“Lo rural es hoy en día subversivo”
Galveias es el pueblo donde nació José Luis Peixoto, uno de los escritores clave de Portugal, y también el título de su última obra (Random House): una joya literaria que rescata el universo de las poblaciones rurales antes de la era digital.
La novela transcurre en los años ochenta, pero parece otra era. ¿Se perdió aquel mundo rural? ¿Habría que rescatarlo?
Sí y no. Por un lado, se perdió; no hay manera de retener lo que tuvimos. Pero mirar al pasado puede sernos muy útil para decidir hoy y determinar lo que será el futuro. Desde cierta perspectiva, la vida y el ritmo de lo rural pueden ser una referencia muy útil en el mundo que hoy se plantea, el cual nos trae cuestiones cuya respuesta no conocemos. Estamos haciendo muchos experimentos en distintas áreas que tienen una importancia mayor –me da la impresión– de lo que imaginamos.
¿Por ejemplo?
Hablo, muy concretamente, de las redes sociales, internet, el mundo virtual y la ilusión de proximidad que esas herramientas nos ofrecen.
Justo los ochenta son los años anteriores a internet. ¿En él ganamos o perdemos?
Hay aspectos en que es muy positivo y otros en que resulta por lo menos peligroso y negativo. Existe el riesgo de que las relaciones sean más superficiales. Porque parece que todo tiene que consumirse y de manera muy rápida.
No es un problema que tengan los personajes de su libro.
El elogio de la ruralidad es muchas veces el elogio del tiempo. Lo rural tiene unas características especiales, al margen de la parte del mundo en que se sitúe. Una de ellas es la mayor cercanía con la naturaleza, con relación al mundo urbano. En los pueblos, es la naturaleza la que define el tiempo. La noche y el día, las estaciones del año, la vida de las plantas y de los animales marcan los ritmos en los cuales nos integramos. Lo hace de un modo que, en las condiciones habituales (sin sequías o catástrofes), no nos agrede porque también nosotros formamos parte de la naturaleza y por lo tanto es todo equilibrado.
Una forma de vivir que ya es radicalmente distinta a la nuestra, ¿no?
Claro, porque la manera en que entendemos el tiempo tiene que ver con todo, desde el modo en que respiramos hasta la forma en que disfrutamos los días.
En Galveias estarán contentos: les ha puesto en el mapa.
El libro es una afirmación de identidad, y eso es vital. Desde el siglo XIX se instaló la idea del provincianismo como algo atrasado, con valores antiguos. Sin embargo, tal como lo estamos tratando aquí, esos valores son revolucionarios. El hecho de que los hayamos olvidado los hace necesarios. Y cuando los traemos de vuelta son increíblemente subversivos. Porque estamos en un tiempo de superficialidad y soluciones instantáneas; todo lo contrario a esa vida más orgánica, más despacio.
También una vida dura.
Sí, ojo: una vida con cosas que hoy, en la ciudad, son difíciles de aceptar; que, en esa especie de ideología que se instaló, ignoramos como si por ello fueran a desaparecer. Hablo de la muerte, de la vejez. No porque las rechacemos dejan de existir. Sería mucho más útil y natural que las aceptáramos como vienen. Sería más sabio.