¿No importa de dónde venga el dinero?
El anuncio del nuevo contrato de patrocinio de la camiseta del Barça se administra con un sentido inteligente de la intriga. El inminente desenlace se acerca con calculado sigilo y eso facilita una comprensión pausada de la decisión final, rodeada de un secretismo que obliga a los periodistas bien informados a interpretar entonaciones telefónicas o miradas y, sobre todo, a revisar la sensibilidad de sus filtrómetros. En la última asamblea de compromisarios, las explicaciones de Manel Arroyo de ampliar un año más el patrocinio de Qatar Airways a la espera de una nueva negociación convencieron. La prueba es que fueron aprobadas por una mayoría notable de socios y, en el turno de ruegos y preguntas, también se dejó constancia de las discrepancias de la minoría.
En esta y en otras cuestiones, el criterio mayoritario no siempre coincide con la percepción que podríamos tener si nos limitamos a seguir la opinión publicada o lo que detectamos en determinados círculos simpatizantes. Este contraste no es exclusivo de los culés. Recientemente, hemos visto hasta qué punto la realidad y el deseo no están coordinados y sufren la interferencia de pronósticos y cómo las voluntades son desmentidas por los hechos. Las últimas elecciones del Barça certificaron el pragmatismo de la mayoría, que prefiere cobrar los millones de Qatar que no tenerlos y que, eso sí, anima a la directiva a encontrar un patrocinador que no provoque tantas urticarias éticas. Al fin y al cabo, si nuestro himno especifica que no importa de donde vengamos, ¿importa de dónde venga el dinero?
En el ámbito político, a eso lo llamaríamos mandato democrático pero, por suerte, los culés no son tan grandilocuentes, probablemente porque saben que en el Barça la democracia es relativa y se establece sobre la base de un despotismo elitista y una pecaminosa geopolítica de intereses. Si algo ha cambiado en el Barça desde su fundación es el papel de los socios. Hoy ya no se les exige un vínculo romántico sino que se les plantea la contradicción de ser oficial y orgánicamente propietarios del club y, al mismo tiempo, practicar el colaboracionismo con una industria cada vez menos escrupulosa.
Los padres fundadores del club no vivieron este dilema. Frederic Porta i Manuel Tomàs, autores del indispensable y enciclopédico Barça inédito, están preparando una nueva recopilación de anécdotas que se titulará Barça insólito y que saldrá en 2017. En una de sus 800 entradas, el libro explica que en 1924, durante el último mandato de Joan Gamper y con motivo de la conmemoración del vigesimoquinto aniversario del club, la directiva publicó el llamado Decálogo del socio: “1) No exijas a los jugadores un esfuerzo superior al rendimiento normal, y evita considerar corriente la jugada genial de una tarde de suerte. Sé comprensivo. 2) Procura no tener simpatías o antipatías en perjuicio de determinados elementos del equipo. Sé justo. 3) Ahórrate la censura y no regatees aplausos. Sé generoso. 4) Tu estímulo es especialmente necesario cuando el juego decae. Una protesta en estas circunstancias puede tener una trascendencia funesta. Sé cauto. 5) Sé circunspecto con los otros clubs. Si un egoísmo respetable no te permite animarlos, al menos sé cortés. Que la educación sea tu
Las últimas elecciones a la presidencia certificaron el pragmatismo de la mayoría
virtud. 6) Piensa que es humano pagar con la misma moneda, y que una conducta impulsiva predispone en tu contra a los que un día te recibirán como visitante. Ten cautela. 7) Evita las repulsas, las palabras difamatorias y las campañas que te hagan renegar de tu corrección. No caigas en la tentación. 8) No te pelees con tus vecinos y, sobre todo, que nunca sea por culpa tuya. Nada de provocaciones. 9) Piensa y no olvides, barcelonista, que tus compañeros estarán orgullosos de tu conducta digna. No quieras que tengan que avergonzarse de ti. 10) Que cuando digas que eres del Barcelona se te abran todas las puertas”. Yo no conozco a ningún culé que reúna todas estas virtudes pero si queda alguno, que llame al Museo del Barça y pida ser expuesto dentro de una jaula como curiosidad zoológica de la especie culé.