El Silicon Valley asiático
La china Shenzhen se afianza como ciudad líder en tecnología
Aunque la ciudad tiene más de 6.000 años de historia, su relevancia mundial empezó hace poco más de 30. Shenzhen, situada en la provincia de Guangdong, a pocos kilómetros de Hong Kong, nunca había sido conocida por nada más que por vivir de la pesca. Todo cambió cuando en 1979 el Gobierno chino le otorgó el título de ciudad-prefectura y un año más tarde fue declarada zona económica especial, la primera del país. Estos factores, junto con el bajo precio de la mano de obra y del terreno dieron lugar a la migración de un gran número de empresas. A mediados de los 90, la ciudad había pasado de 300.000 habitantes a 3 millones y en la actualidad su población oscila entre 10 i 15 millones de personas dependiendo del nivel de trabajo de sus fábricas. Su producción económica también ha saltado al top cinco de las ciudades de China y ocupa el cuarto lugar con un PIB que ascendió en el 2014 a 260.480 millones de dólares.
En Shenzhen, hermanada con Barcelona desde el 2012, conviven más de 6.000 fabricantes de electrónica, entre los cuales destacan dos de las cinco empresas de telefonía móvil más importantes del mundo, Huawei y ZTE. Otras grandes empresas con presencia en la ciudad son Samsung, Tenzen, Lenovo o Dell. Gran parte de su éxito radica en el panorama tecnológico que poco a poco se ha ido formando. Todos los proveedores de las grandes marcas como Qualcomm, Intel o MediaTek se encuentran en la ciudad. En Shenzhen se fabrica la mayor parte de los 2.500 millones de smartphones que se venden anualmente en el planeta. Además, la planta de fabricación que ocupa la taiwanesa Foxconn en el barrio de Longhua es el lugar de nacimiento de todos los teléfonos iPhone.
Muchos ya la conocen como el Silicon Valley asiático. La presencia de todos estos gigantes tecnológicos ha sido clave para atraer a compañías emergentes, inversores y start-ups, a las cuales el gobierno destina cada vez más fondos en ayudas. El potencial de las start-up contrasta con el cierre de empresas y despidos que se extienden por todo el país a causa del difícil momento por el que pasa su economía. También, la Bolsa de Shenzhen ha caído desde junio un 40%. Contrariamente, la ciudad ha experimentado un aumento en las inversiones de capital de riesgo en las start-up de 953 millones de dólares a 7.660 millones durante el año pasado, según informes de AVCJ Research.
Otro aspecto reseñable se encuentra en Simply Work, uno de los centros de innovación más importantes del mundo fundado por Jiang Yangjing y situado en un espacio de 5.000 m2 del distrito de Nanshan. Cuenta con oficinas ocupadas principalmente por empresarios de internet y telefonía móvil. La innovación es uno de los mayores desafíos para China y su Gobierno quiere liderar el ámbito emprendedor en tecnología. Antes copiaba las tendencias que otros marcaban pero ahora quiere liderar en distintos campos. Hasta hace poco, China se encontraba en el punto de mira de grandes empresas por sus costes de fabricación reducidos y la capacidad de producción. Ahora, espera ofrecer oportunidades más allá del ensamblaje de productos.
Para el 2020, el Gobierno chino quiere completar la decimotercera edición del Five-Year Plan, una iniciativa que recoge propuestas de mejoras sociales y económicas para cinco años. En Shenzhen prevé ampliar el número de empresas establecidas para tener más de 10.000 tecnológicas y ofrecer 650.000 apartamentos para residentes.
En la ciudad hay más 6.000 fabricantes de electrónica y se ensambla la mayoría de los móviles del mundo