Macron, el joven candidato que molesta a todo el mundo
El exbanquero y exministro formaliza su aspiración de optar al Elíseo
La habitación que alberga a los aspirantes a la presidencia de Francia se parece al camarote de los hermanos Marx. Así que, cuando el exbanquero (de la Banca Rothschild) y exministro de Economía (del gobierno socialista) Emmanuel Macron, de 38 años, se metió ayer a empujones en el cubículo, todo el mundo protestó.
La incomodidad es general, pero sobre todo lo es para los candidatos del naufragado Partido Socialista. En el apretujón del camarote, el codo de Macron se clava entre las costillas de los aspirantes de las primarias socialistas prevista para enero. Para el presidente François Hollande, que debe aclarar en diciembre si se presenta o no a dichas primarias, y para su delfín, Manuel Valls, impaciente por sustituirle, los puntiagudos zapatos de ejecutivo del recién llegado se les clavan en el trasero, algo verdaderamente molesto.
Ante 200 periodistas y desde un centro de formación profesional del extrarradio (marco proletario), en Bobigny, el candidato mejor visto por el presidente de la gran patronal, Pierre Gattaz, anunció su candidatura y expuso su credo. “El desafío no es unir a la izquierda o a la derecha, sino unir al pueblo de Francia”, dijo.
“Hemos entrado en una nueva era y no podemos responder a sus retos con las mismas personas y las mismas ideas”, añadió. Su diagnóstico general es el que todo el mundo repite para Francia desde la teología neoliberal: “Un país bloqueado por los corporativismos de todo tipo” y por sus excesos de derecho y de normas, a lo que opone “un proyecto de emancipación de los individuos”. Su propósito es rompedor: “Rechazar el statu quo para avanzar”. “Liberar las energías de Francia”, país que sugiere aprisionado.
Esta retórica envuelve un programa en el que se habla más de “elasticidad, flexibilidad y agilidad” que de “libertad, igualdad, fraternidad”. Anular la semana de 35 horas –que en la práctica no existe– y que cada cual trabaje lo que quiera. “Para un joven 35 horas son pocas”. Lo mismo vale para la edad de jubilación; 60, 65, 67, dice, sin mencionar un mínimo legal. Más recursos y autonomía para las escuelas y bastante discreción en materia de identidad y convivencia nacional, entre señales de simpatía hacia el modelo anglosajón de multiculturalismo y comunitarismo.
Con tantos pretendientes en el camarote del área de la “no derecha”, que, según dicen, va desde Macron hasta Mélenchon, pasando por los socialistas y los verdes, “la consecuencia más clara es que no habrá candidato de la izquierda contra Marine Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales”, que se disputan en abril/mayo, dice el exministro Benoît Hamon, uno de los participantes más grises de las primarias socialistas.
En la derecha tampoco están contentos, sobre todo el aspirante mejor situado para ganar las primarias, Alain Juppé. Este protocandidato aspira a reclutar a muchos desencantados del hollandismo y ahora se encuentra con que el jovenzuelo desleal (así lo trata) está pastando en su prado... Lo que es seguro es que cuando abran la puerta del cubículo, los candidatos van a salir a presión y bien magullados.
“El desafío no es unir a la izquierda o a la derecha, sino al pueblo de Francia”, dice el candidato