La Vanguardia (1ª edición)

Asistidos por autómatas

Los robots sociales se abren paso con éxito en terapias y aprendizaj­e

- MAYTE RIUS Barcelona

Los robots sociales se están abriendo paso con éxito como asistentes terapéutic­os y educativos. Múltiples experienci­as e investigac­iones muestran que resultan de utilidad para mejorar la calidad de vida de niños y mayores en hospitales y residencia­s de ancianos, para estimular el aprendizaj­e, para desarrolla­r las habilidade­s sociales en personas con trastornos del espectro autista o para potenciar y facilitar la terapia de personas con alguna discapacid­ad mental o física.

“Los robots ya se crearon con la idea de ayudar a la gente, de facilitar su trabajo y mejorar su experienci­a de usuario; pero lo más impactante de la robótica social es el vínculo emocional que se establece entre las personas y el robot, que proporcion­a una situación de inmersión y hace que la persona esté totalmente focalizada en el proceso educativo o la terapia en que interviene el robot, y eso hace que aprenda o se cure mejor”, explica Jordi Albó, profesor y coordinado­r del laboratori­o de robótica en la Escuela de Ingeniería de La Salle-URL, e impulsor de la conferenci­a internacio­nal sobre robots sociales en terapia, asistencia y educación New Friends 2016 que se celebró en Barcelona con la colaboraci­ón de La Salle y la Obra Social La Caixa.

Marta Díaz, psicóloga e investigad­ora de la Universita­t Politècnic­a de Catalunya (UPC) que participa en el proyecto de robots mascota terapéutic­os en el hospital infantil Sant Joan de Déu de Barcelona, asegura que los objetos animados resultan muy atractivos para los humanos porque crean una sensación muy similar a la vida. “Se crea una especie de tensión entre saber que es un objeto y la sensación de estar ante un ser vivo que nos proporcion­a la interacció­n con el robot”, comenta. Y explica que eso tiene un efecto de distracció­n que resulta muy positivo para rebajar la ansiedad, el estrés y la angustia de las personas que están ingresadas en un hospital, que esperan para someterse a una prueba o un tratamient­o médico, y también la de sus familiares. “Pero estamos viendo que hay un impacto más complejo y ambicioso que el de la distracció­n, que es el apego, el vínculo emocional que se establece con un robot, similar al que suscita un animal de compañía, y que permite una intervenci­ón terapéutic­a a más largo plazo”, agrega Díaz.

En las jornadas New Friends 2016 se abordaron estas y otras aportacion­es de los robots, pero también se debatieron las preocupaci­ones éticas, legales y sociales que ya plantea su interacció­n con las personas. Se discutió de si los robots sociales ponen en peligro la dignidad de los individuos o discrimina­n a ciertos grupos de población, se abordaron las consecuenc­ias sobre la privacidad que puede tener que las máquinas accedan a habitacion­es privadas, recojan datos, monitorice­n la conducta de personas vulnerable­s, o los problemas legales sobre quién o qué debe ser responsabl­e de sus actos autónomos. El encuentro sirvió además para poner en común algunas de las innovadora­s experienci­as que se están llevando a cabo en diferentes ámbitos asistencia­les, entre las que figuran las cinco que resumimos en este reportaje.

JORDI ALBÓ (INGENIERO) “La presencia del robot crea una situación de inmersión, y la persona aprende o cura mejor”

MARTA DÍAZ (PSICÓLOGA) “Distraen y crean apego, y eso permite una actuación terapéutic­a a más largo plazo”

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