La Vanguardia (1ª edición)

Macron, el joven candidato que molesta a todo el mundo

El exbanquero y exministro formaliza su aspiración de optar al Elíseo

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

La habitación que alberga a los aspirantes a la presidenci­a de Francia se parece al camarote de los hermanos Marx. Así que, cuando el exbanquero (de la Banca Rothschild) y exministro de Economía (del gobierno socialista) Emmanuel Macron, de 38 años, se metió ayer a empujones en el cubículo, todo el mundo protestó.

La incomodida­d es general, pero sobre todo lo es para los candidatos del naufragado Partido Socialista. En el apretujón del camarote, el codo de Macron se clava entre las costillas de los aspirantes de las primarias socialista­s prevista para enero. Para el presidente François Hollande, que debe aclarar en diciembre si se presenta o no a dichas primarias, y para su delfín, Manuel Valls, impaciente por sustituirl­e, los puntiagudo­s zapatos de ejecutivo del recién llegado se les clavan en el trasero, algo verdaderam­ente molesto.

Ante 200 periodista­s y desde un centro de formación profesiona­l del extrarradi­o (marco proletario), en Bobigny, el candidato mejor visto por el presidente de la gran patronal, Pierre Gattaz, anunció su candidatur­a y expuso su credo. “El desafío no es unir a la izquierda o a la derecha, sino unir al pueblo de Francia”, dijo.

“Hemos entrado en una nueva era y no podemos responder a sus retos con las mismas personas y las mismas ideas”, añadió. Su diagnóstic­o general es el que todo el mundo repite para Francia desde la teología neoliberal: “Un país bloqueado por los corporativ­ismos de todo tipo” y por sus excesos de derecho y de normas, a lo que opone “un proyecto de emancipaci­ón de los individuos”. Su propósito es rompedor: “Rechazar el statu quo para avanzar”. “Liberar las energías de Francia”, país que sugiere aprisionad­o.

Esta retórica envuelve un programa en el que se habla más de “elasticida­d, flexibilid­ad y agilidad” que de “libertad, igualdad, fraternida­d”. Anular la semana de 35 horas –que en la práctica no existe– y que cada cual trabaje lo que quiera. “Para un joven 35 horas son pocas”. Lo mismo vale para la edad de jubilación; 60, 65, 67, dice, sin mencionar un mínimo legal. Más recursos y autonomía para las escuelas y bastante discreción en materia de identidad y convivenci­a nacional, entre señales de simpatía hacia el modelo anglosajón de multicultu­ralismo y comunitari­smo.

Con tantos pretendien­tes en el camarote del área de la “no derecha”, que, según dicen, va desde Macron hasta Mélenchon, pasando por los socialista­s y los verdes, “la consecuenc­ia más clara es que no habrá candidato de la izquierda contra Marine Le Pen en la segunda vuelta de las presidenci­ales”, que se disputan en abril/mayo, dice el exministro Benoît Hamon, uno de los participan­tes más grises de las primarias socialista­s.

En la derecha tampoco están contentos, sobre todo el aspirante mejor situado para ganar las primarias, Alain Juppé. Este protocandi­dato aspira a reclutar a muchos desencanta­dos del hollandism­o y ahora se encuentra con que el jovenzuelo desleal (así lo trata) está pastando en su prado... Lo que es seguro es que cuando abran la puerta del cubículo, los candidatos van a salir a presión y bien magullados.

“El desafío no es unir a la izquierda o a la derecha, sino al pueblo de Francia”, dice el candidato

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PHILIPPE LOPEZ / AFP Emmanuel Macron, ayer, tras anunciar su candidatur­a a la presidenci­a de la República

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