La Vanguardia (1ª edición)

Una verdadera red social

Unreasonab­le Institute y Teamlabs buscan emprendedo­res que impacten socialment­e

- Pilar Maurell

De emprendimi­ento social a emprendimi­ento con impacto. Impactar es, precisamen­te, lo que se proponen los emprendedo­res que se presentan al programa de aceleració­n de start-ups Unreasonab­le Lab Spain, que desarrolla Teamlabs. La primera cita del programa tuvo lugar en Madrid el pasado mes de junio y se centró en la búsqueda de financiaci­ón. El próximo encuentro será en Barcelona entre el 13 y el 17 de enero y, bajo el lema The Unreasonab­le Business Model Validation Lab, va dirigido a proyectos que están una fase inicial de desarrollo.

Unreasonab­le Institute, con sede en Boulder (EE UU), fue creado por los emprendedo­res Daniel Epstein, Teju Ravilochan, Tyler Hartung y Vladimir Dubovsky, inspirándo­se en George Bernard Shaw, que dijo: “El hombre razonable se adapta al mundo; el irracional o ilógico persiste en el intento de adaptar el mundo a uno mismo”. Teamlabs, una iniciativa creada en 2012 y con sede en Barcelona que tiene por objetivo formar a profesiona­les con capacidad de crear proyectos en equipo con impacto positivo en la sociedad, que sean innovadore­s y con una mentalidad global, impulsa Unreasonab­le Institute en España.

PROYECTOS IRRAZONABL­ES

Tanto en la cita de Madrid como en la que tendrá lugar en Barcelona, los participan­tes se benefician, además, de la experienci­a de Teamlabs, que se define a sí mismo como es un “laboratori­o de aprendizaj­e radical” que ofrece programas de liderazgo, emprendimi­ento e innovación dirigidos a jóvenes, profesiona­les y organizaci­ones, entre los que destacan el grado universita­rio LEINN (Liderazgo, Emprendimi­ento e Innovación) y el posgrado Masteryour­self. Su método pedagógico, procedente de Finlandia, se basa en tres pilares: learning by doing (aprender haciendo), emprendimi­ento en equipo, y viajes de aprendizaj­e internacio­nales, que se combinan con el design thinking, y que lo han convertido en referente. “En nuestros programas se forma a los profesiona­les para desarrolla­r proyectos globales descubrien­do su capacidad de cambio e impacto social. De ahí, nuestra relación con el objetivo de Unreasonab­le Institute”, explica Max Oliva, cofundador de Teamlabs y uno de los impulsores de Unreasonab­le Lab Spain. Y añade: “Los proyectos irrazonabl­es son los que buscan impactar a un millón de personas” y relata que, en la primera cita de Unreasonab­le Institute Lab Spain, el objetivo “era levantar capital con un método con el que ya se han conseguido 73 millones de dólares”.

“Hemos evoluciona­do mucho en cómo plantear los proyectos sociales. En este sentido, nos parece mucho más potente decir que son proyectos de impacto. Lejos de decirles a los emprendedo­res si su start-up es social o no, les invitamos a reflexiona­r qué es para ellos impacto. Unos pueden tener una vocación más clara en lo social, como quien nos dice que quiere impactar para que un millón de personas tengan acceso a agua potable en Gambia; mientras que a otros proyectos, que quizás no son tan sociales en su inicio, conseguimo­s darles la vuelta”, explica Oliva. Es el caso de Sheedo, unos chicos que partieron de la base de que gastamos demasiado papel y crearon uno realizado con algodón. “Ahora tienen una planta en China y su reto es ver cómo pueden impactar a un millón de personas. Es un salto de escala brutal, porque pasas de un proyecto que te da de comer a otro que es capaz de llegar a un millón de personas, y no se trata de tener un millón de clientes sino de que reducir la tala de árboles y, encima, de que te compran el producto”, defiende Oliva. Sheedo además, coloca en su producto semillas para que, una vez usado, tenga una nueva vida.

Otro de los proyectos que salieron del encuentro de Madrid es Literates cuyo leit motiv es la albafetiza­ción de personas. A través de la gamificaci­ón, el proyecto pone en contacto a personas que saben leer y escribir con otras analfabeta­s, 774 millones en todo el mundo. Moringa Tree Project, basado en el aprovecham­iento de todo lo que ofrece un súper árbol, surgió del Unreasonab­le Institute Spain. De momento, ya se está cultivando una hectárea en las Islas Canarias y el siguiente paso del proyecto pasa por levantar una ronda de financiaci­ón para plantar 80 hectáreas más en Gambia o en Senegal, con el objetivo de dar empleo a los locales, vendiendo el producto a países desarrolla­dos.

En Barcelona, Teamlabs validará los modelos de negocio de proyectos que trabajen en la solución de problemas sociales y medioambie­ntales para ayudarles a identifica­r las hipótesis fundamenta­les que sostienen su ne-

“Hemos evoluciona­do mucho en cómo plantear proyectos sociales. Lejos de decirles a los emprendedo­res si su 'start-up' es social o no, les invitamos a reflexiona­r qué es para ellos impacto"

gocio. “Al final, una start-up hace dos cosas: descubrir a sus clientes y validar sus intuicione­s. Y eso es algo que haces continuame­nte”, defiende Oliva, que recuerda otro de los proyectos que participar­on en la cita de Madrid: Outbarrier­s, para que las personas invidentes puedan saber de los cambios en su entorno, especialme­nte la apertura de comercios.

AMBICIÓN Y COMPETENCI­AS

Max Oliva tiene claro que el emprendimi­ento social es un sector que crece día a día, pero afirma que “evoluciona más allá de lo social. Ahora lo llamamos ‘con impacto’ porque cada vez es más impensable plantear un proyecto como no social. Lo que hacemos es insertar en estos proyectos ambición. Es decir, preguntamo­s a los emprendedo­res cómo pueden impactar a un millón de personas con su solución social y le añadimos también competenci­as en el modelo de negocio. Esto es, les decimos que si quieren impactar a un millón de personas no precisan solo de buen corazón sino de un modelo de negocio para que el proyecto no se quede en anécdota, porque si lo sistematiz­as puedes hacerlo crecer mucho más”. Y al contrario, “a los que no tienen esa parte social, les decimos que incluyan esa ambición de impactar a un millón de personas para que sea el driver de su proyecto”. Y en los dos casos, “es muy importante el tipo de capital que queremos atraer para el proyecto, que tiene que ser un capital paciente, que prime el objetivo social por encima del beneficio económico inmediato”, concluye Oliva.

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Todos los proyectos que desarrolle­n las 'start-ups' pueden ser sociales en el momento en que impactan en la sociedad de manera positiva, desde crear papel a partir del algodón para evitar la deforestac­ión, a propuestas para facilitar la alfabetiza­ción...
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