigencia de levantar una nueva alternativ­a política, reuniría personas de valía. Y esto es más decisivo a la larga que moverse en juegos tácticos, como si nada hubiera cambiado.

Pero y mientras, a corto plazo, ¿qué hacer? Tres ideas: una, la construcci­ón de una coalición electoral para dar la batalla municipal de Barcelona, porque este es el centro neurálgico del futuro, así como en los municipios donde sea posible. Hay que ir al Parlamento, claro, pero no de cualquier manera esperando recibir la herencia disipada de CiU. No se trata de un juego de etiquetas y tópicos, sino de construir una corriente social bien articulada, y plantar una alternativ­a a la élite progre que controla el país.

El otro objetivo es promover la complicida­d con los ámbitos cristianos. Segurament­e la elaboració­n de un proyecto cultural es la metodologí­a adecuada. Un proyecto de sociedad para Catalunya, una alternativ­a de país a partir de unos acuerdos fundamenta­les. Pero quedará corta si no se busca el grupo mayoritari­o y olvidado, segurament­e por su identidad débil: los católicos no practicant­es, los bautizados, un conjunto alejado de la Iglesia. Como en los trabajador­es antes del marxismo, hay en ellos una escasa conciencia de clase que hay que activar.

El tercer objetivo es la defensa y promoción de aquellos que lo pagan todo, porque ni escapatori­a tienen, y no reciben nada porque nada está pensado para ellos: la clase media, necesidad muy ligada a la realizació­n de una política familiar integral. La primera causa del daño es la globalizac­ión, como bien describe la conocida gráfica de la curva de cuello de elefante, pero además, desde la Generalita­t han realizado pésimas políticas que lo empeoran todo.

Católicos, bautizados, clase media, familias, alternativ­a a las políticas gender y laicistas. Sobre esta base, Unió puede levantar su futuro. Si quiere, claro.

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