Todo se decidirá en Abu Dabi tras la victoria de Hamilton
El inglés vence en Brasil, se acerca a 12 puntos de Rosberg y podrá optar al título en la última carrera de Abu Dabi
Yesssss! We did it!” (Sí, lo hicimos), gritaba enloquecido de alegría Lewis Hamilton al cruzar la meta de Interlagos, después de ganar una carrera de héroes, de valientes. Más de tres horas duró la batalla de São Paulo sobre los charcos y bajo una cortina de agua que se cobró seis abandonos y múltiples trompos por aquaplaning, tuvo dos interrupciones con bandera roja y vio aparecer hasta cinco coches de seguridad. Una odisea en la que Hamilton fue tan épico como Ulises, y como premio se ganó una partida más: llega vivo a Abu Dabi, con opciones de ser campeón en la última cita.
Como en el 2014, los dos antiguos amigos de infancia, enemigos íntimos irreconciliables en Mercedes, se jugarán la corona en la última prueba. Pero ahora, con las tornas cambiadas: Rosberg llegará líder al Marina Bay con 12 puntos de ventaja, con Hamilton a contracorriente. Las matemáticas no dejan lugar a dudas: el alemán será campeón acabando 3.º, haga lo que haga su vecino; el inglés necesita ganar y que Nico no pase del 4.º puesto... Emoción garantizada hasta el último suspiro.
Pero mucho peores opciones podría haberse llevado Rosberg de Brasil. El alemán acabó pidiendo la hora literalmente –“¡Hay más agua que antes, que se acabe la carrera!”, clamaba por radio desesperado a falta de 18 vueltas– y agradeciendo el favor que le hicieron Red Bull y Verstappen, que le regalaron el segundo puesto (3 puntos más) al pifiarla cambiando de gomas, de lluvia extrema a intermedias, para volver a calzarse gomas extremas. De ese modo, Nico pudo acabar segundo y minimizar los daños, cuando en la pista, en los pocos momentos en que a los coches les dejaron competir, Verstappen lo superó claramente con un adelantamiento bestial, con un por fuera que le clavó al alemán en la curva 3, sin apenas visibilidad y con el asfalto anegado de agua. Sensacional.
Fue ese el mejor momento –así como los dos últimos adelantamientos del holandés volador a Vettel y a Pérez para llegar al podio– de una carrera empapada y plagada de incidentes. Comenzó con salida neutralizada detrás del coche de seguridad. Cuando el Mercedes plateado de Bernd Mäylander se volvió al garaje, Verstappen regaló su primer golpe de genialidad devorando a Kimi Räikkönen al final de recta para ganar la tercera posición. Le pasó como un avión.
Pero el espectáculo incipiente sobre los charcos sólo duró seis vueltas. En la 14 regresó el coche de seguridad por un accidente de Marcus Ericsson. Su Sauber quedó parado en la entrada del pit-lane y desencadenó un sinfín de percances que hicieron la carrera eterna. Primero con una bandera roja por la colisión de Kimi contra el muro en la recta, por culpa del aquaplaning.
Rosberg tiene suficiente con acabar 3.º para coronarse; Hamilton necesita ganar y que Nico no pase del 4.º
Sólo siete vueltas después de reanudarse la prueba –detrás del safetycar otra vez–, una segunda bandera roja por la cantidad de agua que dificultaba la visibilidad, a pesar de que los pilotos querían correr. “La pista está bien”, decía Hamilton, ansioso de ganar. “¿Estamos compitiendo o no? Es sólo agua”, ironizaba Bottas. Rosberg callaba. Habría suspendido la carrera para que se repartiesen la mitad de los puntos, sobre todo cuando Verstappen le arrancó las pegatinas del Mercedes en la curva 3 de la vuelta 32.
Entonces, con media prueba por delante, en tercera posición y con Hamilton a 9 puntos en el Mundial, Nico se vio perdiendo el título. Le entró el pánico. Se le encogió el pie y le faltó decisión para adelantar a Verstappen cuando el holandés tuvo un trompo en la vuelta 39. Se quedó detrás, a esperar. Cinco giros después Red Bull le devolvió la segunda plaza haciendo cambiar de neumáticos a Max, en una decisión difícil de comprender, ya que la pista seguía igual de encharcada y Verstappen no ganaría nada con intermedios. Hamilton ya se había largado a 18s y suerte tuvo Nico de que la carrera no duraba más. Max, que llegaba como un misil –afeitó a Vettel y a Pérez en las últimas vueltas–, se le habría tirado al cuello.
Por 29.ª vez en los 67 años de F-1, y 11.ª en los últimos 20, el título se decidirá en la última carrera. Será la segunda experiencia de Rosberg, y la 4.ª de Lewis.
El ‘holandés volador’ puso la sal con adelantamientos brutales sobre Räikkönen, Rosberg, Vettel y Pérez