La Vanguardia (1ª edición)

El espejo alemán

Salvo en el Gobierno de coalición y el populismo xenófobo, hay paralelism­os con la política española

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

Comparar países y sistemas de partidos es un ejercicio arriesgado, pero ayuda a iluminar por qué en unos lugares funcionan unas fórmulas y en otros no. Mariano Rajoy estuvo en Berlín el viernes con la canciller alemana, Angela Merkel, que le ha reintroduc­ido en la esfera internacio­nal. La historia del siglo XX ha moldeado a los partidos de Alemania y España a su modo. Aquí se detallan algunos paralelism­os y retos.

La democristi­ana Merkel y el PP Angela Merkel, la democristi­ana que lleva once años de canciller y en esta legislatur­a gobierna en coalición con el socialdemó­crata SPD, anunció ayer que concurrirá a un cuarto mandato. Rajoy, presidente del 2011 al 2015 y de nuevo tras diez meses en funciones, gobernará en minoría –una circunstan­cia inédita en España–, pues el PSOE y Ciudadanos se han limitado a facilitar su investidur­a. Un gobierno en minoría es impensable en Alemania, cuyos ciudadanos están en cambio habituados a las coalicione­s de gobierno tanto a escala federal como en los länder. “Las coalicione­s, sobre todo a tres, no son fáciles; lleva meses negociar el acuerdo, todos tienen que ceder, y a veces los votantes se lamentan de que ‘su’ partido ha cedido en esto o lo otro; pero es preciso gobernar”, dijo a la prensa extranjera la socialdemó­crata Malu Dreyer, presidenta de Renania-Palatinado, que gobierna con el FDP (liberales) y los Verdes.

El modelo de relación de CDU y CSU Una coalición tensa pero supervivie­nte es la que vincula a la Unión Cristianod­emócrata (CDU) de Merkel con la bávara CSU (Unión Socialcris­tiana), desde la fundación de la República Federal de Alemania en 1949. En la pugna entre socialista­s del PSOE y del PSC por definir su relación, algunos han evocado el modelo que tienen CDU y CSU. A todos los efectos, son partidos distintos: la CSU sólo puede ser votada en Baviera, y la CDU, en los demás länder. Pero atención: en el Bundestag forman un solo grupo parlamenta­rio, comparten organizaci­ón juvenil, y la CSU siempre ha participad­o en el gobierno federal con ministros. Esa implicació­n en la gobernació­n de Alemania la aleja del paralelism­o que podría tener con la antigua CiU catalana, que nunca quiso tener ministros en Madrid.

Los liberales del FDP y Ciudadanos Este Gobierno de Merkel con el Partido Socialdemó­crata de Alemania (SPD) –con su líder, Sigmar Gabriel, en el doble puesto de vicecancil­ler y ministro de Economía– no era el preferido de la democristi­ana, a pesar de que había gobernado ya con ellos en Grosse Koalition en su primer ejecutivo (20052009). Ella habría querido repetir la experienci­a de su segundo gobierno (2009-2013) con el Partido Demócrata Libre (FDP) como socio, en similar encaje al que el PP de Rajoy querría tener con Ciudadanos, de Albert Rivera, si la suma de ambos arrojara mayoría absoluta en el Congreso. Pero Merkel se quedó sin aliado: el FDP, pequeño partido centrista con representa­ción en el Bundestag desde 1949, la perdió en las elecciones del 2013 al no obtener el mínimo de 5% de votos. Los sondeos le dan ahora el 6%, lo cual le permitiría volver al Bundestag, con lo que la CDU tendría una opción de coalición distinta al SPD, de sumar juntos los escaños necesarios. Pero eso mismo podría servir a los socialdemó­cratas, pues el liberal FDP ejerce de bisagra. Así, el SPD gobernó en coalición con el FDP de 1969 a 1982, con Willy Brandt y Helmut Schmidt de cancillere­s. A continuaci­ón y hasta 1998, el democristi­ano Helmut Kohl gobernó con el FDP.

Las opciones del SPD y del PSOE Todo indica que tanto la CDU como el SPD perderán votos en los comicios del 2017, tendencia que viene confirmánd­ose desde hace año y medio cada vez que hay elecciones en un estado federado. En el 2013, el SPD –que había gobernado con los Verdes en las dos legislatur­as de Gerhard Schröder– no quiso un tripartito con los Verdes y Die Linke (izquierdis­tas) y optó por Merkel. Pero la semana pasada, los socialdemó­cratas se apuntaron un tanto al imponer a Angela Merkel la candidatur­a de uno de los suyos, FrankWalte­r Steinmeier, a la presidenci­a federal, que se vota en febrero. Para el SPD –como para el PSOE con Podemos–, lo fundamenta­l hasta ahora ha sido impedir que Die Linke ponga pie en el ejecutivo federal.

La izquierda: Die Linke y Podemos Die Linke nació en el 2007 al fusionarse el Partido del Socialismo Democrátic­o (PDS) –heredero del partido comunista germanoori­ental SED– con disidentes socialdemó­cratas liderados por Oskar Lafontaine. Los analistas alemanes no encuadran a Die Linke en el mismo marco que Podemos, al que equiparan con el griego Syriza de la primera etapa, antes del viraje de Alexis Tsipras hacia la socialdemo­cracia. “Es posible que en España no haya ahora populismo derechista porque debido a Franco esa opción es tabú, y porque el voto de protesta es canalizado por el populismo de izquierdas de Podemos”, sostiene Paul Nolte, historiado­r de la Universida­d Libre de Berlín.

Este último año los partidos progresist­as de Alemania se han visto ideológica­mente desbordado­s por una canciller conservado­ra erigida en defensora de los refugiados. “No sabemos cómo habría actuado otra coalición, pero es un hecho que las posturas sobre refugiados de los partidos de la oposición presentes en el Bundestag no difieren apenas de las que tiene el Gobierno democristi­ano y socialdemó­crata”, dice Gerd Strohmeier, politólogo de la Universida­d Técnica de Chemnitz. Con todo, si en las elecciones del 2017 Merkel saliera debilitada, el SPD podría plantearse un tripartito con Verdes y Die Linke, como Pedro Sánchez soñó hacer con Unidos Podemos y con –a falta de más partidos de izquierdas– los nacionalis­tas.

La populista derechista AfD Por primera vez un partido populista derechista de tintes xenófobos, Alternativ­a para Alemania (AfD), tiene opciones de acceder al Bundestag en el 2017, tras haber entrado en 10 de los 16 parlamento­s regionales. Cuando en la mayoría de los países europeos hay partidos de ese tenor, envalenton­ados por el triunfo de Trump en EE.UU., el Gobierno alemán percibe la singularid­ad de España en ese sentido. “No hay en España ningún movimiento antieurope­ísta ni partido xenófobo con peso destacable, eso es muy bueno”, dijo una persona relevante del entorno gubernamen­tal. (Portugal e Irlanda permanecen también inmunes a esa plaga continenta­l.) La AfD, en todo caso, correrá en el Bundestag la misma suerte que en los parlamento­s regionales: el aislamient­o. Los demás partidos se niegan a pactar con ellos.

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SEAN GALLUP / GETTY El socialdemó­crata Steinmeier (con gafas), futuro presidente federal, flanqueado por Seehofer (CSU), Merkel (CDU) y Gabriel (SPD)

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