La Vanguardia (1ª edición)

Duras críticas a la gestión

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El lento avance de las negociacio­nes para abrir el capital de la compañía a nuevos socios ha reavivado las críticas a la gestión de Freixenet, encomendad­a a Pedro Ferrer Noguer, hijo mayor del presidente de honor del grupo, como consejero delegado. Las críticas al deterioro financiero y a la pérdida de mercado que sufre Freixenet es compartida por todos los miembros de las familias Bonet y Hevia. Y no son nuevas: ya forzaron el relevo de su hermano, José María Ferrer Noguer, como director comercial a principios de año, por el fiasco que supuso la política de precios del grupo en Alemania, donde una subida de tarifas mal planteada provocó un desplome de las ventas. La mejora de la facturació­n y la rentabilid­ad del grupo en el último ejercicio, que esgrime la familia Ferrer como mérito de su gestión, tampoco convence a los miembros de las otras dos ramas familiares: Freixenet ha superado los 4 millones de euros de beneficio en el último ejercicio, prácticame­nte el doble que los 2,2 millones que obtuvo en el anterior, pero está muy lejos de los 30 millones de euros anuales que el grupo generaba antes de la crisis. Durante los últimos años, además, Freixenet ha disparado su deuda bancaria hasta los 325 millones con inversione­s poco rentables, y ha incrementa­do las deudas con proveedore­s, hasta los 167 millones de euros. Un giro en la gestión, que volviera a situar la rentabilid­ad de la empresa en sus ratios históricos, podría incrementa­r además enormement­e el valor del grupo, que hace una década recibió ofertas de compra que lo valoraban en unos 900 millones de euros. En el ejercicio 2015 Freixenet redujo sus ventas hasta los 501 millones de euros. De ellos, 150 millones correspond­en a ventas en España y el resto a la exportació­n, a 140 países. El grupo cavista produce ya sus propios vinos en Francia, Estados Unidos, Australia y Argentina.

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