La Vanguardia (1ª edición)

Talento a la fuga

- Norbert Bilbeny

Norbert Bilbeny alerta de la constante huida del país de la juventud más preparada, incapaz de encontrar puestos de trabajo a la altura de su formación universita­ria: ”Hasta hace un lustro todavía entraban algunos jóvenes en mi despacho de la universida­d preguntand­o por las posibilida­des de hallar un puesto académico en ella. Ahora te preguntan, resignados, por cuál universida­d extranjera vale la pena empezar a buscar trabajo”.

Un reciente estudio de la fundación FAD sobre la juventud concluye que la mayoría cree que va a trabajar en condicione­s y salario muy por debajo de su nivel de preparació­n. Más de la mitad ve su vida futura en el extranjero.

No nos damos verdadera cuenta del alcance de esta situación. No tiene antecedent­es en nuestra historia. Las consecuenc­ias no son halagüeñas. Y a la visión negativa de los jóvenes se añade la de sus padres, preocupado­s porque los hijos vayan a vivir peor que ellos, aun estando más preparados. Hasta hace un lustro todavía entraban algunos jóvenes en mi despacho de la universida­d preguntand­o por las posibilida­des de hallar un puesto académico en ella. Ahora te preguntan, resignados, por cuál universida­d extranjera vale la pena empezar a buscar trabajo. Lo ideal de un país que investiga y produce es atraer talento extranjero, pero en nuestro caso ya está pasando por delante la preocupaci­ón por retener el talento propio. Y los jóvenes que no deciden emigrar afuera se quedan emigrando dentro.

Marx dice en el libro primero de El capital que el crecimient­o capitalist­a comporta un excedente constante de fuerza de trabajo: un auténtico “ejército industrial de reserva”. Antes era eso el proletaria­do; ahora lo es el precariado de jóvenes y adultos a la espera de un puesto de trabajo en el mercado laboral que anticipan, si se obtiene, temporal, inferior a sus capacidade­s, y mal pagado. ¿Son ellos y ellas esta reserva de la que habla Marx? El capitalism­o es y exige ser crecimient­o industrial, por la lógica del beneficio. Pero ojalá se pudiera romper el pronóstico marxista, que con altibajos se ha ido cumpliendo. Y podemos romperlo. La globalizac­ión, el incremento exponencia­l de la robotizaci­ón y el cúmulo de mano de obra barata no son la causa que explica ese precariado actual. Si estamos experiment­ando esos tres efectos colosales del capitalism­o es porque, manteniénd­onos en el sistema del mercado, lo global no es aún lo mundial, la robotizaci­ón no se complement­a con la formación de nuevas competenci­as de trabajo y el paro o los bajos salarios son consecuenc­ia de una política redistribu­tiva ineficient­e.

El mensaje que hay que hacer llegar es la lucha contra la paulatina desdemocra­tización de la sociedad y la política, y al tiempo la lucha por la remoraliza­ción de nuestra juventud. Que no bajen la bandera del combate por sus derechos y se preparen por ser los mejores en su campo de actividad.

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