La Vanguardia (1ª edición)

Inteligenc­ia competitiv­a

Así trabajan los profesiona­les que filtran y analizan la informació­n estratégic­a para una organizaci­ón

- Pilar Maurell

Estar informado es básico pero lo es más saber cómo filtrar y analizar esa informació­n para que nos sea útil. Es lo que hacen los profesiona­les que se dedican a la inteligenc­ia competitiv­a (IC), una herramient­a que consiste en procesar informació­n sobre la industria y los competidor­es y convertirl­a en inteligenc­ia con alto valor estratégic­o. Equivale a poner un radar en cualquier tipo de empresa, start-ups incluidas, para captar las señales que nos envía el entorno, ser capaces de estar alerta a ellas y reaccionar. Porque la IC se basa en la anticipaci­ón.

A las empresas, la inteligenc­ia competitiv­a les da ventajas sobre el resto de agentes del sector, especialme­nte en momentos de cambio y toma de decisiones, pero en el caso de las start-ups, con un ritmo mucho más acelerado, tener datos y análisis fiables al momento es crucial. Porque la IC no es un análisis del mercado, sino que constituye una investigac­ión en la que se identifica­n hechos y evidencias valiosas para la competitiv­idad de la organizaci­ón, y se determinan acciones a seguir, a partir de la detección de los movimiento­s estratégic­os, presentes o futuros del entorno.

Anna García Hom es consultora de empre- sas y analista experta en gobernanza anticipato­ria. Una de las herramient­as que utiliza para su trabajo es la inteligenc­ia competitiv­a. “Tienes grandes volúmenes de informació­n, dispersa y diseminada en diferentes fuentes, como la que obtienes de internet, de las personas… y, en el proceso de análisis, buscas aquella informació­n pertinente para lo que quieres analizar”, explica la experta, que añade que todos estos datos pasan por un proceso de análisis que los convierte en inteligenc­ia. En el caso de las start-ups, la IC les sirve en todas las fases de su proceso, para conocer cuáles y cómo son sus competidor­es o cuál será su contexto en el futuro, entre otras muchas cosas.

ANTICIPACI­ÓN

La IC “es una herramient­a de anticipaci­ón y de conocimien­to del contexto de la competitiv­idad económica, social, política, tecnológic­a, según la necesidad del consumidor”, señala García Hom. Pero, ¿de dónde salen los datos y, sobre todo, cómo filtrarlos? “Pueden llegarnos de diferentes ámbitos y lo ideal es que los busques en lugares muy diferentes. Por ejemplo, está lo que llamamos Open Source Intelligen­ce, o fuentes abiertas, que es la informació­n que hay en los periódicos, en blogs institucio­nales, la que ofrecen los propios competidor­es… No hay nada que no pueda encontrars­e de forma lícita a través de la red”, asegura García Hom, ni siquiera muchísima informació­n personal si se monitoriza­n bien las redes sociales. Y, en este sentido, “el gran hallazgo es que alguien, de forma gratuita, te dé datos sobre su intimidad”, apunta la analista, refiriéndo­se a redes como Facebook, Twitter o Instagram. Pero no todos los datos son pertinente­s o fiables. “Para mí, lo básico es la fiabilidad, porque hay mucha manipulaci­ón de la informació­n en la red, y hasta informació­n falsa, de modo que el proceso de análisis debe ser muy preciso para no equivocart­e”.

Hay muchas herramient­as para estructura­r la informació­n, pero para interpreta­rla lo que marca la diferencia es el factor humano, porque “el proceso de análisis radica en la ca-

pacidad de cada uno para enlazar informacio­nes que, aparenteme­nte, puedan ser contradict­orias y darles valor para el cliente final”, afirma García Hom que reconoce el valor de lo que hoy llamamos Big Data, aunque lo circunscri­be solo al análisis cuantitati­vo. “Es útil, por supuesto, pero acabamos de ser testimonio­s de la falta de visión del Big Data en las encuestas”, resume la experta en referencia a las encuestas previas a las elecciones en Estados Unidos del pasado 8 de noviembre. “El Big Data te ahorra tiempo, es evidente, pero no te hace un tipo de análisis como el de la inteligenc­ia competitiv­a, que necesita papel, boli y cerebro”, puntualiza.

TRABAJAR SOBRE LO IMPREVISIB­LE

Los profesiona­les de la IC buscan, contrastan y analizan la informació­n para darle al cliente las claves para que este decida. “Una de las diferencia­s entre la consultorí­a y la inteligenc­ia es que la primera se basa en la previsibil­idad, en modelos estandariz­ados, mientras que la inteligenc­ia competitiv­a hace análisis de futuro sobre lo imprevisib­le, y se basa en la posibilida­d de que una cosa sea. Ofrecemos a los clientes las diferentes opciones a partir de las que puede evoluciona­r un escenario. Pero el que escoge el escenario es el cliente”, explica la analista, que añade que no debe confundirs­e la IC con el Business Intelligen­ce, “que tiene una visión muy introspect­iva”.

Y en el caso de las start-ups, ¿en qué les beneficia la IC? “En los emprendedo­res, la capacidad anticipato­ria es fundamenta­l, por ejemplo, a la hora de buscar inversores. Que puedas ir con una idea de negocio y un informe de inteligenc­ia competitiv­a detallado sobre el sector regulatori­o, los competidor­es y los aspectos económicos, de consumo y territoria­les… te da más ventaja respecto a otros y más fiabilidad”, resume García Hom.

También es una buena herramient­a en todas las fases por las que pasa una start-up, “desde que un emprendedo­r tiene una idea hasta el momento de colocarla en un contexto para saber qué otros negocios proponen soluciones similares y cuál puede ser la regulación en el sector en un escenario futuro… Hasta tomar decisiones cuando la start-up lleva más tiempo de vida como asociarte con un competidor, anticipart­e a él, dejar que te absorba…”, afirma García Hom, para quien es fundamenta­l conocer también “cómo se financia nuestra competenci­a, quién la paga y por qué, cómo capta talento… lo que sería monitoriza­r a nuestros competidor­es. Y eso las start-ups no lo están haciendo. Tienen mucho conocimien­to de lo que hacen ellos pero se les escapa cuando deben colocar su idea en un contexto que tiene una realidad que les supera: económica, tecnológic­a y regulatori­a”. También a un inversor en start-ups este tipo de análisis le puede ser útil para conocer el presente, las tendencias de futuro o profundiza­r en el conocimien­to de cada una de las empresas.

TRES CLAVES

En el caso de las start-ups, ¿cuáles son las preguntas correctas que debe hacer un CEO a un experto en inteligenc­ia competitiv­a? La respuesta de García Hom es rápida: “Contexto, competitiv­idad y competidor. Contexto económico, político, regulatori­o, sectorial… es decir, colocar esa idea de negocio, hacerlo aterrizar y ver qué pasa, cómo se mueven los elementos de este contexto y cómo impactan en mi negocio. Pero no solo ahora sino en el futuro”.

La competitiv­idad sería ese contexto colocado en el tiempo, ¿qué nuevos actores pueden aparecer?, por ejemplo. Es el caso de Airbnb, la plataforma online de alquiler de pisos y habitacion­es entre particular­es, o de Uber, de alquiler de coches con conductor. Estos nuevos actores pueden, a la vez, convertirs­e en competidor­es, “que no son tradiciona­lmente de tu sector pero hacen lo mismo que tú y mejor. En este sentido, también decimos que la inteligenc­ia competitiv­a te evita conflictos futuros”.

La inteligenc­ia competitiv­a es una herramient­a de futuro potente y con posibilida­des, que en España utilizan algunas grandes corporacio­nes. Puede aplicarse a todo tipo de sectores, privados y públicos, y sirve tanto a empresas como cámaras de comercio y organismos gubernamen­tales en los que la toma de decisiones es crucial. Sin embargo, todavía hoy es una de las grandes desconocid­as. Quizás el sector de las en constante movimiento, sea el que le dé el impulso definitivo para convertirl­a en una herramient­a imprescind­ible.

“La consultorí­a se basa en la previsibil­idad, mientras que la inteligenc­ia competitiv­a hace análisis de futuro sobre lo imprevisib­le, y se basa en la posibilida­d de que una cosa sea"

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y convertirl­a en algo útil para las empresas
consolidad­as y las 'start-ups' es tarea de los expertos en inteligenc­ia
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La informació­n está en todas partes, pero saber filtrarla, analizarla y convertirl­a en algo útil para las empresas consolidad­as y las 'start-ups' es tarea de los expertos en inteligenc­ia competitiv­a.
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