Étienne Krähenbühl amplía su repertorio escultórico
Pep Duran agrupa desechos en Rocío Santa Cruz
Escudos alzados, meteoritos caídos, poliedros metálicos que bailan, columnas con partes móviles... En su actual exposición en la galería Joan Gaspar, Étienne Krähenbühl (Vevey, 1953) desarrolla sus temas y reflexiones de siempre, que se expresan principalmente mediante la quietud y el movimiento. Sigue ampliando su sorprendente repertorio escultórico, que con frecuencia incorpora el movimiento, aunque de forma distinta que los pioneros de las vanguardias históricas.
En anteriores muestras presentadas en la misma galería este artista suizo había explorado, entre otras vías, la musicalidad en la escultura. En esta exposición de obra reciente –Carapaces, caparazones-Krähenbühl enlaza con una escultura suya de 1992. Aunque también hay esculturas humorísticas, en esta ocasión su reflexión se centra sobre todo en el paso del tiempo y en la amenaza de destrucción.
Estas corazas recientes ya no aluden tanto a las protecciones animales (la tortuga), ni a las angustiosas y culpables transformaciones kafkianas, sino más bien a la propia piel humana y a la violencia humana. Esto último se aprecia en su serie Légère menace (Ligera amenaza), un conjunto de escudos cóncavos, posibles emblemas de una identidad más defensiva que agresiva. Uno de ellos presenta una bala militar procedente de Líbano.
Krähenbühl se expresa por medios esencialmente escultóricos (materia y espacio), pero también por otros medios. El paso del tiempo interviene, se expresa o es evocado de distintos modos. Sobre todo, por la textura, la oxidación o la erosión del metal y por la activación física a través de la participación del público, que, al ejercer presión sobre las partes móviles de la escultura, revela significados y formas hasta entonces sólo latentes. Otras veces el movimiento es evocado por el argumento. Así sucede en sus meteoritos, cuerpos minerales que han atravesado el espacio sideral antes de caer en nuestro atractivo planeta. Todavía atractivo, podríamos decir. Los meteoritos de Krähenühl parecen cabezas separadas y caídas.
En esta exposición es importante tocar las esculturas, para animarlas y revelar su verdadero sentido, siempre incomprensible en fase de quietud y falta de relación. Así podremos descubrir que un cuerpo sólido y oscuro llamado Cubo, aparentemente pesado e inmóvil, es en realidad una masa oscura y compacta que baila ligeramente. En otros casos no es necesario el movimiento físico, y la sensación de gravedad aligerada se produce por desplazamiento de planos (ver la serie Gravité). No llegan a flotar, pero las esculturas de esta serie se apoyan sólo en un pequeño tramo y la mayor parte de lo que debiera ser su base sólida es sólo una zona de aire. Galería Joan Gaspar. Pz. Dr. Letamendi, 1. Hasta el 21 de enero del 2017.
Pep Duran. Las posibles categorías, arquetipos o subespecies humanas se podrían definir y distinguir de muy diversos modos. Por ejemplo, se podría dividir a la humanidad en dos categorías en función de su uso de las mayúsculas y las minúsculas. Así como en el idioma alemán hay un exceso de mayúsculas que podría revelar cierta ampulosidad propensa al imperialismo, por el contrario existen poetas como ee cummings que escribían todo en minúsculas, hasta su propio nombre (tras ardua lucha con todos, sobre todo con su editor). El resto de la humanidad se suele situar entre el Reich y el poeta cummings y sólo infla con mayúsculas ciertas palabras. Y del mismo modo que unos escriben King and Country o Patria y Rey, el artista catalán llamado Pep Duran reserva las mayúsculas para todo lo contrario, y concretamente para la palabra Desechos. Merece la pena contemplar la sugestiva exposición llamada Amorfa, que Duran presenta en la galería Rocío Santa Cruz, teniendo presente que el artista resume el modo y el sentido de su obra con esta frase: “Fragmentación y agrupación, ordenar Desechos”. Galería Rocío Santa Cruz. Gran Via de les Corts Catalanes, 627. Hasta el 3 de diciembre.