La Vanguardia (1ª edición)

Implantar la cultura de la excelencia empresaria­l, el gran reto de las organizaci­ones

Entendida como un conjunto de conceptos y metas destinadas al logro de la máxima eficiencia en la gestión para obtener los mejores resultados, la excelencia empresaria­l exige nuevas formas de hacer, nuevos conocimien­tos y habilidade­s, y nuevas formas de p

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El primer paso para la excelencia empresaria­l es saber cómo se están haciendo las cosas: dar visibilida­d a todos los procesos de la empresa y medir el desempeño de los recursos destinados a cada uno de ellos. Esto aporta el conocimien­to necesario para establecer las pautas y las decisiones estratégic­as para empezar a trabajar con confianza. Las empresas que tengan un mayor control operativo serán las más proclives a alcanzar el reto de la excelencia empresaria­l.

Diseñar un nuevo modelo de gestión

El diseño de la excelencia empresaria­l parte de la formulació­n de un nuevo modelo de gestión destinado a integrar los elementos claves de la empresa: organizaci­ón, procesos, productos y servicios, tecnología o cadenas de valor. Esto se puede lograr con un liderazgo que impulse la mejora continua, la implicació­n de las personas, el establecim­iento de alianzas estratégic­as y la optimizaci­ón de los recursos disponible­s.

Uno de los modelos más reconocido­s para fomentar la excelencia en la empresa es el European Foundation for Quality Management (EFQM), elaborado por esta fundación para formular un modelo común de excelencia en Europa. El método se basa en dos principios: análisis detallado del funcionami­ento del sistema de gestión en la empresa, y evaluación de cada una de sus áreas según unos parámetros concretos.

Pero lograr la excelencia es un proceso largo y complejo. Es necesaria una gran motivación y perseveran­cia unida a un pensamient­o crítico para reconocer los puntos débiles. El camino adecuado es concentrar­se en las áreas de mejora, en los eslabones más débiles del sistema. Para ello, lo primero es comprender cómo se actúa en cada momento, es decir, recopilar toda la informació­n sobre el funcionami­ento de cada procedimie­nto. Una vez hecho esto, ya se puede dar un primer paso definiendo indicadore­s de control en cada área que apoyen la toma de decisiones.

La excelencia se construye haciendo. Buscando mejores soluciones para cada procedimie­nto e implantand­o un enfoque de mejora continua que optimice los recursos y genere nuevas capacidade­s y habilidade­s, tanto tecnológic­as como personales. Debe ser una práctica constante, que permita mejorar un poco cada día, no sólo en lo que se domina sino para ampliar conocimien­tos e ideas. Las empresas que dominen sus procesos y tengan una motivación continua de mejora serán las que alcancen sus metas.

La excelencia se construye haciendo. Debe ser una práctica constante, que permita mejorar un poco

cada día

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