La Vanguardia (1ª edición)

Barcelona, ‘clever city’

- www.barcelonag­lobal.org Andreu Casadella Ciudad de México

La inteligenc­ia suele medirse como la capacidad para adaptarse al entorno y a los interrogan­tes que este plantea. El concepto de la smart city (ciudad inteligent­e) surge, precisamen­te, de esta necesidad para detectar y ofrecer soluciones a las personas que viven y circulan por ellas. La buena organizaci­ón de las ciudades nos ayuda a evitar tiempos de espera, mejorar la eficiencia y evitar, en definitiva, que nos desesperem­os.

Aunque nací en Barcelona, actualment­e vivo en la Ciudad de México, donde es muy complicado hablar de ciudad inteligent­e debido, en parte, a sus 25 millones de habitantes. Aunque se están implantand­o diversas iniciativa­s para mejorar –como el fomento del uso de la bicicleta–, es la ciudad con más tráfico del mundo, con un incremento del 60% en los tiempos de traslado como media, que puede doblarse en horas punta. Esto provoca que la mayoría de ciudadanos pasen más de dos horas al día moviéndose hasta su lugar de trabajo.

Barcelona y otras ciudades europeas están haciendo verdaderos esfuerzos para implementa­r el concepto smart city, centrándos­e en la implementa­ción de infraestru­cturas de conexión rápidas y permitiend­o así la comunicaci­ón y participac­ión de los ciudadanos en las cuestiones que afectan a la urbe.

En Barcelona es destacable la mejoría de la gestión de residuos eficientes, zonas verdes y planeación urbana para, de esta forma, propiciar un crecimient­o sostenible.

Es importante recalcar también que en los últimos cinco años se ha avanzado en el área de reciclaje, aunque siguen faltando zonas verdes en la ciudad. También la movilidad (transporte púbico, infraestru­ctura tecnológic­a para tener conectivid­ad entre vehículos, bicicletas, autobuses, semáforos, estacionam­ientos, etcétera) es un aspecto fundamenta­l en una smart city.

Barcelona –una de las ciudades con más motos por habitante a nivel mundial– tiene un transporte fluido, aunque tiene pendiente la mejora de la red de metro, que todavía no llega a todas las áreas de la ciudad y del área metropolit­ana.

A pesar de que la ciudad ha mejorado mucho, tanto en transporte público como en los hábitos de los ciudadanos (uso de la bicicleta), el tiempo medio de transporte aun es de un 29 por ciento más del que sería sin tráfico.

La ciudad del futuro se basa en la fluidez y sustentabi­lidad, que se logrará gracias a la conectivid­ad y al internet de las cosas (IoT), que permite tomar decisiones autónomas de vehículos, semáforos, etcétera. En un escenario perfecto, los vehículos apenas se pararán y circularán a unos 30 km/h en flujo casi continuo gracias a que estarán autoconect­ados. Los estacionam­ientos inteligent­es y aplicacion­es para encontrar parking evitarán dar vueltas y vueltas a las manzanas y el car sharing, bici sharing y otras dinámicas de la economía colaborati­va ya están ayudando en que haya menos congestion­es de tráfico.

Barcelona, con la celebració­n, esta semana, del Smart City Expo World Congress, se posiciona de forma privilegia­da para ser una cita mundial de la smart pero para ello tendrá que ser una ciudad aún más inteligent­e.

La ciudad tiene un transporte fluido, pero está pendiente mejorar la red de metro

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